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Actualizado
  • 13/04/2024 00:00
Creado
  • 12/04/2024 16:04

Esa mañana, muy temprano, el cielo de Washington, D.C. amaneció tapizado de numerosas formaciones de ovnis de mediano tamaño planeando silenciosamente sobre la Casa Blanca, el Capitolio y el Pentágono. El mundo entero pareció de golpe enloquecer en contacto con los principales noticieros provenientes de Estados Unidos de Norteamérica. Para muchos era una visión apocalíptica que anunciaba el final de la vida terrestre, de las religiones, de los cónclaves conservadores de científicos escépticos; para otros, una majestuosa manifestación de que desde inicios de la humanidad no estamos ni remotamente solos en el universo. ¡Una novedosa película de Steven Spielberg no podría presentar de forma más convincente aquella visión espectacular!

Segundos más tarde aparecieron cientos de aviones de combate ultramodernos en los cielos norteamericanos, dispuestos a defender la integridad no solo nacional sino del planeta todo; y empezaron a desplegarse a corta distancia de las naves alienígenas, pendientes de remotas órdenes que tendrían que obedecer de un modo u otro... La inmensa duda sobre lo que habría de suceder nos dejó a todos petrificados en calles y casas por las inconcebibles imágenes visibles con solo mirar hacia arriba, y que además mostraban al mundo en esos momentos los televisores gringos en cadena nacional.

De pronto, uno de aquellos ovnis, entre los más visibles por estar colocado a la vanguardia de los demás, acaso la nave insignia, abrió su escotilla y lentamente fue desplegando una inmensa tela blanca que relucía singularmente luminosa bajo el sol. Lo mismo ocurría a la vez en los tres sitios emblemáticos del poder norteamericano. Los aviones de combate en cada uno de aquellos ámbitos de inmediato reciben la orden terminante de no disparar. Poco después se retiran un poco abriendo paso a dos de las naves desplegadas sobre la Casa Blanca que, a su vez, parpadean varias veces sus pequeños faros antes ocultos como dando una señal; acaso una contraseña que el comando central norteamericano parece comprender.

Segundos más tarde, dos pequeños ovnis descienden sin sonido alguno, simultáneamente, sobre los suntuosos jardines de la casa presidencial, y de inmediato son rodeados por cientos de soldados en arreos de combate y máscaras antigás en los rostros. Ambas escotillas se abren lentamente, al unísono. La expectativa mundial de ese instante no tiene paralelo en toda la historia del planeta.

Autor
Enrique Jaramillo Levi. Colón, Panamá, 1944. Cuentista, poeta, ensayista, profesor universitario jubilado, promotor cultural, editor y antólogo. Creador de numerosos premios literarios, de la revista Maga, del foro/taller Sagitario Ediciones y del diplomado en creación literaria de la UTP. Libros de cuentos más recientes: Umbrales (Málaga, España, 2023); La verdad sea dicha y otras mentiras verdaderas (Granada, España, 2023); y Seducciones y otros desvaríos (Panamá, 2023). Actualmente reside en Querétaro, México
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