El contexto del poeta

Actualizado
  • 18/11/2018 01:00
Creado
  • 18/11/2018 01:00
El académico Pedro Rivera ofreció la conferencia ‘Gaspar Octavio Hernández: texto y contexto', en conmemoración del centenario de la muerte del poeta y como un homenaje al Día del Periodista

Es imposible referirse a los personajes de la historia, sean políticos, escritores o artistas, fuera de un contexto. ¿Por qué? Porque los seres humanos somos producto directo del entramado social, cultural, político, geopolítico e histórico en el que vivimos.

El contexto manipula nuestra sensibilidad, eleva, disminuye o destruye nuestra creatividad, estimula o anula nuestra capacidad de pensar. Potencia nuestro interés o desinterés por el conocimiento, la cultura, la justicia, incluso el amor y el amor a la patria.

En otras palabras, el contexto nos crea. Somos lo que el contexto hace de nosotros fuera de la ideología.

‘Aunque Gaspar Octavio Hernández completó solo 3 años de escuela primaria, convergieron a su favor cinco factores: inteligencia, vocación, voluntad, oportunidad y en los labios, el sabor de la palabra'.

Es por eso que a los personajes históricos emblemáticos, en este caso, Gaspar Octavio Hernández se los debe estudiar en el mundo en que vivieron, no en el mundo en que vivimos nosotros. Por esa sencilla razón, los veinte minutos que tengo para exponer, debo ubicar al poeta en el qué, en el dónde , en el cuándo y en el porqué.

Empiezo por decir que Gaspar Octavio Hernández nació en 1893, tenía 10 años cuando Panamá se independizó de Colombia. En 1903 la población de Panamá era de solo 300,000 habitantes. Para ubicar a l poeta estoy tratando de decir que en todo el país, de Punta Burica a Cabo Tiburón había 300 mil habitantes. Esa población es la que habita hoy en el distrito de San Miguelito. Pero ya desde aquella época Panamá vivía bajo el paraguas de la Doctrina Monroe.

Era un país pobrísimo, no pobre. Gaspar describe tangencialmente esta realidad en el discurso que pronunció ante la tumba de Darío Herrera, pero es como si estuviera hablando de él mismo. Describe ‘unos escasos centros de educación, abatidos los caracteres, analfabeta el 90% de la población. En ambientes como ese, el ángel de la poesía era desconocido, a penas si se escuchó el vuelo casi imperceptible'. En ese ambiente jugó, creció, se desarrolló.

Eso significa que al iniciarse el siglo XX, solo 30 mil panameños sabían leer y escribir en todo el país. Debíamos imaginar entonces, que en la capital del Istmo —el casco Viejo y arrabales—, vivirían unos 15 mil panameños que sabían leer y escribir; alfabetizados.

En aquella época las plazas de trabajo orgánico, concentradas en la zona de tránsito en un país diezmado por la malaria, la fiebre amarilla, la tuberculosis, cólera, disentería y otras, eran ocupadas por los trabajadores e intelectuales procedentes de Las Antillas, Europa y Asia.

Era un país casi despoblado, los recursos obreros e incluso intelectuales generalmente pasaban por este país, los que venían a trabajar, y los intelectuales que iban de paso. Algunos se quedaban en Panamá y nos ayudaron a construir lo que somos hoy.

Es cosa sabida que la construcción del Canal además de crear una colonia de nuevo tipo en Panamá, cambió el rumbo de la historia del mundo, afectó al resto de la humanidad y jugó papeles estelares en la configuración del imperio estadounidense.

Los panameños y emigrantes panameñizados, a pesar de la dependencia y obvias credibilidades, a pesar del tutelaje imperialista, e injerencista, jamás abandonaron la idea de consolidar el Estado Nacional. Sabían o intuían que eventualmente Panamá alcanzaría su verdadera independencia.

En ese contexto nació y bregó Gaspar Octvio Hernández. En 1904, cuando Gaspar tenía 11 años, sus hermanos mayores Dimas y Adolfo se suicidaron. Era una familia típica de los arrabales. Su padre era un casquivano, buena gente, mujeriego, dicharachero, se llamaba Federico. Este señor abandonó a la madre de Gaspar, que se llamaba Manuela Solanilla y le endosó dos hijos de una relación anterior. Luego se fue para el país de nunca más volver. Poco después la señora Manuela también falleció.

Este panorama familiar obligó a Gaspar Octavio Hernández a abandonar sus estudios después de cursar el tercer grado de escuela primaria. Pero convergieron a su favor cinco factores: inteligencia, vocación, voluntad, oportunidad y en los labios, el sabor de la palabra.

De aquellos tiempos primigenios rescato la estrofa de un poema donde el poeta rememora su cercadísima infancia; es un poema dedicado a su madre, así dice:

‘de mi niñez amarga solo recuerdo en mi oído/ una canción de angustia y desencanto /cada trémula nota, cada sonido/era como un vibrante anuncio de llanto'.

Estoy convencido de que un poeta como Gaspar Octavio Hernández no nace por generación espontánea. El azar, como todo, en la vida intervino.

En su caso podemos destacar que entre sus maestros figuró el muy renombrado fundador de la escuela de Santa Ana, Don Nicolás Pacheco y también los maestros Antonio Carrillo Vargas y Elvira Ayala. Los dos últimos fueron parte en calidad de suplentes de la Asamblea Constituyente de 1946.

Elvira Ayala fue miembro del Partido Nacional Feminista, fundado por Clara González de Behringer.

Homenaje al periodista panameño

Con un saludo a los invitados por parte del director de la Academia Panameña de la Lengua, Aristides Royo, se inició la velada que tenía como objetivo hacer un homenaje a los periodistas panameños. Royo, destacó el hecho de que reconocidas personalidades que formaron parte de la Academia se desenvolvieron en la labor periodística.

El director hizo entrega a Eduardo Quirós en calidad de de presidente del Forum de Periodistas de Panamá, de una carpeta con una breve historia del periodismo en Panamá, escrita por María T. de Recuero, en la cual figuran los estatutos y el acta de fundación de la primera asociación de periodistas en el país, en la cual figuró Guillermo Andreve como el primer presidente y como secretario de actas, ‘un joven de 23 años llamado Diógenes de la Rosa'.

En esta agrupación, que pudiese considerarse ‘el primer sindicato de periodistas, porque entre los objetivos de sus estatutos estaba el mejoramiento económico-salarial de los periodistas y la lucha por su quehacer cultural, Y en ese entonces, en esa lucha', según explicó Royo, figuraron como socios honorarios Ricardo J. Alfaro, Jeptha Duncan y Samuel Lewis Paredes.

En esta carpeta se entregó también copia del ‘Discurso ante la tumba de Gaspar Octavio Hernández en el décimo aniversario de su muerte', escrito por Diógenes De La Rosa en 1928 y el capítulo sobre Guillermo Andreve, periodista, de la obra que escribiera Concha Peña.

El expresidente de la República presentó al orador de la noche, Pedro Rivera Ortega, reconocido escritor panameño, destacado por sus poemas, cuentos y ensayos, ganador del premio Miró en varias ocasiones.

‘A los poetas muchas veces se les conoce su obra pero muy pocas veces se desconoce el contexto en el cual tuvieron que vivir y cómo producir su trabajo', explicó Rivera como preámbulo a su conferencia titulada Gaspar Octavio Hernández: texto y contexto'.

La velada contó también con la participación de la actriz y profesora Anaís Morán Rovi, quien declamó el poema Canto a la Bandera y de la cantautora Patricia Vlieg, quien interpretó algunas piezas de su más reciente producción, Cabanga, incluyendo una musicalización del poema Alma Patria, de Gaspar Octavio Hernández.

Hay que señalar además la relación de Gaspar Octavio con un señor llamado Mateo Araúz, ex residente de Nueva York, de formación liberal y ex combatiente de la Guerra de los mil días. Este ciudadano, empresario, con cierto talento para escribir versos empleó a Gaspar Octavio como barrendero y luego como cajero en una empresa de préstamos y construcción.

Los biógrafos no lo dicen, pero en el almacén regentado por el Sr. Araúz debió haber libros.

Esta relación con los libres de Gaspar, la manifiesta él mismo en el prólogo de su folleto Iconografía. El poeta, en este caso parafrasea a Demóstenes y dice así:

‘Hoy me preguntan algunos hombres qué es lo primero que necesitan los pueblos para ser civilizados: Leer. Lo segundo, leer y lo tercero, leer'.

Autodidacta, resiliente, una rareza ontológica. Tal vez llegó a ser el mejor periodista de su época. Trabajó en las revistas Ritos y Esto y Aquello con Miró y Geenzier. Fundó el períódico Prensa Libre y fue como todo el mundo sabe, Jefe de Redacción de La Estrella de Panamá. Escribió poesía, cuentos, crónica, necrologías, biografías, discursos, editoriales y crítica literaria.

Sé por experiencia que la pubertad es el tiempo de la poesía, es la hora de la sublimación de lo apetecible e inalcanzable. Y en esas edades el son de la poesía y la aurora sexual emergen entrelazadas. Y, ¿qué es lo dominante en esta encrucijada de la vida? Sexo y poesía. A esas edades Gaspar aprendió a sufrir, aprendió a amar, derramaría las primeras lágrimas, escribiría sus primeros versos.

Gaspar leía com una fiera acorralada, los libros serían su nicotina, pero también frecuentaría etarias extranjeras, sobre todo rubias, en las timbas creadas para la soldadesca norteamericana.

Para muestra, un botón. En 1910, a la temprana edad de 16 años, Gaspar dedicó un poema a una bailarina alemana, probablemente una mujer de cabaret y le dice:

‘prodigiosa alemana que te quiebras/ llena de gracia en el proscenio al blando /murmullo de la orquesta semejando /la más original de las culebras'.

A los 17 años, es un hombre que ya viene de regreso, tiene ya un mundo recorrido, ya a esa edad tiene reminiscencias de una larga vida. Así dice:

‘Surges del fondo en mi estancia y, luego /me arrebatas con ósculos de fuego /que derrite la nieve de mi hastío,/ y posando en mi sien tus manecitas /con voz que es himno de pasión, musitas /amémonos por siempre, dueño mío'.

Como todo poeta principiante debió apasionarse con Gustavo Adolfo [Becquer], aquel de ‘Volverán las oscuras golondrinas' o con Porfirio Barba, aquel de ‘hay días que somos tan sórdidos, tan sórdidos...', o con Asunción Silva, aquel de ‘y era una sola sombra larga, y era una sola sombra larga...', o con el prosista José Martí, aquel de ‘los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas', y por supuesto, con el maestro Rubén Darío, aquel de ‘Margarita, está linda la mar'. Leía a Oscar Wilde, el de El Retrato de Dorian Gray , a Heinrich Heine de El Libro de las canciones a Charles Baudelaire de Las Flores del mal y a Edgar Allan Poe de El Cuervo .

Concomitante con la tendencia a la erudición enciclopedista, América vivía la era del modernismo. Rubén Darío puso a nuestra América en el mapa literario del mundo. Se trataba de una corriente literaria preciosista, luterana, moralista, exotista, aristocrática, esteticista. Gaspar se alineó a esa tendencia.

Antes y después de la independencia de Panamá de Colombia, después de la inauguración del Canal en 1914, hubo roces permanentes entre las autoridades de la Zona del Canal y las autoridades panameñas y así como hubo roces entre el pueblo y la s autoridades de la zona del Canal y Panamá. ¿Como no iba a haber roces si los hubo antes y después de la firma de los tratados Hay Bunau Varilla? Por otro lado, con el vértice de los siglos XIX y XX se configuró y desencadenó la Gran Guerra. emergieron nuevos centros de poder, se creó un nuevo orden internacional.

De más está decir que las vanguardias políticas culturales y patrióticas de los siglos XX y XXI, generación tras generación, una tras otra, con la exclusión de los fupo adepcionistas participaron en lo que hoy se conoce comunmente como alpinismo generacional.

Ya para terminar este vistazo panorámico de la vida y obra del poeta Gaspar Octavio Hernández, que debe ser visto como un abreboca para promover su lectura, leeré en forma espigada un texto de su impronta como maestro del periodismo panameño, titulado ‘Alrededor de la emancipación', que a mi juicio se apega mejor al contexto coyuntural y propositivo de su tiempo. Mucho más preciso y contundente que su ‘Canto a la Bandera'.

‘No hay rendición sin martirio. Para ser libre se necesita, en primer lugar, querer serlo; en segundo lugar, deber serlo y en tercero, no dejar de querer serlo. Panamá quiso ser libre porque debía ser libre. De árboles vigorosos, vigorosos y sanos frutos, de padres dignos y valerosos, muchachos hidalgos y valientes.

Rompimos la cadena española porque heredamos de España el deseo de ser libres y la altivez de poder serlo. Y porque amábamos la gloria, amamos a Colombia y la Patria fue hacia Colombia tal como pequeña hermana acude a la primogénita de una familia buena en busca del valor y el amparo. Y al llegar al lugar de la hermana y sentada a la mesa vio malas caras, oyó ásperos gritos e injurias vio crisparse muchos enemigos en su contra, y en vez de pan le dieron maíz viejo; en vez de vino, vinagre. Como no podía vivir en la ignominia, porque de España aprendió a ser altivo, volvió a su propia casa y abandonó la casa de su hermana'.

Un pueblo no puede ser mera agrupación de talibanes obsesionados únicamente por la idea de lucrar, ordeñando vacas y especulando en todos los órdenes de la idea de los negocios.

Si despreciamos el cultivo del espíritu, si ante el escudo de Minerva preferimos el caduco de Mercurio, el día llegará en que nuestras instituciones nacionales desaparecerán náufragos infelices en el revuelto mar de los intereses económicos y morales de pueblos más diligentes y educados que el nuestro. Y por ignorar el concepto de Patria, ignorancia proveniente del desprecio que demostraron siempre por las sagradas cosas que reclaman la atención del alma, la Fenicia desapareció en la mar oscura de los tiempos dejando solo una siniestra estela de cobardía y ruina.

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