Oaxaca, tradición, sentir y religión

Actualizado
  • 19/04/2015 02:00
Creado
  • 19/04/2015 02:00
La historia viva encarna en los telares y en las tumbas de Mitla. O en las piscinas de piedra caliza que el agua ha formado durante milenios

A llí estaba, una vez más, perdido entre la gente, sin idea alguna de hacia dónde ir. Lo único que tenía claro era que debía saciar el hambre producida tras seis horas de viaje por carretera. Al parecer, me dirigía al sitio indicado, ya que Oaxaca de Juárez es, según los viajeros expertos, la capital gastronómica de México.

A falta de mapa, los locales son la mejor brújula.

-¿A dónde recomienda comer?

- ¡Orale güerito!, el 20 de noviembre les va a gustar. Queda doblando aquella esquina. Allí venden unas carnes, ¡que hijole!, pa' que les cuento…, indicó una vendedora de artesanías, que, a la muy útil recomendación, le agregó una oferta para adquirir, desde ese primer momento, un hermoso recuerdo de Oaxaca.

El mercado 20 de noviembre, del cual habló la artesana, es conocido también como el mercado de las comidas. Su construcción duró, coincidentemente, 20 años. Se encuentra ubicado a dos cuadras del Zócalo de Oaxaca y aunque, es un poco raro de creerlo: fue un convento.

Quesillo, Mole, Mole negro, mole rojo, mole del bueno y… del no tan bueno, pero mole al fin. Panes artesanales, tortillas, tlayudas (benditas y deliciosas tlayudas), agua de horchata, de jamaica, y un niño corriendo entre el pasillo de las carnes asadas.

Varias piñatas, colgando del techo, rodeadas de guirnaldas de colores (rojo, verde y blanco, como la bandera de México), y un charro con una guitarra entonando el ritmo de la famosa canción Sigo siendo el rey (un himno en el país). Era el momento justo para consumar la primera cita con Oaxaca.

El pasillo de las carnes puede medir no más de 20 metros. Cuenta con alrededor de una decena de puestos de comidas donde lo único que se vende es carne fresca -tocino, tripas, chorizo asado, etc- acompañada por verduras, también asadas, guacamole y pico de gallo. No puede faltar la gota -suficiente, como para nunca olvidarlo- de picante.

Ahí no hay mesas privadas, solo comedores comunes, ideales para hacer nuevos amigos. Si la compartes con un local, te habrás sacado la lotería, ya que a los oaxaqueños les encanta hablar de su tierra. Sus experiencias y anécdotas son el referente perfecto para preparar la siguiente aventura.

UN VIAJE AL PASADO

Oaxaca es historia pura. Sus 65 etnias indígenas han sido reconocidas por el gobierno federal, lo que garantiza que la visita a este estado será lo más parecido a viajar en una máquina del tiempo, una que te llevará a la época de la conquista española, dejando en evidencia el porqué Cortés quemó sus barcos al llegar a tierras americanas.

La historia viva encarnará en las joyas del ingenio humano como los telares y las tumbas de Mitla (ciudad de los muertos, en español), o naturales como los manantiales de ‘Hierve el agua' y el antiguo árbol de ahuehuete o ‘Tule'.

La aventura del segundo día en Oaxaca comienza en Teotitlán del Valle, en lo que se cree que fue el primer pueblo fundado por lo zapotecos en 1465. Teotitlán del Valle o Teocaltitán, en lengua natal náhuatl, está ubicado al suroeste del centro de Oaxaca. Allí se llega por carretera, en la vía Panamericana. Su clima es desértico, lo que se traduce en mucho calor de día y un frío invernal por la noche.

Tanto historiadores como arqueólogos aseguran que este sitio es el más rico en costumbres, probablemente en todo México. Sus tradiciones, que datan de la época de la colonia española, se han ido fusionando, con el pasar de los años, con las costumbres de los colonizadores, quienes actualmente viven en completa armonía.

La principal actividad económica de Teocaltitán es la industria textil. Durante siglos este pueblo ha trabajado la lana de las ovejas para confeccionar hermosos manteles hechos totalmente a mano.

La casa ‘El encanto' es probablemente la más famosa cooperativa textil del actual pueblo zapoteco. Allí Carlos David Ruiz recibe a los visitantes, a quienes le muestra la manera como sus ancestros le enseñaron a recolectar, teñir y tejer la lana para hacer obras de arte. A los que traten de imitarlo solo les tomará unos segundos darse cuenta de es una tarea para verdaderos expertos.

El siguiente destino en la carretera será un antiguo panteón, como le llaman a los cementerios en México. El sitio se llama Mitla y fue el núcleo de poder de los zapotecos, luego de la desaparición de Monte Albán. Ahí enterraban a sus muertos en cavernas decoradas con tecas, que servían de tumba para los personajes más importantes de esta cultura.

La zona arqueológica de Mitla fue descubierta en el año 1901 por el mexicano Leopoldo Batres. Según sus textos este sitio es, arquitectónicamente hablando, el más moderno de las civilizaciones indígenas del suroeste de México.

Mitla transporta a una época donde el oro y el lujo era incalculable. Tradición y religión, el único sentir. Es lo que nos sugieren estas perfectas estructuras de piedra colocadas de manera inequívoca.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus