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Jennie Barb: 'El Estado debe endurecer las penas a los agresores sexuales'
- 24/11/2020 00:00
- 24/11/2020 00:00
Jennie Barb es psicóloga, terapeuta familiar, promotora de los derechos de los niños, y una férrea luchadora ante todo tipo de violencia contra la niñez, en particular el abuso sexual. Barb emprendió su cruzada por los niños panameños educando e informando a la comunidad, a los docentes y trabajando la prevención con los niños de preescolar y educación básica general. En 2004 formó la Fundación Unidos por la Niñez (FUN), que trabaja en la prevención y el tratamiento del maltrato infantil y, en particular, del abuso sexual a través de novedosos programas. Es miembro fundador del Observatorio Nacional de Niñez y Adolescencia de la Sociedad Civil de la República de Panamá. Entre sus reconocimientos se destaca como 'Ciudadana Notable 2008' por la Comisión Nacional Pro-Valores Cívicos y Morales, debido a sus aportes al país. Ha escrito varias obras, entre estas los programas de Prevención del abuso sexual infantil Lolita. Durante nuestra entrevista, la psicóloga describe su labor en la fundación, señala la importancia de fortalecer las políticas públicas para el tratamiento de esta problemática, y explica las repercusiones que tienen estos delitos en los menores.
La fundación surgió de la necesidad de contar con una organización que velara por los derechos de los niños. Alrededor del año 2000 hubo un escándalo de proxenetismo donde niñas de edad escolar eran explotadas sexualmente. Yo llevaba años trabajando como terapeuta familiar y atendía muchos casos de violencia doméstica. En ese entonces me invitaron a dar una charla de prevención de abuso sexual infantil a una escuela de la ciudad capital y durante la charla observé la falta de conocimiento de los niños, ninguno sabía los aspectos más básicos de prevención ni mucho menos cómo responder a situaciones de riesgo; los niños estaban desprotegidos. También trabajaba como perito en casos de violencia familiar y observaba cómo la familia estaba desorientada y los niños expuestos a todo tipo de abusos. Estas y otras situaciones hicieron que pensara en una fundación y convocara a un grupo multidisciplinario de profesionales para conformar una oenegé que trabajara la prevención y el tratamiento de la violencia contra la niñez, en particular el abuso sexual. La fundación comenzó en mi casa, con reuniones y almuerzos todos los miércoles. En 2004 la fundación fue instituida legalmente y en 2005 abrimos las puertas al público en nuestro local ubicado en Llanos de Curundú.
El mayor desafío ha sido continuar el trabajo en la fundación a pesar de la falta de recursos económicos. Y por supuesto, hablar de abuso sexual infantil, tema que, si ahora sigue siendo tabú, en el año 2000 era negado y rechazado. Hay que ser tenaz y no olvidar la meta para mantener la motivación.
'Conóceme, esta es mi historia' es una campaña que busca sensibilizar a la comunidad sobre la realidad del abuso sexual infantil, una de las peores formas de violencia contra la niñez que lamentablemente va en aumento. Preocupados por este grave problema social y de salud pública, la lanzamos en el marco del Día Internacional de la Prevención del Abuso Sexual Infantil. Esta campaña expone experiencias reales de niños y adolescentes víctimas de abuso sexual que han sido atendidos en la Fundación Unidos por la Niñez. Consiste en un conjunto de videos donde voluntarios narran el sufrimiento muchas veces en silencio, de niños y adolescentes que han sido víctimas de abuso sexual. A través de estos relatos mostramos una parte de esta realidad. Las consecuencias del abuso sexual son impredecibles y pueden afectar a la persona en todas las áreas de funcionamiento.
Todos los casos de abuso sexual infantil son desgarradores. Pero por supuesto, los casos de violaciones múltiples impactan muchísimo. Casos donde participan pandillas, hay secuestro, tortura y múltiples agresores sexuales. Hay mucho trabajo por hacer.
Primero la palabra acoso es cuestionable. El acoso se da entre personas de la misma edad, cuando son adultos contra niños o adolescentes siempre es abuso. Se necesita invertir en la niñez como prioridad. Las autoridades deben prestar mayor atención y presupuesto para proyectos y programas que inciden en la niñez y no solo para pagar gastos de funcionamiento.
No son suficiente, de hecho, las estadísticas de abuso sexual en Panamá nos hablan de un ascenso alarmante. Y estas estadísticas son solo un esbozo de lo que en realidad está ocurriendo con nuestros niños y adolescentes. Las estadísticas no reflejan la realidad, siempre hay un subregistro, las denuncias son la punta del iceberg únicamente. Cada caso debe multiplicarse por 10 para tener una idea más cónsona con la realidad. Únicamente se denuncia el 5% de los casos de abuso sexual que ocurren dentro de la familia y el 10% de los que se dan fuera de esta. En el abuso sexual hay manipulación, engaño, coerción, amenazas y sobornos. Es difícil para un niño darse cuenta de lo intrusivo del acto de abuso. El secreto hace más difícil la revelación. Además, existen muchos factores que inhiben las denuncias; podemos mencionar las características del trauma, el vínculo con el abusador, entre más cercano es a la familia, más difícil es que pongan la denuncia, la dinámica de secretos de las familias incestuosas, las distorsiones cognitivas de los familiares no agresores, padres negligentes, temor al escándalo, miedo a la reacción del agresor, percepción negativa de la justicia, niños que desconocen sus derechos, secretismo de las escuelas, y dificultad para probar el acto abusivo.
Voy a empezar mencionando la obligación de los Estados de proteger a los niños y adolescentes, y de cumplir los convenios internacionales de los cuales son signatarios. En Panamá existe una deuda de más de 20 años con relación a la incorporación de la educación en sexualidad al currículo educativo. El Estado está obligado a enfocar sus políticas públicas a los derechos humanos. Y los derechos humanos no pueden estar condicionados a ideologías o creencias de grupos que se opongan. Es derecho de los niños y adolescentes recibir una educación sexual que incida de manera directa en su salud y en su proyecto de vida. Y esta educación sexual debe incluir a varones en la responsabilidad ante las consecuencias. Recordemos que la educación sexual es un derecho que protege la salud del niño y aporta habilidades para la vida. La educación sexual debe impartirse desde los niveles de preescolar. Los niños aprenden a manejar conocimientos biológicos, psicológicos, interpersonales y sociales sobre la sexualidad enmarcados en conceptos de género y equidad. Aclaran creencias, ideologías, valores y ética sobre sexualidad y relaciones, disminuyen los embarazos de adolescentes y las infecciones de transmisión sexual, se previenen enfermedades de transmisión sexual y se desarrollan conductas responsables en el ámbito de la sexualidad. Se contribuye al bienestar y satisfacción en el ejercicio de la sexualidad sana. Y se promueve el respeto hacia las personas con orientación sexual diferente.
Uno de los esfuerzos importantes que debe realizar el Estado es legislar para endurecer las penas a los agresores sexuales, los delitos de abuso sexual no deben prescribir, el registro de los agresores sexuales o pederastas debe ser de acceso público. Estas personas no deben ejercer profesiones donde tengan contacto con niños. El Estado debe crear programas de tratamiento para las víctimas de abuso sexual. Igualmente debe haber un control, tratamiento y seguimiento de los pederastas. Debe haber un banco de ADN de todos los agresores sexuales que facilite su identificación en este tipo de delitos. Las escuelas deberían incluir en el currículo escolar programas de prevención de abuso sexual infantil que enseñen a los niños y niñas cómo responder en situaciones de riesgo de abuso sexual. Se debe aprobar una ley de educación sexual integral, basada en derechos humanos. Se deben crear campañas masivas de prevención de abuso sexual dirigidas a todos los actores sociales que aborden temas de equidad y rompan estereotipos patriarcales que perpetúan el abuso.
Es importante conocer a los hijos, saber sus gustos, conocer su carácter, observar su comportamiento. Estar pendientes de ellos. Observar sus comportamientos y estados de ánimo. Reflexione sobre lo siguiente: ¿Ha cambiado su conducta y estado de ánimo? ¿Cómo interactúa con otras personas? ¿Rechaza a algún adulto o familiar? ¿Participa en las mismas actividades o se aísla? ¿Trae regalos a casa que no puede explicar? ¿Mantiene un vínculo de confianza con el niño? Los indicadores físicos no siempre están presentes. Al inicio hay conductas abusivas sexualmente incluso sin contacto físico. Sin embargo, debemos conocer cuáles son estos indicadores y estar atentos a ellos. Como, por ejemplo: ropa interior rota, manchada o con sangre, presenta picazón, hinchazón o dolor, lesiones o sangrados en las áreas genitales o anales, infecciones urinarias frecuentes, dolor al orinar, secreción en pene o vagina, enuresis, encopresis (orina o defeca la ropa o la cama), constipación, olor extraño en el área genital, enfermedades de transmisión sexual, embarazos y abortos.
Las evidencias conductuales y emocionales se han separado por edad de desarrollo. Hemos visto bebés abusados sexualmente. En bebés observamos: llanto excesivo y constante, irritabilidad y mal humor, agitación, desarrollo lento, problemas en la alimentación y la micción. En niños de 2 a 5 años: conductas regresivas, succión del pulgar, enuresis, irritabilidad, cambios en el sueño, cambios en la alimentación, temor a la oscuridad, pesadillas, interés por juegos sexuales, masturbación excesiva. Los niños de edad escolar (6 a 12 años) presentan: dificultad para expresar emociones, conductas regresivas, problemas de sueño, problemas en la alimentación, problemas en la escuela, se aíslan y se deprimen, se tornan agresivos, muestran mayor interés hacia lo sexual, pueden manifestar una conducta seductora, se evidencia su baja autoestima y su pobre imagen corporal. En los adolescentes observamos: dificultad para expresar afecto y para manejar las emociones, dificultad para establecer y mantener relaciones, se muestra desconfiada, se evidencia su baja autoestima y pobre imagen corporal, problemas en la escuela, alteración en el sueño, particularmente insomnio, deficientes relaciones con otros jóvenes, puede presentar una seudomadurez, depresión clínica, comienzan a evidenciarse problemas de personalidad y de identidad sexual.
En Panamá, culturalmente hablando, no está arraigado el concepto de prevención, aunque esta sea la forma más económica de manejar los problemas sociales. Estamos empezando a abrir camino en materia de prevención de abuso sexual. Confío en que cada día más personas son conscientes de la importancia de la prevención de este y de todos los problemas sociales que aquejan a nuestro país. Los medios están realizando un papel preponderante y ha aumentado la visibilidad del problema. Pero faltan campañas masivas de sensibilización, docencia y orientación al respecto a través de todos los medios.