• 28/06/2020 00:00

Tautologías

Nos han envuelto en palabras, en miles de palabras. Todos los días, muchas palabras. Palabras que no son falsas pero que tampoco son verdad

Tautología es una palabra griega que hace referencia a la repetición de un mismo pensamiento a través de distintas palabras, o sea, lo que en retórica podría llamarse 'redundancia'.

Lo que viene siendo una verdad de Perogrullo de toda la vida de Dios. ¿Cómo?, ¿que no saben quién era Perogrullo? Pues el que a la mano cerrada llamaba puño.

Esto quiere decir que la tautología es una explicación redundante que no aporta un conocimiento nuevo.

Para la lógica, una tautología es aquella fórmula bien formada que resulta verdadera para cualquier posible valor de verdad de cada uno de sus componentes.

Las tautologías han sido utilizadas en retórica desde hace miles de años, el cerebro humano, simple como es, reconoce intuitivamente una frase bien construida y reconoce, desde luego, la lógica interna irrefutable de una proposición. Con lo cual acepta ese enunciado como verdadero sin darle muchas más vueltas.

Los charlatanes de feria suelen usarlas a menudo, y los pobres incautos que caen en sus redes suelen terminar sabiéndose congueados sin tener muy claro en qué momento pasó eso.

Los charlatanes evolucionados, que utilizan la literatura para hacerse de oro a base de vender paja, también son expertos en el arte tautológico, 'Puedes hacer todo aquello que no es imposible', ajá, y millones y millones de copias volando de los anaqueles.

No sé si se han dado cuenta, señores míos, pero llevamos desde mediados de marzo en una inmensa tautología, en la que nos han enredado sin que tengamos aún muy claro cómo.

Nos han envuelto en palabras, en miles de palabras. Todos los días, muchas palabras. Palabras que no son falsas pero que tampoco son verdad.

Debes quedarte en casa porque si te quedas en casa estarás en casa. Si no te mueres estarás vivo. Estando a salvo nos salvamos.

Los charlatanes, en el interín, hacen y deshacen a su gusto y antojo, mueven las figuritas en el tablero, tumbo a la Reina, jaque mate, cuento una y me como quince millones. De hospital a hospital y tiro porque me toca.

Mientras los violados seguimos atónitos el discurso, mira mis manos, nada por aquí, nada por allá, ¿dónde está el botín? Hago ¡chás! y el virus aparece a tu lado. Si no sales de tu casa te estamos cuidando. Firme este naipe, por favor, y ahora el que firmó el naipe va a ser vaporizado.

Así seguimos, enredados en las patas de un caballo desbocado que relincha en tautologías mientras los que estamos a la espera de explicaciones que no sean perogrulladas desesperamos tratando de separar lo cierto de lo falso en este maremágnum de fechas y cifras y comunicados que no son falsos pero que no son oficiales, pero que se dan a través de órdenes verbales pero que no han sido refrendados y la moratoria es o no es a la vez, como el gato zombi de Schrödinger, así que, en realidad, no sabemos si estamos vivos o muertos. Todos nosotros estamos empantanados en una situación de muerte en vida. Por eso algunos deciden comprobar que están vivos, que aún pueden beber, bailar y celebrar. Que no se han ahogado en la marea de medias mentiras y verdades incompletas en la que, desde hace más de tres meses, las olas tautológicas de los sofistas sin escrúpulos nos están revolcando inmisericordemente.

Nos entretienen, como a los burros con la zanahoria para después azotarnos con la tajona, sin tener en cuenta que hay una tautología que encaja de maravilla con ellos, con todos ellos, sean cuales sean su color y su pelaje: "Todo lo que está de más, sobra".

Columnista
Lo Nuevo
comments powered by Disqus