Memoria y ficción literaria

Actualizado
  • 26/10/2014 03:00
Creado
  • 26/10/2014 03:00
La obra — Las canciones que el público prefiere

El primer recuerdo que tiene el profesor Ariel Barría con la literatura es a su padre leyéndole Las aventuras de Tom Sawyer . Una de las obras maestras de la literatura marcaría al hoy escritor de 55 años, que sumó esta semana su cuarto galardón en los Premios Ricardo Miró.

La obra — Las canciones que el público prefiere, que lo llevó a ser escogido como ganador por el jurado del certamen literario - está basada en otro recuerdo. Cuando tenía poco menos de diez años escuchaba por la radio el programa del mismo nombre, que llegaba a los hogares de la provincia chiricana mediante las señales de ‘La Voz del Barú’. Las declaraciones de amor, las decepciones, los lamentos, llegaban a la cabina en forma de cartas y pedidos musicales de los que luego la audiencia sería cómplice.

‘Lo que hice fue nutrir ese escenario y esa atmósfera con una buena dosis de hechos ficticios, pero posibles, que alimentan la trama’, explica el profesor de español, de semiótica y de redacción creativa en la USMA. Así nace una provincia ficticia llamada Ugarte, que tiene un volcán y un valle, colinda con Costa Rica y está cerca de Panamá. El autor detalla que en este escenario ocurre una sublevación de terratenientes y campesinos que son reprimidos por las fuerzas militares. En medio de esta ‘guerrita absurda’, los rebeldes hacen uso del programa de dedicatorias de la única emisora existente en Ugarte, La Voz del Valle, para mandar mensajes cifrados en la letra de canciones.

Según revela el docente, cerca de 180 páginas envuelven algunos elementos como amores pueblerinos, intriga política, un hecho paranormal y un periodista centroamericano que indaga sobre las historias de la guerra, su propio pasado y acerca de un tesoro enterrado.

Los hechos no se cuentan en secuencia y los capítulos no tienen numeración, sino que cada episodio en realidad es un archivo adjunto de correo electrónico que intercambian el periodista centroamericano con un receptor innominado. Y a los títulos los acompaña un resumen sardónico ‘remedando el modo en que Cervantes hacía lo propio en Don Quijote —dice el también promotor cultural—. No se crea que esto hace difícil de leer la obra, porque los hechos aislados se unen empleando rasgos humorísticos haciendo que la lectura suceda sin contratiempos’.

La pluma de Barría brilla desde la escuela. Se hizo con varios concursos literarios durante esta época e incluso cuando se paseaba por los pasillos de la Universidad de Panamá, de donde se graduó en Humanidades. Pero sin duda su consolidación se da en el 2000, en el que conquista el Ricardo Miró con su novela La loma de cristal . Y en 2006 hizo lo propio en dos categorías, Ojos para oír le valdría la distinción en la sección de cuento, y La casa que habitamos en novela.

Sobre su última obra comenta que el uso de recursos contemporáneos, tanto en lo estructural como en el contenido y la manera de abordarlo, la apelación a lo visual, y a la complicidad con el lector, son rasgos que comparte con sus obras anteriores. Añade que cuando le puso punto final al escrito, se lo entregó a su esposa. ‘También es escritora y sabe de estas cosas. Me detectó varias fallas elementales de forma, que pude corregir a tiempo. Ella es la única que ha leído esta novela aparte de los jurados’.

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