• 27/04/2024 00:00

¿Robin Hood eres tú?

Viendo el comportamiento actual de los políticos, debo confesar que veo demasiadas coincidencias entre la leyenda de Robin Hood, y su actuar. Las coincidencias son apenas conceptuales, pues el fondo es totalmente diferente. Robin Hood, si bien era un delincuente, no afectaba al pueblo

Es conocida por muchos la leyenda de Robin Hood, personaje ficticio muy querido por su pueblo, pues lo defendía y lo ayudaba en contra de los corruptos que controlaban las administraciones públicas. Robaba al corrupto para dar al pobre.

Robin de Locksley era un héroe y forajido a la vez. Paradoja peligrosa. Su habilidad con el arco era extraordinaria, considerado por muchos el mejor arquero. No obstante, era su amor por la justicia, y su lucha directa contra la corrupción lo que realmente impresionaba al pueblo. Era un hombre capaz de arriesgar la vida por sus ideales y compartía parte de su botín con el pueblo.

Cuando dije que el buen Robin Hood entregaba parte de lo robado al pueblo, lo dije considerando factores financieros básicos para que una estructura o empresa funcione.

Robin Hood y su pandilla estaban bien organizados. Tenían sitios secretos en el bosque de Sherwood, así como a lo largo del territorio de Nottingham donde ocultarse tras alguna incursión en territorio enemigo. Contaban también con informantes que les mantendrían al tanto de los movimientos del enemigo. Eso no era gratis. Había una planilla fija. Y cuando la vida estaba en juego, como era en aquellos tiempos, el silencio también tendría un costo.

Viendo por encimita la cosa, Robin Hood robaba para mantener su estructura, y para afectar las finanzas de sus contrarios.

Detesto reventar leyendas, en especial las que nos son gratas porque le “pegan al poder”, pero debo decir que Robin Hood solo le daba al pueblo lo que le sobraba, luego de cubrir sus gastos, y tener su cualquier cosita escondida, en caso de una huida repentina. Tal vez no era tan bueno, sino que gozaba de una popularidad ganada a través de buena propaganda. Quizás el “pequeño Juan”, o el monje de su equipo eran los que cobraban los billetes gruesos de la publicidad, mientras proyectaban ser humildes colaboradores. Viéndolo así, Robin Hood pudo no ser el líder, sino la fachada fácil de vender al pueblo.

“Hombre Robin, es que yo estoy muy gordo para un afiche. Además, tu habilidad con el arco te hace muy vistoso en las ferias y eventos. Eso es fácil de mercadear”. Y el tiempo hizo el resto.

Viendo el comportamiento actual de los políticos, debo confesar que veo demasiadas coincidencias entre la leyenda de Robin Hood, y su actuar. Las coincidencias son apenas conceptuales, pues el fondo es totalmente diferente. Robin Hood, si bien era un delincuente, no afectaba al pueblo: robaba dinero de impuestos arbitrarios que no llegaba a la gente. Si bien robar es malo, lo de Robin es el escaño más romántico de ese verbo.

La versión actualizada de los políticos tiene otro nombre. Se basaron en el boceto original, pero han degenerado tanto que son la versión corrupta de lo que era.

Robbin Da Hood (Asaltando al Barrio) surgió de los hemiciclos y cámaras de poder, dejando una marca terrible en la historia del país. Roba a los pobres para dar a los corruptos.

A Robbin Da Hood le gusta decir que le da “chen chen” al pueblo, o que con él viene lo bueno. La realidad es que ya no entra en el traje del personaje, pues engordó mucho al engullir las arcas del Estado. Tampoco tiene habilidad alguna con la cual causar admiración, ni es un tipo de buen ver, como para decir que entra por los ojos del pueblo.

Robbin Da Hood es un adefesio hediondo, cuya peste es perceptible de lejos. Si es así, ¿por qué carajos la gente lo defiende? Fácil. Luego de décadas de hábil manipulación propagandística, no solo se ha vuelto tolerable, sino que hasta se victimiza cuando la carreta sin ruedas de la justicia lo persigue, precisamente por delitos que sí cometió. Nuestro Nottingham se volvió tan hediondo como sus pillos locales.

Robbin Da Hood no llegó solo al sitial desde el cual destruye el futuro de nuestro Nottingham. Lo pusieron allí los ciudadanos que aprendieron que apoyar a un forajido hasta volverlo un héroe, en una declaración de ignorancia soberana, es lo mejor para el país. Estupidez pura.

Apoyar a un delincuente no lo vuelve un héroe. Apoyar a un delincuente hace que todos los ciudadanos nos veamos como delincuentes. Entendamos que apoyar a Robbin Da Hood no nos dará parte de su botín, tontos útiles. Limpiemos nuestra mente de la ignorante premisa de que lo de siempre es bueno.

Robbin Da Hood ha estado haciendo de las suyas por más de 50 años, y está en nuestras manos sacarlo de ahí. Si bien se ha disfrazado de varios colores, las caras sucias que siempre lo acompañan son las mismas. Hoy, desesperados por no perder su parte del pillaje, no les importa juntarse públicamente con aquellos a quienes insultaron, o los insultaron a ellos. Lo único que les importa es seguir comiéndose, unos cuantos, el futuro de todos. Si viendo claramente a Robbin Da Hood, usted aún no sabe por quién votar amigo lector, es usted oficialmente parte del problema. ¿Robin Hood eres tú?

Dios nos guíe.

El autor es ingeniero
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