‘El queso luna '

Actualizado
  • 03/01/2019 01:03
Creado
  • 03/01/2019 01:03
Así al llegar la noche, que era de luna llena, se encuentra sobre una colina que al bajar daba a un espejo de agua, donde pasaba el río.

No fue la única vez que llegaba la tardecita y que el Tío Tigre caminaba con el estómago vacío y con un hambre atroz en busca de algo qué comer y sin poder encontrar nada para alimentarse.

Así al llegar la noche, que era de luna llena, se encuentra sobre una colina que al bajar daba a un espejo de agua, donde pasaba el río. Parando sus orejas al viento, escucha una lejana melodía. Decide acercarse, con cautela, notando que en una especie de playita de piedra a orilla del espejo de agua se encontraba reposando el Tío Conejo, que tenía en boca una armónica, tocando las notas de una divertida cumbia montijana.

Tío Tigre en silencio, paso a paso, se acerca al Tío Conejo y de improviso le salta arriba y lo coge por el pescuezo y comienza a gritar de contentura:

-‘Ayyyy', hoy, finalmente, me haré una rica cena digna de un gran señor de la jungla'-. El conejo se sentía tan apretado en el cuello, que no podía hablar y solo gemía y gemía.

-‘Y me haré un sabroso sancocho de conejo'-continúa diciendo el Tigre y el pobre Tío Conejo pataleaba por todos los lados, tratando de deshacerse de tan duras garras.

El Tigre se da cuenta de que Tío Conejo quería decir algo y lo agarra por las patas, soltándole el pescuezo, y Tío Conejo comienza a gritarle:

-¡No, no!, nombe, Tío Tigre, si la carne de conejo es dura como la piedra'- y Tío Tigre lo mira a los ojos y le dice:

-‘No comiences con tus mentiras, ya que siempre me engañas con tus tonterías y tus enredadas palabras'.

Lo que pasaba era que el Tío Conejo siempre lograba, con mucha facilidad, engañar al Tío Tigre, debido a que el Tigre era fuerte, potente, pero muy ingenuo. El conejo, siendo un gran parlanchín, lograba siempre resolver las situaciones a su favor.

Y el Tío Conejo le dice:

-‘Un gran señor, como usted, rey de la jungla, propietario de todas las tierras de las provincias centrales. Uno que comanda desde los cocotales y los manglares de La Tronosa de Tonosí, hasta las cordilleras de Santa Fe, no puede contentarse de carne de conejo. Usted merece algo más digno de su linaje y de su estatura'- los ojos del Tío Tigre comenzaron a brillar e inmediatamente responde:

-‘¿Entonces, me como tres o cuatro conejos, pero dónde lo encuentro?- y el conejo, preocupado, responde:

-¡Oiga no!, le he dicho que la carne de conejo es dura como la piedra, agria, mala y es comida de muerto de hambre y usted merece un manjar más delicioso' -.

El Tigre agitando por las patas al conejo, le grita: -‘¡Basta, basta! Hablas mucho. Soy yo quien se muere de hambre y me lo voy a comer de una vez'-

El Tío Conejo, preocupado, comienza a gritarle:

-‘Un gran señor como usted no puede bajarse a tan vil situación. Lo hemos elegido el Rey de la Jungla, por su gran potencia y por ser el mejor cazador de las tupidas selvas'.

Y el Tigre, enloquecido, no oía palabra y seguía repitiendo:

-‘Yo tengo hambre, tengo hambre y te voy a comer'.

En verdad el Tigre era coherente con sus acciones, porque en la naturaleza de las cosas, el tigre seguía su instinto, mientras que el pobre Tío Conejo trata sacar el arma con la cual el creador lo había dotado: la capacidad de poder explicar, confundir, aclarar. El don de la palabra , el poder hablar. Y es, así, que comienza a decirle con tono pausado y convencedor:

-‘Mire, Tío Tigre, seguramente si usted me come, no quedará saciado y sin hambre. Además, perderá el bien más precioso que hay en esta tierra, su peor enemigo, que le hace pasar por grandes batallas y ¿qué sería, este mundo sin nosotros?'.

Un silencio tumbal cubre la escena, y Tío Conejo continúa:

-‘Pero si le digo que yo tengo el manjar más bueno que hay en este mundo y se lo entrego, ¿me dejará libre?'.

El Tío Tigre responde:

-¿Cómo un manjar?, si me da ese manjar yo le doy la libertad de una vez.. El Conejo sacó de su chácara un queso redondo, hecho en San Francisco de la Montaña y, de una vez, lo parte en mitad y le da de comer al pobre Tigre, que con una mordida veloz, comienza a comer y a decir:

- ‘Ummm, qué delicia, qué delicia'- Y el Tío Conejo le da todo el resto del queso y le dice:

-‘Si quiere, puede comerse uno de estos quesos más grande y delicioso'. El Tío Tigre, agitado, comienza decir:

-‘¿Hay más de estos?, ¿dónde lo puedo coger? Dime, Tío Conejo, ¿dónde lo puedo encontrar?'.

Y el Tío Conejo contesta:

-‘Yo le doy el lugar, pero me tiene que liberar como prometió. Venga acá, mire allí, en el charco. Lo ve, hay un queso grandotote'... Era la luna llena que se reflejaba en el espejo del agua.

‘¿Y cómo hago para agarrarlo, si yo no sé nadar?', dijo Tío Tigre y el Conejo le dice:

-‘Solo siga mis instrucciones, amárrese en su pescuezo una piedra bien grande. Así llega hasta el fondo del río y toma el queso. Todo para usted.

Apenas dicho el secreto, Tío Tigre se pone a reír y amarrando el conejo a un árbol, comienza a decir:

- ‘¡Qué Tío Conejo más bobo, ahora ya sé el truco para comerme el queso y después comerte!'.

Y dentro de su locura, de ser el animal más potente de esta tierra, fue a buscar la piedra más grande que había a orillas del espejo de agua, se amarró lo más fuerte posible y se tiró a lo profundo del río.

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