Idania Dowman: “Aún existe la tendencia de encajonar a las mujeres en la industria musical, sugiriendo que su éxito depende de su apariencia y capacidad para provocar pasiones”

Actualizado
  • 15/02/2024 00:00
Creado
  • 14/02/2024 15:40
‘La dama de jazz’ es una de las voces más potentes del panorama musical de Panamá.
“Aún existe la tendencia de encajonar a las mujeres en la industria musical, sugiriendo que su éxito depende de su apariencia y capacidad para provocar pasiones”

Idania Dowman (ciudad de Panamá, 1967) es un rayo poderoso que se siente apenas sonríe. Su aura de mujer imponente, siempre alegre, y cercana se percibe cuando habla, cuando gesticula y, sobre todo, cuando canta. Es ‘una campanita’ armónica y divina que suena fuerte dentro y fuera de nuestras fronteras. La ‘Dama del jazz’ vive la música y la ha defendido siempre. Desbarató el machismo musical y sobrevivió como roble. Ahora celebra 30 años caminando sobre el género que tanto ama. He aquí una referente de este y todos los tiempos.

Comencemos echando un poco la vista atrás. ¿Cuáles fueron esos años cruciales para usted de niña, respecto a la mujer que es ahora?

Mi base principal fue mi madre, una mujer trabajadora, luchadora, siempre ‘empujadora’. Mi mamá siempre decía: ‘Una mujer nunca debe decir: ¡no puedo!. La mujer siempre puede, simplemente tiene que buscar las alternativas, los recursos, el momento, lugares y personal adecuado, pero siempre se puede’. Ella exaltaba mucho el estudio.

¿Qué recuerdos tiene del primer contacto con la música ?

En mi casa siempre había música. Mi papá era músico y formaba parte de una de las primeras orquestas que tuvo Panamá, que era la Nueva Alegría. Estaban todas estas grandes agrupaciones y artistas individuales pasando por mi casa en la calle 21 central. Entonces, todo era música siempre (...) Así hacíamos todo, mis papás no hacían nada sin música, y así me lo inculcaron. Así crecí, haciendo la música parte de mí, y la verdad que yo le agradezco enormemente a mi papá por haberme inyectado eso, y a mi mamá por soportar todos mis gritos y todas mis algarabías, cantando todo el día y toda la noche ( ríe a carcajadas). Pero creo que eso hace falta ahora en los hogares, antes siempre se tenía un instrumento en casa, veías un piano, una guitarra, un ukelele, unos tambores, unas maracas. Entonces, los domingos, que eran los días en que se iba a la casa de la persona mayor de la familia, había reunión familiar después de misa y se formaba el guaguancó .

¿Y ahora no se hace con las nuevas generaciones?

Eso se ha perdido mucho. Creo que ha sido por la tecnología que es buena para el uso que tú le des, pero ha robado mucho de ese convivir entre las personas. Ya no ves a tu alrededor a gente que quisiera hablarte, que quisiera incluirte, que quisiera proveerte de tantas anécdotas y cosas. Lamentablemente nos perdemos mucho por estar enterrados en el teléfono.

¿Cuándo decidió que se iba a dedicar a la música, y específicamente en un género tan rico como el jazz?

Mi papá fue el que me dijo: ‘Te va a gustar esto’, yo quizás dije, ‘sí’, porque en casa me encantaba cantar. Cogía cucharas o palos y me ponía en el sillón, ese era mi escenario. Mi papá empezó a animarme, y comencé a cantar en la iglesia. A mí me fascinaba ir a las 5 de la mañana porque todas las señoras llevaban sombreros y se veían divinas. Cantaban... y yo, moría. Ponía a mi pobre mamá a madrugar (risas). Un día fui al baño y empecé a cantar ‘Te doy mis ojos’, al lado estaba la directora del coro y me escuchó. Le dije: ‘Mi mamá está fuera’, y entonces ella (la directora) fue a pedirle permiso para que yo pudiera estar en el coro a las 7:00 a.m, así que era la más pequeña del grupo.

Ha pasado mucho tiempo de esta anédota, ¿sigue ‘yendo de 10 en 10’?, ¿continúa con sus pasos, ‘cantando y amando’ como dice su canción, ‘Al desnudo’?

( ríe de nuevo) Estas son las facetas que nos toca vivir. Cada paso es una experiencia, un aprendizaje y un acto de dar, porque a medida que nosotros aprendemos, también damos.

En ‘Al desnudo’, escuchándole, hay mucho amor, hay mucha desilusión y hay mucha espera, ¿cuál fue su primer amor?

Mi primer amor fue el padre de mi hija, pero por cosas de la vida no pudimos estar juntos, aunque actualmente somos excelentes amigos. Mi hija tiene 30 años, y fue un romance muy bonito, muy inocente. ¿Qué te puedo decir? Son esos amores que cuando todo pasa, se quita el velo de la ilusión, llega la realidad y empiezas a ver el corazón que estaba bonito, que ya está ‘chuequito’. Pero eso es vivir. Hemos tenido algunas caídas importantes, pero de esas caídas una trata de levantarse, limpiarse, renovarse y seguir. Por eso es la canción ‘Al desnudo’, que es mi manera de presentar mi gratitud a la gente por su cariño, por aceptarme como artista y también las desilusiones de la guerra.

¿Y qué sabe ahora de la vida, que no sabía cuando era joven?

(Suspira) Creo que si regresara a los 18 años, hubiera aprovechado más el aprendizaje de la música como tal. Me considero una música empírica. Me pones un pentagrama y yo puedo diluirlo, pero no fui a un colegio formal. Estuve un año en el conservatorio, pero debido a que mi familia era humilde, tuve que abandonar y empezar a trabajar para apoyar a mi familia. El conocimiento básico que tengo fue gracias a mi papá en aquellos años. Lo que tengo es por naturaleza, como el olfato, y por esas personas que se cruzaron en mi camino en ese crecimiento empírico que me impulsaron.

¿Cómo le cambió la maternidad?

Me dio otro horizonte. Si yo no hubiera tenido la hija que tengo quizás no hubiera hecho más de cuatro porque también es mi inspiración.

¿Cómo lidia usted con la vanidad y el ego?

Eso va en la personalidad y también en la educación, la cultura. Vengo de un hogar humilde, donde mi mamá era muy católica, decía que al ser humano se le debe medir por sus acciones. No termino de dar gracias a mis viejos porque ellos me decían que como artista tienes que deberte al público.

El público es el que da el escenario; también es el que lo quita. Entonces, ¿qué es lo que tiene que hacer para siempre dar el 100% sobre la tarima?

El 100% es para que el público se vaya satisfecho, haya tenido un momento de salud, felicidad, alegría, desahogo, porque los artistas de hoy, la mayoría, no tienen idea del poder y de la responsabilidad que tienen. Tú puedes decidir con la música el destino de alguien.

Quienes hemos tenido el privilegio de verla sobre el escenario sabemos que su imponente presencia la combina perfectamente con la voz. ¿Cómo logra eso?

Es improvisado, espontáneo, pero ante todo siempre doblo rodillas [a Dios], es importante tenerlo cerca, porque él es el que te da y el que te quita. El público te dice lo que está buscando, entonces muchos piensan que es obligación del público escucharlos. Lo principal es pensar como público, ¿qué esperas de un escenario? ¿Qué quieres? ¿Quieres divertirte, quieres pasarla bien? ¿Quieres escuchar buena música, simplemente reírte, disfrutar? Tienes que ponerte como público para entonces, tú puedes decir, ‘Okey, voy a hacer esto porque yo, como público, es lo que me gustaría recibir’.

Hablando un poco del jazz y de su estilo, mucho de lo que he podido leer sobre el género es que destaca por la improvisación...

Así es. Es libre. El jazz, es libertad. Si no lo haces así, no es jazz. Él te hace desarrollar, hablar, sacar lo que tienes. Por eso, ninguna de las interpretaciones de canciones de jazz que tú escuchas va a ser exactamente igual.

Danilo Pérez ha acercado el jazz al país de manera extraordinaria, pero ¿crees que hay sectores en el mundo que prefieren mantener el jazz como algo estilizado, no accesible a todos?

La verdad es que todo tiene un proceso y hay personas que todavía piensan que el jazz simplemente es algo de esta comunidad y los que están alrededor. Lo que tú dijiste: Danilo rompió ese esquema y decidió que acá en Panamá nos gusta el jazz. . Hay gente a la que sí le ha costado un poco quitarse la imagen elitista y la corriente de que ya no sea tan selecto, sino que sea masivo, como debe ser el arte.

Está usted a punto de celebrar 30 años de carrera, ¿ha tenido ganas de abandonar?

(Suspira) Ay, esto no es fácil. Tengo muchas cosas que he tenido que demostrar por ser mujer, primero que todo, porque aunque no lo creas, la música es muy machista. Si eres mujer, tienes que demostrar 20 mil veces más que el hombre tu capacidad. Soy negrita. No tengo 90-60-90, ojos de colores, cabello lacio ni nada de eso. No es fácil.

¿La industria sigue discriminando?

Aún existe la tendencia de encajonar a las mujeres en la industria musical, sugiriendo que su éxito depende - en gran medida - de su apariencia y capacidad para provocar pasiones. Esta presión hacia la sexualidad puede resultar frustrante y dolorosa para las artistas, ya que con el tiempo se enfrentan a expectativas cambiantes y a la pérdida de ciertos atributos físicos. La industria musical, muchas veces impulsada por criterios comerciales, puede desestimar a las artistas más veteranas en favor de nuevas caras. Esto lleva a un ciclo en el que la frescura y la novedad se valoran más que la experiencia y el talento consolidado, lo cual es motivo de desacuerdo. A pesar de todos estos desafíos, el arte debería ser una contribución valiosa y acumulativa, con espacio para la fusión y la creación continua. Los maestros en la industria musical tienen un papel esencial al brindar dignidad y respeto a los artistas, recordándoles que su principal responsabilidad es dar lo mejor de sí mismos al público que ha invertido tiempo y recursos para ver su espectáculo.

Usted, tiene muchas facetas, entre esas el activismo, ¿en cuál se siente más cómoda?

Ambas, porque una se enlaza con la otra. El arte es un instrumento de activismo, y gracias a la música he podido hacer cosas por otros, para aquellos que no tienen accesibilidad ni oportunidad. El día que me muera, me iré satisfecha de haber aportado, colaborado y ayudado a mi gente y a la juventud.

Vienen tiempos de cambio en nuestro país. ¿Cuál es el deseo más urgente que tienes para Panamá?

Deseo para Panamá que pueda seguir creciendo y que todos tengamos, en equidad e igualdad, las mismas oportunidades de crecer. Para que entre todos podamos hacer que nuestro Panamá siga adelante. Eso es lo ideal y es lo que debería ser para que todos podamos hacer brillar a nuestra tierra.

La industria musical, muchas veces impulsada por criterios comerciales, puede desestimar a las artistas más veteranas en favor de nuevas caras”
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