Esa cosa llamada cultura

Actualizado
  • 12/06/2017 02:00
Creado
  • 12/06/2017 02:00
La cultura envuelve casi todos los aspectos de la vida humana

Por estos días, la palabra cultura antecede a casi cualquier otra. Se habla de ‘cultura empresarial', ‘cultura de masas', ‘cultura de la violencia', ‘cultura de consumo', y prácticamente lo que se nos ocurra. En 2015, cuando se propusiera por primera vez la mal llamada ley antipiropos, las redes sociales se encendieron en debate. En medio de las discusiones, algunos decían que el piropo tiene una raíz cultural, pero otros se preguntaban, con obvia molestia, qué tenía que ver el acoso callejero con el teatro o la danza. La raíz de una confusión como esta, es que predomina la idea de cultura como sinónimo de una sinfonía, una novela de García Lorca, el ballet ruso o una muestra de pinturas de Olga Sinclair. Pero, si te preguntaran cuál de las siguientes opciones encaja con la definición de cultura, ¿cuáles marcarías?: un baile de Ulpiano; los peinados de la comunidad afro; las fiestas patronales; usar a mujeres en bikini para vender cerveza; el acordeón en el jingle de un supermercado; teñirse de rubia para parecer gringa; la chicha mascada de los pueblos indígenas; la telenovela turca del momento; ser PRD, Panameñista o CD, o algo tan cotidiano como peinarse. Si respondieras ‘todas las anteriores', estarías en lo correcto.

La cultura envuelve casi todos los aspectos de la vida humana. Es un diálogo constante y una transformación mutua entre las personas y su entorno. Dice el famoso mantra que la educación viene de casa, pero la cultura también tiene una dimensión educadora en tanto fábrica de subjetividades y maneras de entender el mundo, prácticas, gustos y opiniones. Incluso en el nivel más general, nos daremos cuenta de que pocas cosas son realmente personales o individuales si comprendemos que la cultura se produce (y se reproduce) colectivamente, a la vez que está en un constante movimiento que es todo menos lineal.

Hasta la práctica más solitaria lleva el ADN colectivo que da a la cultura un significado social y, en consecuencia, político. Que la pollera se posicione como símbolo de la cultura panameña, y no la enagua indígena o la pollera congo; o que los canales nacionales muestren unos programas en lugar de otros, no es accidental, sino el resultado de tensiones invisibles entre los intereses contrapuestos de quienes conforman una cultura. Así se genera este entramado de significados socialmente construidos y mediados por nuestras interacciones, nuestro lenguaje, los medios de comunicación y la propia ciencia.

Al igual que en el resto de Latinoamérica, hace 500 años fuimos introducidos abruptamente a lo que conocemos como modernidad, y con ella iniciaría el proceso de convertirnos en una sociedad que se niega a sí misma. Con frecuencia, cuando un panameño quiere justificar la creencia de que en su país ‘no hay cultura', lo primero que hace es citar la tan popular historia de que durante los saqueos de la Invasión, ninguna librería fue asaltada. Pero no fue por incultura, sino porque la gente buscaba artículos de primera necesidad luego del bloqueo económico iniciado por los Estados Unidos en 1988, y satisfacer sus ansias de consumo ante el bombardeo mediático que promovía el American way of life. ¿Te imaginas a la gente con la euforia del momento, entrando en las librerías y tomándose el tiempo de elegir a qué autores llevarse o qué títulos se veían más interesantes?

No somos incultos por no haber saqueado librerías, y mucho menos por no parecernos a las grandes capitales occidentales que extendieron su sombra sobre Latinoamérica para llegar al desarrollo del que gozan hoy. Ni más ni menos, somos una sociedad marcada por el colonialismo español y luego el estadounidense; por el papel de business hub al que nos ha relegado nuestra posición geográfica, y por los procesos sociopolíticos que fragmentaron al país en zona de tránsito, mundo rural y mundo indígena, territorios en permanente conflicto social. Pero más que señalar culpables porque sí, se trata de entender las raíces estructurales de aquello que nos define –y por qué en Panamá no se lee más y algunas artes se mantienen en estado embrionario–, si queremos que algo cambie.

Está claro que la cultura abarca más de lo que se suele pensar, y que es fácilmente una de las palabras más difíciles de definir en cualquier idioma, pero te proponemos que nos acompañes todos los lunes a reflexionar sobre ella y su relación con la sociedad, la economía y otras cosas que tal vez no imaginabas.

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