• 03/05/2024 00:00

Si yo fuera presidente ...

Es la educación y el amor al trabajo, los instrumentos, las armas de nuestras revoluciones o transformaciones [...]. Tenemos que actuar, dando el ejemplo, con la suficiente voluntad y visión de que todos podemos rescatar a Panamá

Si yo fuera presidente, jamás traicionaría a mi pueblo, porque soy uno más de la clase trabajadora. Si yo fuera presidente, laboraría por la niñez, por la patria misma, sin injerencias. Trataría de ser un estadista, ese que no ha vuelto a nacer y que adolecemos, que en mis 43 años aún no me ha tocado presenciar; y, es que al ver la oferta electoral percibimos que no existe candidato con tal carisma, aptitudes y conocimiento, fundamentalmente que no esté manchado su proceder con temas de corrupción.

Mi padre fue docente en la Universidad de Panamá, donde dictó la cátedra de Axiología o Teoría de los Valores. Comprendió que había que educar a esas futuras generaciones de profesionales. Insertar en ellos la semilla revolucionaria, justamente para que no fuésemos las víctimas de este antivalor de la corrupción y del juega vivo imperante.

Si yo fuera presidente, para combatir la corrupción, un mal arraigado en nuestro ADN, iniciaría en los parvularios, en los centros de orientación infantil, enseñando al infante el valor de las cosas, del esfuerzo, del respeto, de la honestidad e integridad. Que entiendan que colarse no los hace más hombre o mujer, ni se trata de lo más divertido, entendiendo que deberá ser un trabajo de una generación completa. Es la educación y el amor al trabajo, los instrumentos, las armas de nuestras revoluciones o transformaciones. Debe ser la estrella, de verdad, la tan mencionada educación, que sea la misma, con calidad, para el de arriba, para nuestros hijos, para los de “abajo”.

Si yo fuera presidente, volvería a la prevención, a la Salud para Todos del doctor José Renán Esquivel. Que la medicina no sea un negocio, que podamos mejorar nuestras expectativas de vida en un ambiente sano. Despolitizar es la clave, no solo en la salud y educación, trabajemos con los mejores ciudadanos, hombres y mujeres íntegros, con principios, que sí existen. Y es que nuestra institucionalidad, ha sido lacerada en sus cimientos, de tal manera que los activistas políticos que caminan con los candidatos a presidente, alcalde, diputados o representantes, con el afán de resolver su día a día, pretenden y hasta algunos exigen, ser nombrados en la cosa pública, muchos sin tener estudios completos a nivel secundario. Y es que para quien sirve al Estado, que somos todos, debe ser una cuestión de honor, de prestigio, y, por supuesto, de preparación académica.

Si yo fuera presidente, tendría que contar con un plan de manejo de desechos, de reciclaje que pueda generar ingresos, solucionar el tema del relleno de Patacón, la cuenca canalera y nuestras áreas protegidas. Convocaría a los más grandes científicos, a la academia misma, a estudiosos como por ejemplo Stanley Heckadon, hombre probo. El problema del agua y su abastecimiento como derecho humano, debe ser abordado, con el dilema de beberla o pasar con ella buques por el canal.

En temas de seguridad, hay que atacar las causas del delito, la parte sociológica, la resocialización del delincuente primario, pero a la vez entablaría una lucha férrea contra las pandillas y el flagelo del narcotráfico que nos aqueja. Llevaría el deporte y la cultura a todos nuestros barrios, más aún a los denominados ghettos, sin temor, porque allí también hay talento y quién sabe el próximo presidente de la República. Combatiremos así, con la poesía, el teatro, con la sinfónica del maestro Ledezma Bradley, a los Calor Calor, a Bagdag, los Cossio y a los Moisés. Nuestros niños danzarán sin miedo.

Los delincuentes de cuello blanco, también serán llevados a la justicia, el mal empresario que evade impuestos, la mafia política que se ha enquistado al sistema. El problema no son los sistemas de gobierno, sino los ciudadanos, nuestra idiosincrasia misma, que requiere, en muchas ocasiones de una mano firme. Hacer lo correcto como ideal filosófico, siguiendo la escala de valores que aprenderán nuestros niños en el aula.

Sobre la Caja de Seguro Social y las pensiones, un debate a abordar, tal vez volver a la solidaridad. Las áreas revertidas podrían ayudar, ese activo no ha cumplido con su función social, después de tanta sangre y luchas generacionales, ahora se subasta al mejor postor. Tenemos que actuar, dando el ejemplo, con la suficiente voluntad y visión de que todos podemos rescatar a Panamá, sin demagogias.

Si yo fuera presidente, más no lo soy. Pero como todos somos seres políticos, parafraseando a Aristóteles, aquel Zoon Politikón, tenemos opiniones en ese subconsciente que hemos formado, a lo largo de los años, ideales que creo muchos panameños compartimos.

Termino manifestando a la población que acudamos masivamente a las urnas este 5 de mayo, cumpliendo con civismo, con la intención de forjar nuestro destino mediato. No nos quejemos después. A los candidatos a presidente, les reitero, hace falta transformar el Estado, pero aún más la conciencia ciudadana y por eso sostengo la pertinencia de la constituyente originaria que incluya todos los sectores del país, sin distinción, porque hemos demostrado que cuando nos unimos en causas comunes, ni el más grande imperio nos pudo derrotar.

El autor es abogado y escritor
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