Escribir: un oficio en auge

Actualizado
  • 06/08/2013 02:00
Creado
  • 06/08/2013 02:00
PANAMÁ. El Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró se escoge de una forma más emotiva que el Premio Nobel de Literatura mundial, que ...

PANAMÁ. El Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró se escoge de una forma más emotiva que el Premio Nobel de Literatura mundial, que otorga más de un millón de dólares.

Mientras que para este último, los críticos más pesados del planeta elaboran una lista, donde figuran casi siempre los mismos tiburones de las letras, acá, en Panamá, todo es adrenalina.

Los escritores, muchos de los cuales cumplen jornadas tan asimétricas como guardias de seguridad, comienzan a mover los dedos al cierre del primer trimestre de cada año.

Durante este periodo, se terminan capítulos, se eliminan párrafos, se imprimen los borradores y comienza el trabajo más árduo: revisión. Alguna obra quedará en el tacho de la basura para siempre y el autor liberado de seguir sufriendo. Al célebre escritor mexicanano Carlos Fuentes se le criticaba que no tuviese el valor de tirar ni un parrafito al basurero.

Pero estamos en Panamá. Terminar una novela es un asunto que poco se puede compartir por varias razones. Si la novela es para concursar, hay que mantener el secreto, al menos entre los círculos literarios porque alguno de sus miembros puede ser llamado para que sea el jurado. Son jueces, dos extranjeros y uno local.

Mientras que el solitario escriba se llena la mente con su propia historia, en las oficinas del Instituto Nacional de Cultura (INAC), esperan que inicie junio para que el grueso de aquellas obras aparezcan en sobres amarillos.

Paradójicamente, durante estos meses previos, las presentaciones de libros son pocas. La producción se piensa para otros fines: ‘El Miró’.

LA FECHA TOPE

No es que los escritores esperen el último día para enviar o llevar en persona el sobre amarillo con un seudónimo a las oficinas de Letras del INAC. Los hacen al final, por revelaciones de ganadores, porque inyecta más emoción.

Una vez que termina junio, las obras inician su propio destino. En el INAC se envía los sobres a los jurados internacionales.

De junio a octubre, regresa la tranquilidad perdida a las mesas de los escritores. Al menos de los que andan en la carrera. Los cinco escritores panameños que aceptaron ser jurados tendrán que leer las 176 obras par ticipantes: 66 libros de poesía, 38 cuentos, 38 novelas, 19 de teatro y 15 de ensayos. Más difusión del concurso y más jóvenes entrando en las letras podrían ser los motivos de este incremento.

Para el mes de octubre, todo vuelve a agitarse. Los jurados internacionales aterrizan con sus propuestas bajo la manga. Los escribas piensan qué harán la noche que se revelan los ganadores. A algunos se los comen los nervios y se quedan en casa esperando que algún colega con nervios de hierro haya ido al anuncio de los ganadores y le peque una llamadita. Por si las moscas, es mejor estar sentando cuando timbre el celular.

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