Un poco de historia para los más chicos

Actualizado
  • 13/03/2014 01:00
Creado
  • 13/03/2014 01:00
PANAMÁ. Dejando de lado las discusiones de los historiadores sobre su origen, podríamos afirmar que el Día de Acción de Gracias comenzó ...

PANAMÁ. Dejando de lado las discusiones de los historiadores sobre su origen, podríamos afirmar que el Día de Acción de Gracias comenzó en Plymouth, Massachussets, en 1621, para celebrar el final de las cosechas.

A partir de entonces, y con el paso del tiempo, se estableció la tradición en Estados Unidos de reunir a toda la familia en noviembre de cada año para compartir una suculenta cena –y el que sigue es el dato que nos interesa- con un pavo como plato principal.

Dos pavos en apuros, la nueva animación de Jimmy Hayward (director de Horton y Jonah Hex), parte de la gran idea de hacer que dos pavos, Reggie y Jake, dos incomprendidos por el resto de la pavada, viajen en el tiempo para modificar el menú del primer Día de Acción de Gracias e impedir que miles de millones de pavos sean engordados y sacrificados para este propósito.

Pero lejos de un intencionado mensaje pro vegetariano –el propio director y también guionista lo aseguró-, Dos pavos en apuros es una historia sobre la necesidad de los protagonistas de modificar la historia, como ocurre en casi todas las películas que cuentan con una máquina del tiempo, como Terminator, Volver al futuro o la recientemente estrenada en Panamá Las Aventuras de Peabody y Sherman.

Todo comienza cuando el pavo Reggie (con voz de Owen Wilson en la versión original) recibe el indulto presidencial a ser comido en el Día de Acción de Gracias, acontecimiento que aunque parezca una broma se realiza en la vida real cada año desde que George Bush padre lo instauró en 1989. El año pasado, por ejemplo, el pavo indultado por Obama fue Popcorn (no pregunten quién le puso el nombre), que murió al poco tiempo en la finca presidencial a la que fue llevado.

Pero a diferencia de lo que sucede en la vida real, en la que los pavos de criadero indultados suelen morir al poco tiempo por problemas de salud debido a su engorde, el protagonista de este film es llevado a la residencia presidencial Camp David, en Maryland, y pasa sus días pidiendo pizzas a domicilio, mirando telenovelas y relajándose cada vez que la caprichosa hija del presidente se lo permite.

Al menos es así hasta que es secuestrado por Jake, un pavo con porte militar y único integrante de una organización llamada Frente de Liberación de Pavos, que lo fuerza a acompañarlo al pasado para eliminar a su raza del menú principal del primer Día de Acción de Gracias de la historia. Un objetivo difícil, sin duda, y que sólo podrán llevar a cabo con la máquina del tiempo que –quién no lo imaginaba- el gobierno estadounidense ya inventó y mantiene escondida en las instalaciones presidenciales.

Sin quererlo, Reggie pasa de su cómoda vida con honores de monarca a ser perseguido en el siglo XVII por colonos británicos que quieren utilizarlo como banquete para la gran fiesta. Pero el impulso del comienzo pronto empieza a decaer y algunos giros narrativos que funcionan bien para los grandes terminan complicando un poco la trama para los más chicos.

Es interesante que el aparato ovalado que utilizan para viajar a 1621 tiene ciertas similitudes con la máquina del tiempo de Las aventuras de Peabody y Sherman, la adaptación al cine de la serie sobre el perro genio y su hijo humano que se estrenó hace unas semanas en Panamá. Y también lo es que las dos animaciones, cada una en su forma, se encargan de ridiculizar a figuras y eventos del pasado.

Por un lado, desde la crítica a las costumbres. Por el otro, ridiculizando a grandes de la historia como Leonardo Da Vinci, que al parecer sin la ayuda de Peabody nunca hubiera pintado la Mona Lisa, o Robespierre, que aparece como un perseguidor fácil de dejar atrás.

Las dos animaciones, sin embargo, tienen el mérito de lograr algo que suele ser bastante difícil: compartir un poco de historia con los más chicos.

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