De cómo dos brujos taimados asesinaron a Pío XII en el Vaticano

Actualizado
  • 09/02/2019 01:00
Creado
  • 09/02/2019 01:00
Estaba cansado de las constantes críticas del Nuncio cada vez que decapitaba emigrantes en la frontera de Haití 

— ¡Mátalo con la mirada! Le ordenó ‘el benefactor de la patria' a su brujo de cabecera, mientras abordaba el avión con destino a Roma. Acto seguido el dictador dio un alarido de júbilo al imaginarse a Pío XII rodar abatido por los disparos del más efectivo de sus sicarios: el brujo Nicodemo. Estaba cansado de las constantes críticas del Nuncio cada vez que decapitaba emigrantes en la frontera de Haití o lanzaba a un opositor a la caldera de un barco. Había devuelto el golpe denunciando al obispo por ser pederasta, pero no era suficiente. Porque a pesar de quemar varios conventos, y de someter a varios sacerdotes a procesos amañados, las críticas del Nuncio seguían redoblando, redoblando, redoblando como un eterno y largo repique de campanas. Por eso decidió enviar un mensaje más contundente al Vaticano, organizando un atentado contra el Papa Pio XII. Pero ‘un acto de tal naturaleza podía tener repercusiones funestas para su gobierno', le dijo su abogado Richard Milhous Nixon. Porque fue muy criticado por el asesinato de las hermanas Mirabal y por el atentado contra el presidente de Venezuela. No obstante, en un rapto de creatividad vesánica, el dictador designó a su brujo de cabecera como embajador en la Santa Sede para que pudiera realizar un atentado síquico contra el Sumo Pontífice.

‘LO ÚNICO QUE CONSIGUIÓ EL EXASPERADO BRUJO FUE LEVANTAR LAS SUSPICACIAS DE LOS RELIGIOSOS. UNOS INTUYERON UN CONTAGIO EMOCIONAL CARGADO DE AMBIGÜEDAD SEXUAL; OTROS ASUMIERON QUE LA MAGNÉTICA PERSONALIDAD DEL PONTÍFICE LO HABÍA DEJADO TURULATO...'

Por eso cuando el brujo caribeño vio al Sumo Pontífice oficiando una misa en el Vaticano, con ojos acérrimos le lanza una mirada capaz de desjarretar a un toro. Pero tras el aojo no sucedió nada. No obstante el susodicho nigromante tuvo una segunda oportunidad para asesinar al Papa cuando lo recibió con loable parquedad, durante una audiencia protocolar como embajador en la Santa Sede. Allí el brujo lo miró y lo remiró y lo volvió a mirar y remirar varias veces con esa mirada de rayo que le dio fama de asesino, pero tras esa contemplación preñada de malos designios, el aojo no tuvo los efectos esperados.

El Pontífice mantuvo la distancia, y escudado en las deferencias se retiró, dejando tras de sí el aire perfumado de santidad. Lo único que consiguió el exasperado brujo fue levantar las suspicacias de los religiosos. Unos intuyeron un contagio emocional cargado de ambigüedad sexual; otros asumieron que la magnética personalidad del Pontífice lo había dejado turulato. Sin embargo uno puede preguntarse: ¿Y si el brujo no pudo mirar directamente a los ojos del escurridizo Papa? Quizás eso explica por qué al aojar al díscolo Pontífice, tan solo logró producirle un ligero hipo.

—¿Un hipo? ¡Un miserable hipo! Es todo lo que has conseguido — le gritó furioso, el dictador por teléfono. —¡Coño! Ese es el hipo más caro del mundo, me escuchas miserable. ¡Es el hipo más caro del mundo! Acto seguido instó al brujo de manera procaz, a que cumpliera con su cometido. Por eso cuando el nigromante solicitó una nueva audiencia, decidió llevar una pistola por si acaso el aojo le volvía a fallar. Pero en el Vaticano le negaron la audiencia. Y para no terminar alimentando a los tiburones en el Canal de la Mona, el brujo pidió asilo en Noruega. Pero lo que el nigromante nunca supo fue que el Papa Pío XII estaba protegido contra maleficios, aojos y otros atentados psíquicos debido a los oportunos conjuros realizados por el médico oficial del Vaticano, el oculista Ricardo Galeazzi, quien le fabricó a su Santidad lentes especiales contra el aojo.

RAFAEL RUILOBA

Escritor

Presidente del Consejo de Escritores y Escritoras de Panamá (Coneyep).

Poeta, narrador, ensayista, crítico literario y profesor universitario panameño, nacido en la ciudad de Panamá el 7 de agosto de 1955.

Autor de una brillante producción literaria que progresa con soltura y fluidez a través de los cauces genéricos más variados. Es considerado una de las figuras cimeras de las letras panameñas de la segunda mitad del siglo XX.

Documentos del Vaticano citados por el historiador inglés John Cromwell, autor del libro La Verdadera Historia de Pío XII , prueban que el pasatiempo favorito del médico de su Santidad, ‘era la clarividencia y la exhibición pública de cualidades esotéricas, emparentadas con la percepción extra sensorial. Muchos allegados del Papa, dice el historiador, inglés, creían que el oculista era un charlatán, dotado de una peligrosa combinación de ignorancia y negligencia, cualidades que venían adornadas con curiosas prescripciones médicas'. Y entre ellas encontramos los famosos lentes contra el aojo usados por el Pontífice. Sin embargo, desde el día en que el papa fue atacado por el brujo caribeño no dejó de hipar. Durante el día y la noche, el hipo no dejó de producirle contracciones en el esófago. El hipo era peor que una tortura china. Informes médicos del Vaticano citados por Cromwell explican que el infortunado malestar se debía a complicaciones del esófago, producidas por la ingestión de enormes cantidades de ácido crómico, utilizado para teñir cuero. Este fue el remedio recomendado por su ‘brujo' de cabecera, para impedir que su Santidad perdiera los dientes y se le alterara la espléndida dicción.

En este punto, uno puede tener una sospecha razonable de envenenamiento por parte del brujo del Vaticano o preguntarse si el hipo era producto del atentado síquico urdido por el brujo enviado por el dictador caribeño. La paradoja es que uno intentaba matarlo con una mirada vesánica; mientras el otro, quería salvarlo dándole a beber una pócima venenosa. Lo cierto es que el oculista fue despedido, por la Santa Sede, argumentando cambios en su personalidad , lo cual era un eufemismo usado para no referirse a su cordura. El doctor Antonio Gasbarrini declaró muerto al Sumo Pontífice, el 9 de octubre de 1958, un año después de ser aojado por el taimado brujo caribeño. La autopsia dice que su Santidad falleció a consecuencia de ‘un trastorno circulatorio'. ¿Otro eufemismo? Sin duda, pero la pregunta cuya respuesta contiene uno de los mayores misterios de la historia del siglo XX es saber ¿cuál de los dos brujos acabó con la vida de Pío XII? ¿Murió por el hipo causado por la destrucción del esófago originada por el ácido crómico recetado por su brujo de cabecera? O, ¿murió por el hipo causado por el dardo psíquico lanzado por el brujo enviado por un dictador caribeño?

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