Los tristes afectos

Actualizado
  • 12/01/2019 01:00
Creado
  • 12/01/2019 01:00
De ‘Rastro de caracol' (1977). Adónde he caído con estos sentimientos

De ‘Rastro de caracol' (1977)

Adónde he caído con estos sentimientos

Adónde han caído

(sí, mis sentimientos, esa palabra sin contenido

Preciso, usada, desprovista de dignidad).

No puedo creer, nunca creí, que el amor es puro miedo,

Espanto a lo desconocido, apego a la gente en busca

De protección llenos de amabilidad y encanto:

...pero quien a solas vive se desliza como las

Gotas de agua

En una masa sin forma, sin percibir una real

Y auténtica relación

Con el llamado mundo exterior que rodea y separa,

Segrega y atormenta.

Mi soledad no es la de un pordiosero

Aunque mendigando me las pasaba sin propiciar burla

Ni atractivo.

Esa soledad ya familiar, la del que vive en este mundo

Ajeno a los elementos que lo componen.

(Poder reconocerse en la relación establecida

Que nos aleje de nosotros,

Internándonos en una vastedad que otra persona encierra

Bajo su piel como la lluvia en la tierra,

E ingresar sin tosquedades a un silencio nuevo y

Desconocido,

Así, juntarnos unos a otros, perfectamente diseñados:

Dejar, en total abandono, las proporciones y las simetrías,

Organizadas tan maquiavélicamente como divinas:

Una destreza sin igual para vincular cuerpos y ánimas,

Pues el cuerpo posee el ciego lenguaje de los objetos

Que se reconocen en el tacto).

¡Malditas sean las leyes de la vida!

Pareciera que se elaboran en una continuidad dada,

En un orden irreversible,

En una complementación sucesiva donde lo que hago

Se vincula a lo que hice,

Del diseño al boceto terminando en la versión final:

Cada tiempo poseía sus condiciones para —obedeciéndolas—

Juntarnos en una relación que los cuerpos como dos soles

Rodaran al vacío sobrepasándonos más allá del cielo

Y el horizonte.

El ordenamiento del tiempo,

Cotidiano y cronológicamente bien distribuido

Evitando errar sin punto preciso / sin vergüenza...

Porque qué hago aquí, adónde me han llevado,

Qué he hecho de mi persona,

Yo que no tuve nada y no podía soportarlo

O lo tuve mal, en el caos, desesperadamente por unirme

A alguien,

He convertido mi vida en ésas que dan rondas a la noche

Buscando huir y negar lo último que nos queda:

Las llamas apagándose y consumidas vemos las cenizas

De una existencia donde nada, sólo las dulces mentiras,

Las despiadadas, las piadosas —y allí la desgracia—

Alteraban los contenidos y las formas espantándola,

Aunque también cobarde, humana, impía, amargamente.

Soy pues el anciano, la vieja, el abuelo de nadie,

Ya que éste que me llama papá no es mi hijo,

Y el muchacho que viene es el muchacho y no

Mi esposa...

ABELARDO SÁNCHEZ LEÓN

Autor

Nació en Lima, un 17 de febrero de 1947. Está vinculado a la Universidad Católica del Perú, donde hizo estudios de Sociología y donde ha enseñado en las Facultades de Arte y Ciencias Sociales. Desde el año 2000 es profesor del Departamento de Ciencias y Artes de la Comunicación.

Ha publicado diez libros de poesía, reunidos, en 2018, en un tomo titulado Poemas reunidos , bajo el sello Lumen, de Penguin Random House.

También ha escrito cinco novelas ( Por la puerta falsa , La soledad del nadador , El tartamudo , El hombre de la azotea y Resplandor de noviembre ). Y dos libros de crónicas: La balada del gol perdido y El viaje del salmón .

En 1980 obtuvo la beca Guggenheim. Ha trabajado por más de veinte años en la ONG Desco y escribe eventualmente en El Comercio sobre temas culturales y deportivos.

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