El ayer y sus culecos perfumados

Actualizado
  • 07/02/2016 01:00
Creado
  • 07/02/2016 01:00
A diferencia de hoy, en los carnavales de antaño había agua en abundancia. También elegancia, decencia y mesura, pero sobre todo buen ritmo 

La entrada a los toldos costaba un ‘cuara'. Adentro las parejas, bailaban merengue, salsa, bolero y chachachá. El género lo decidía el maestro de la orquesta, con una seña que le hacía a los músicos. Todos en el público iban bien ‘chaneados', como correspondía a un espectáculo internacional. Se bailaba cachete con cachete, pero manteniendo la cortesía en todo el momento, bajo la vigilancia atenta de los padres.

Afuera, de los balcones caía serpentina en abundancia, tanto que cubría los talones de los convocados por el Dios Momo. El agua tampoco escaceaba. Incluso podía caer perfumada o teñida con añil. Así fueron los carnavales con los que creció Raúl Ortíz, el director de la ‘Súper Orquesta', que entre las décadas de los cincuentas y setentas se mantuvo como una de las más renombradas, ‘presentándose en los toldos y salas de baile más exclusivas de su época', de acuerdo con el melómano Mario García Hudson.

El colectivo musical es calificado por García Hudson como ‘una orquesta de transición', entre lo que el autor cataloga como la época de oro de los carnavales, que tuvo lugar en los cuarentas y los cincuentas (considerada todavía como ‘una época gloriosa en términos de carnaval y orquesta panameña'), y las fiestas que se llevan a cabo por estos días. Los carnavales de antaño, antes de la sequía, del Zika y de las contrataciones millonarias de artistas.

‘En ese tiempo los carnavales eran en ‘La Central', con carros alegóricos y comparsas como ‘Los condes', ‘Los reyes' y ‘Los campesinos de ‘El Chorrillo'... La gente salía contenta de los toldos a comprar pan caliente... A pesar de que era de madrugada, no había ningún maleante ni ladrón', rememora Raúl. El contraste con las actuales festividades de Momo es marcado.

UNA ORQUESTA DE AMIGOS

Fue precisamente en uno de esos carnavales, en la década de los cuarentas cuando la ‘Súper Orquesta' de Raúl Ortíz comenzó a tomar forma. Durante los carnavales de la ‘Victoria', con los que se festejó el fin de la Segunda Guerra Mundial, la madre de la reina Marcela Cucalón buscó a Raúl y a algunos de sus amigos para que la acompañaran durante las presentaciones. Apenas eran unos pela'os, pero poco a poco fueron consolidándose como conjunto.

El futuro director de orquesta conocía a los músicos de la época, a los que comenzó a reunir poco a poco. En el club ‘La Restinga' tuvieron su debut, en las fiestas patronales de la Virgen del Carmen de Taboga. ‘Comenzamos con 10, al final terminamos con 18... Estaba Antonio García Paredes en la trompeta, Alexis Castillo, tremendo trompetista y arreglista, etc. Nos presentamos en ‘El rancho', ‘El atlas', ‘El jardín Balboa'... No hay lugar de la República donde no hubiésemos tocado', precisa el intérprete santanero.

CANCIONERO DEL PUEBLO

‘Ortíz se caracterizó por rescatar el talento nacional, por tratar que los músicos fuesen de calidad, estudiaran y tuvieran un nivel ético... Buscaba siempre la innovación con sus temas musicales, que respondían a su época', destaca el historiador César del Vasto.

Hoy en día, cuarenta años después de haber dejado de tocar, con 11 hijos de seis mujeres diferentes y una acogedora residencia en Brisas del Golf, el músico todavía escucha, en el reproductor de DVD de su sala, algunos de los éxitos que lo llevaron a él y a sus compañeros a alcanzar la notoriedad. Cada canción va acompañada de una historia: ‘La era del botón', que registró la aparición de los ‘push button', ‘La última lona' -es cuando los carros ya tienen las llantas lisas, cuenta-; ‘Vaya a'lante', ‘Mi china dice' y ‘La coquetona', entre otras.

ETIQUETA DE CARNAVAL

‘En esa época la gente iba ‘superelegante' a los bailes. Eran cuatro días en los que tenías que andar con tu mejor vestimenta. Si una chica se ponía un pantaloncito corto ni la volteaban a ver', afirma García Hudson.

‘Los caballeros iban vestidos, con los zapatos bien limpios, no usaban aretes... Las mujeres andaban bien arregladas, nada de barriga afuera... Ahora bailan en camiseta, en chancletaa, en short', comenta Raúl que, con sus ‘indian shoes', medias con rayas, camisa con círculos azul y crema, con un bolsillo de donde sobresale una pluma engastada en madera, sobrelleva la vejez con moderada distinción.

Al músico le cuesta entender a las presentaciones artísticas que tienen lugar hoy en los carnavales, ‘donde vienen artistas internacionales y nadie baila, todo el mundo se queda mirando frente a la tarima... Se ha perdido la conexión entre el público y el artista'.

El ganador del Premio ‘Búho de Oro' añade que también las parejas en la pista han perdido la sincronía. ‘Ahora cada una baila por su lado', enfatiza Raúl.

Para Del Vasto las deslucidas fiestas carnestolendas de la actualidad son producto de una ‘descomposición' que comenzó a tener lugar cuando se fueron perdiendo las normas. ‘Las autoridades exigían un comportamiento, control por parte de las comparsas... Eso se fue perdiendo a finales de la década de los setentas y ochentas', manifiesta el autor.

La supervisión no provenía exclusivamente de los agentes del orden público, sino también de las propias familias. ‘Antes se pasaban los carnavales en familia, y los padres cuidaban que sus hijos no incurrieran en actos fuera de lo normal', plantea.

A esta descomposición hay que añadirle una ‘mentalidad de puerto, ‘transitista”, que es inherente al panameño, un ‘sistema de consumo' que le ha restado brillo a los carnavales que se celebran en las ciudades de Panamá y Colón, con el interior del país preservando parte del esplendor de antaño.

A ‘CUARA' EL TOQUE

Los costos de las presentaciones artísticas también han variado. En los tiempos en que tocaba la ‘Súper Orquesta', la entrada a los toldos era a ‘cuara'. Los conciertos internacionales, acompañando a artistas como Celia Cruz, Daniel Santos, Nelson Pinedo, Vitín Aviles, Roberto Ledezma, entre otros, podían costar tres dólares, como máximo. ‘Ahora los pela'os quieren ir a espectáculos que valen 10, 15 dólares o más', asegura el veterano director musical.

Para Raúl son tiempos que no volverán, porque ‘orquestas en Panamá no hay, al menos no como la mía, con cinco saxos, trompetas, trombón... ahora existen grupos que tocan bien y acompañan a los artistas, pero no son orquestas'. Recuerda que cada una de estos colectivos musicales contaba en sus filas con tres cantantes y un corista. Cada uno tenía su especialidad: guaracha, merengue, boleros, etc. Adicionalmente, la ‘Súper Orquesta' tocaba vals, pasillo, merengue, foxtrot , danzón, chachachá, etc. Un ‘cuara' bien gastado.

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RETROSPECTIVA

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