Cuando el teatro se rebela contra abusos del poder

Actualizado
  • 20/05/2020 00:00
Creado
  • 20/05/2020 00:00
La historia registra a dramaturgos que desde las tablas levantaron su voz contra acciones políticas y económicas que afectaban a las masas. Aquí, cinco de ellos que entregaron su talento a la sociedad. No solo divirtieron a la población, sino que criticaron y denunciaron a opresores

“Habría que cerrar los teatros por un año, y ver si la gente nota la diferencia, y si no, el teatro no está cumpliendo su misión”, Heiner Müller (1929-1995).

Müller, dramaturgo responsable de una de las explicaciones más concisas de la expresión artística: “El teatro es crisis”, realizó un trabajo que buscaba la agitación, aquella agitación que retrata, critica y hace un llamado contundente a la reflexión profunda sobre temas que impactan a la sociedad.

Al igual que Müller, no son pocos los dramaturgos que a lo largo de la historia, más allá de entretener, desarrollar una pasión o carrera y generar ingresos económicos, han identificado y establecido sobre las tablas una vía para criticar acciones nocivas provenientes de poderes sociales, económicos, políticos y hasta religiosos.

El pasado jueves 14 de mayo el mundo teatral perdió físicamente a uno de ellos, Rolf Hochhuth (1931-2020). Una de las figuras clave del teatro alemán de la postguerra. En su obra 'Der Stellvertreter' (El vicario), estrenada en 1963, se confronta el papel que desempeñaron el Vaticano y el papa Pío XII durante los años del nacionalsocialismo, “Pío XII aparece casi como cómplice de los nazis al haber guardado silencio ante el Holocausto, lo que generó fuertes debates justo en una época en la que se agudizaba la confrontación con el pasado nacionalsocialista en Alemania”, reseña EFE.

Hochhuth intervino reiteradamente en la política a través de sus obras dramáticas.

Heiner Müller

Otro dramaturgo con visión crítica fue Juan Radrigán Rojas (1937-2016). Chileno, sin temor a represalias abordó en sus obras teatrales la marginalidad social, asociada al contexto político, económico y cultural de la dictadura militar chilena. Radrigán se distinguió por convertir a marginados sociales en personajes principales y únicos en sus obras.

Según los críticos, 'Hechos consumados', la historia de Emilio y Marta, dos mendigos que conversan sobre la realidad del país durante el gobierno de Pinochet, es una de sus obras más relevantes.

En la obra Emilio rescató a Marta de morir ahogada en el río, en lo que él cree fue un suicidio. Lo que no sabe es que Marta fue arrojada allí por los militares, tras ver cómo secuestraban a alguien.

Rolf Hochhuth

“La magia es que ni en esta ni en ninguna de sus siguientes obras Radrigán nombra a Pinochet o a su gobierno. No lo necesita. Describir el día a día de sus personajes condenados a la miseria es suficiente para que flote el contexto”, recoge BBC Mundo.

“A pesar de la reconocida importancia histórica de su obra”, añade el medio, “Radrigán siempre aclaró que no se consideraba un escritor político”.

Radrigán no fue el único dramaturgo chileno que sobresalió por darle un matiz crítico a su trabajo con el fin de impulsar cambios positivos a favor de la sociedad.

Egon Wolff, dramaturgo chileno también, se centró en retratar a la burguesía de una forma muy cruda. Hijo de un ingeniero alemán inmigrante en Chile y de una dueña de casa chileno-alemana. Según la prensa internacional, tuvo una dificultosa infancia lo que más tarde lo llevaría a reflexionar sobre las condiciones éticas de la élite socioeconómica de finales del siglo XX y principios del XXI en Santiago.

Entre sus creaciones destaca la tetralogía de Los invasores (1963), Flores de papel (1979), La balsa de la Medusa (1984) y Tras una puerta cerrada (2000). “En todas ellas el aparente equilibrio social se rompe con la intrusión de fuerzas carnavalescas que se presentan de maneras ambiguas –a la vez amigables y ominosas–, en forma de personajes desposeídos que reclaman justicia material o, bien, en pesadillas que simbolizan la sensación de culpa de los más poderosos”, afirma Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile.

Según la página web, “esta característica ambivalencia del espacio dramático de Wolff, que actúa simultáneamente como lugar de reflexión sobre las desigualdades sociales y como instancia para describir al sujeto burgués bajo esquemas psicoanalíticos, ha sido remarcada por críticos y académicos relevantes como Diana Taylor, George Woodyard y Jorge Dubatti”.

Juan Radrigán

En este mismo escenario, Juan Mayorga (1965) afirma que “no hay arte sin crítica”. El dramaturgo español aboga por la necesidad de la crítica artística. “La lucha contra la barbarie empieza por el gesto crítico desde la cultura y ante la cultura”. “El teatro nació precisamente para interrogar a los dioses. Y para desenmascarar a los hombres que se disfrazan de dioses”, señala el dramaturgo.

Harold Pinter, dramaturgo inglés, fue un duro crítico a la política de varios países. 'One for the Road', 'Mountain Language' (Lenguaje de la Montaña), 'The New World Order' (El Nuevo Orden Mundial), 'Party Time' (Tiempo de Fiesta) y 'Ashes to Ashes' (Polvo Eres), son cinco de sus obras emblemáticas.

“Todas ellas tienen en común la que ha sido siempre su preocupación por la relación de poder entre el verdugo y la víctima, el torturador y el torturado, el dueño y el esclavo”, reseña El Mundo.

Esta preocupación Pinter la llevaba al teatro desde donde levantó su voz en contra de las políticas que consideraba injustas.

Heiner Müller, Rolf Hochhuth, Juan Radrigán, Egon Wolff y Harold Pinter no se conformaron con entretener a las masas, llevaron el pensamiento crítico a las tablas para generar respuestas en panoramas no equitativos, tanto del castigador como del afectado.

Egon Wolff

Hoy, ¿las obras teatrales continúan siendo escenarios para denunciar los poderes o se han convertido en meros espacios de entretenimiento?

Lo Nuevo
comments powered by Disqus