El lado oscuro del cine para adultos

Actualizado
  • 29/11/2022 00:00
Creado
  • 29/11/2022 00:00
Con ganancias millonarias, los grandes beneficiados de esta industria son las productoras y los agentes, no los actores, quienes denuncian malos tratos y abusos
La exactriz del cine para adultos, Amara Maple.

“El porno debería ser ilegal”, sentenció la exactriz del cine para adultos, Amara Maple, conocida en la industria del cine 'xxx' como Lana Rhoades, durante su participación en el podcast 'The Skinny Confidential Him & Her', a la par de asegurar que no cree que el porno sea “bueno para nadie”, dado que es “todo falso”.

La industria del cine para adultos genera entre $10.000 y $14.000 millones, aseguran estimaciones del FBI; pero los grandes beneficiados son las productoras y los agentes, no los actores que tienen sexo delante de las cámaras.

Según Maple, la idea que tenía de la industria era muy diferente cuando firmó su primer contrato con una productora a los 19 años, pues confiesa que de pequeña quedó fascinada con la “glamorosa” vida que tenían las novias de Hugh Hefner, fundador de la conocida revista Play Boy, en la serie The Girls Next Door. “Veía el programa y pensaba... sus vidas parecen tan glamorosas comparadas con la mía”, dijo, algo que la motivo a aspirar a ser una conejita de Play Boy.

El psicólogo clínico, Álvaro Gómez, explicó a La Estrella de Panamá que muchas de las personas que ingresan en esta industria lo hacen buscando “validación psicológica”, la cual obtienen sintiéndose deseados sexualmente. El problema viene, según Gómez, en la capacidad de estos jóvenes en prever las consecuencias de sus decisiones a futuro.

“Quería escapar de la situación que tenía en casa”, explicó Maple, quien con 18 años tuvo que lidiar con una hermana que pasó por varios intentos de suicidio. “Aquí tratando de evitar que mi hermana se suicidara todos los días y yo podría estar saltando de un trampolín a una piscina en esta gran mansión.”, detalló.

Una idea que se deshizo con facilidad, al darse cuenta de lo que implicaba esta industria. “Por alguna razón, nunca comprendí que para hacer porno hay que tener sexo con la gente... Realmente no pensé en los actos que iba a tener que hacer para ser una estrella del porno”, explicó, añadiendo que al momento de realizar su primera escena, solo había tenido sexo con una persona.

Pese a esto, no se puede negar que tuvo 'éxito' como actriz 'xxx', pues en los ocho meses que duró su carrera profesional se consolidó como una de las actrices más cotizadas del mercado, grabando 250 películas. “Creo que sigo siendo la número uno en todos los sitios. Es una locura tomar una decisión cuando tienes 19 años y convertirte en la mayor estrella del mundo cuando no tenías intención de hacerlo”, cuestionó.

Para Gómez, este deseo de “validación”, que lleva a muchas personas a integrarse a este sector, es particularmente riesgoso. “Se puede reforzar la idea de que el valor personal depende de su popularidad en el público, esto puede llevarlos a realizar escenas más peligrosas cada vez con la intención de mantener ese deseo/valor personal”.

Rhoades define su paso por esta industria como un “circo”, puesto que como actriz se tenía que preguntar constantemente ¿qué cara debía poner?, ¿qué sonido debía hacer? y ¿cómo podía mejorar la escena?, catalogando la totalidad de la experiencia como “traumática”.

En relación con esto, Gómez explicó que es posible desarrollar síntomas relacionados con traumas en este negocio, por transgresiones menores sostenidas en el tiempo; por ejemplo, participar en comportamientos que realmente no se desean pero se hacen por obligación de contrato o por necesidad psicológica, económica u otra.

Otro elemento de la industria que la exactriz cuestionó fueron los agentes, pues afirma que a estos “no les importan” las chicas que representan y solo se enfocan en las exigencias de las agencias de cine y de los productores. “Saben cómo manipular y retorcer la mente de los jóvenes... para hacer estas cosas”, agregó.

También ha señaló el daño que esta industria ocasiona en el cuerpo de las actrices. “Están sucediendo cosas realmente locas que dañan los cuerpos de las personas por el resto de sus vidas”, dijo, aclarando que ella no tiene lesiones físicas producto de porno, pero si emocionales.

Otra actriz que se ha manifestado es la libanesa Mia Khalifa, quien pese a tener un breve periodo dentro de esta industria a finales de 2014, ganó notoriedad mundial al participar de una escena para adultos portando un hiyab islámico, lo que ocasionó que recibiera amenazas de muerte, de parte de simpatizantes del Estado Islámico.

Khalifa hizo un recuento de su paso por el cine 'xxx', durante una entrevista en el programa Hard Talk de la BBC. Alegando que la decisión de hacer porno le “explotó en la cara”.

La joven libanesa dijo que cuando se graduó de la universidad sufrió un cambio físico considerable, bajando casi 50 libras y operándose los senos para combatir un periodo de inseguridad que estaba atravesando. Esta transformación hizo que se convirtiera en el centro de atención de muchos hombres, algo que reconoce “no quería que acabara”.

Con este cambio físico llegaron propuestas de modelaje, las cuales desembocaron en su inserción dentro de la multimillonaria industria 'xxx'. “Siento que aquella chica no tenía las herramientas para identificar que se estaban aprovechando de ella y que lo que le dijeron eran mentiras. Tal vez no mentiras, pero tratar de manipularme para que hiciera lo que ellos querían”.

Aunque Khalifa no se ve a sí misma como una víctima, pues señala que “tomó sus propias decisiones”, sí reconoce que fueron "terribles decisiones". Decisiones que la llevaron a recibir amenazas de muerte, tras filmar una escena sexual utilizando un hiyab islámico, algo que ocasionó el “repudio” de su familia cuando se enteraron de lo sucedido. “Me sentí completamente alienada, no solo por el mundo, sino también por mi familia y las personas que me rodeaban. Especialmente después de dejarlo, cuando aún estaba sola”, confesó.

Las personas que forman parte de esta industria tienen que lidiar con la estigmatización propia de su profesión, dijo el psicólogo Gómez, cosa que no es fácil, pues esta se vuelve parte de la identidad de la persona y sí les acaba definiendo.

“La pornografía es una expresión de deseos sexuales humanos que normalmente se rechazan durante el día para poder funcionar. El estigma viene en parte por eso, porque la pornografía puede mostrar a las personas deseos que no quieren ver o que necesitan dosificar para poder funcionar en sociedad, trabajar, estudiar, construir familias, etc”, concluyó el especialista.

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