Panamá lucha por reducir la pérdida de alimentos y la desnutrición

Actualizado
  • 21/10/2020 00:00
Creado
  • 21/10/2020 00:00
Datos de la FAO registran que 400 mil personas solo pueden comer una vez al día en Panamá. Con el fin de combatir esta problemática, Merca Panamá y el Banco de Alimentos de Panamá firmaron una alianza que ha permitido rescatar 426 toneladas de frutas y legumbres desde octubre del año pasado a la fecha
Representantes de Merca Panamá informan que han logrado reducir la cantidad de desperdicios de alimentos en un 40%.

A escala mundial, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, conocida por sus siglas en inglés como FAO, estima que se pierde alrededor del 14% de los alimentos producidos. Por grupos de alimentos, se pierden un 8,6% de cereales y legumbres; 21,6% de frutas y hortalizas; 11,9% carne y productos de origen animal; 25,3% de raíces, tubérculos y cultivos oleaginosos; y 10,1% de otros en todo el mundo.

Datos recientes revelan que en América Latina y el Caribe se pierde aproximadamente el 11,6% de los alimentos que se producen. Esto equivale a 220 millones de toneladas de alimentos al año, es decir, 330 kg per cápita al año, lo que supone una pérdida económica estimada en $150 mil millones anuales.

Precisamente en Panamá, tan solo en el antiguo Mercado de Abastos se generaban alrededor de 25 toneladas de pérdida de alimentos a diario. Una cifra lamentable, tomando en cuenta que un informe de la FAO ubica al istmo con una tasa de desnutrición infantil del 19,1% en 2018. Sin embargo, con el traslado del mercado, el administrador de Merca Panamá, Francesco Jované, asegura que han logrado reducir la cifra de pérdidas de alimentos en un 40%.

En ese sentido, señala que para evitar el desperdicio de frutas y vegetales, y convertirlos en parte de la dieta diaria de quienes sufren de inseguridad alimentaria, el Banco de Alimentos de Panamá y Mercados Nacionales de la Cadena de Frío, S.A. efectuaron el año pasado una alianza para llevar a cabo la recolección de productos perecederos, que antes eran desechados.

“Desde octubre hasta la fecha, el Banco de Alimentos ha rescatado más de 426 toneladas de frutas y legumbres. Estos productos aún son consumibles. Ellos los destinan a las distintas organizaciones. Igualmente, tenemos un convenio con 'Planta Feliz', donde producen abono orgánico. Desde hace un mes y medio estamos trabajando juntos y en este tiempo han recuperado dos toneladas de alimentos que ya son pérdidas y los convierten en abono”, precisa.

Jované indica que están implementando un plan, y para este fin han sostenido reuniones con las diferentes asociaciones en las naves: “Cuando me refiero a naves, son puestos de venta para la comercialización de productos hortofrutícolas. Aquí contamos con cuatro, y con todas se han establecido canales de comunicación para que los vendedores nos digan cuándo están teniendo merma de alimentos y de esta manera accionamos para que no lleguen a los vertederos”.

Por su parte, la gerente general del Banco de Alimentos de Panamá, Ana Méndez, explica que desde el año pasado, tras la firma del convenio con Merca Panamá para el rescate de frutas y vegetales, todo ha marchado bien. “Vamos cuatro veces a la semana de lunes a jueves. Retiramos los productos que no se lograron colocar en las diversas naves de Merca. Este año hemos logrado rescatar más de 400 toneladas de frutas y legumbres. Nosotros recogemos los alimentos y todos los días se les avisa a las organizaciones que se benefician del banco, porque trabajamos con fundaciones, iglesias, albergues y con todas las organizaciones que tenga programas de alimentos”.

Detalla que en total atienden alrededor de 370 organizaciones beneficiarias, con una población de 180 mil personas; sin embargo, mensualmente 110 mil personas se ven beneficiadas, porque retiran alimentos secos, congelados, frutas y vegetales. “Puedo compartir que la alianza con Merca ha sido muy buena, porque antes de nuestro convenio, dábamos solo productos secos y congelados; no obstante, no contábamos con la parte nutritiva que proporcionan las legumbres”, sostiene Méndez, y agrega “al principio cuando les entregamos los vegetales a las organizaciones, no sabían cómo incluirlos en la dieta de sus poblaciones porque ellos están acostumbrados a otro tipo de consumo. A raíz de esto, hicimos el año pasado una capacitación sobre la importancia de alimentarse nutricionalmente; hemos hecho talleres, hemos proporcionado recetas y logramos que las organizaciones que están en el banco accedan a todos los alimentos que tenemos. Sabemos que en Panamá los índices de desnutrición y sobrepeso son importantes”.

Según la FAO, 400 mil personas solo pueden comer una vez al día en Panamá. A este hecho se suman las miles de toneladas de alimentos que aún se pierden en Merca Panamá, pese a la reducción.

Datos apuntan que la prevalencia de subalimentación, indicador de hambre de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, afecta al 9% de los panameños, es decir que 400 mil personas no lograrían cubrir sus demandas de alimentos para llevar una vida sana y productiva.

Factores

Israel Ríos, oficial de Nutrición de la FAO para América Latina y el Caribe, arguye que la pérdida de alimentos –cuyas causas pueden ser variadas– está vinculada al manejo que los productores dan a estos en cada una de las etapas postcosecha. “Se reducen cuando los productores toman los cuidados necesarios en cada una de las etapas de postproducción, evitando el maltrato y el aplastamiento de los alimentos y garantizando un buen almacenaje y transporte de estas mercancías hacia su punto de comercialización”.

Asimismo, subraya que también disminuye cuando los productores tienen mercado asegurado para la venta, reduciendo considerablemente la probabilidad de que terminen incinerados o abandonados por falta de compradores.

“El desperdicio de alimentos que se produce en la venta al por menor y el consumo están más relacionados con el manejo que dan a los alimentos en los puntos de venta y en los hogares. Las causas del desperdicio de alimentos en el nivel minorista están relacionadas con una vida útil limitada de los productos, que afecta más los alimentos frescos o, por ejemplo, la necesidad de que los productos alimenticios cumplan con normas estéticas en cuanto al color, la forma y el tamaño, y la variabilidad en la demanda”, explica Ríos.

“También puede deberse a que compramos de más, a veces influidos por el tamaño excesivo de las porciones y los envases; por la confusión en las etiquetas, como fechas de consumo preferente y de caducidad; y un mal almacenamiento en el hogar”.

El oficial de nutrición señala que para reducir el desperdicio de alimentos se requiere sensibilizar a las familias y a los comercios para que tengan control de lo que se adquiere, de cómo se almacenan y de cuándo se consumen.

En lo referente a los avances, recalca que en la región se han realizado enormes esfuerzos para combatir la pobreza, el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, sobre todo la desnutrición infantil. “En los tres últimos períodos de medición del indicador 'hambre' de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se ha observado un incremento en la proporción de personas en subalimentación a nivel de la región”.

Agrega que en 2015, la subalimentación afectaba al 6,2% de la población de la región, actualmente el 7,4% se clasifica en condición de hambre. “Esto quiere decir que pasó de 38,8 millones de personas en 2015 a 47,7 millones de personas para 2019”.

En ese contexto, puntualiza que la inseguridad alimentaria moderada y severa juntas, es decir, incertidumbre y preocupación por la calidad y cantidad de alimentos por falta de dinero o recursos, afecta a 142,6 millones de personas en la región; y la inseguridad alimentaria severa, cuando incluso se deja de poner comida en la mesa, afecta a 62,4 millones de latinoamericanos y caribeños.

Asimismo, Ríos detalla que la malnutrición por exceso viene incrementándose de forma alarmante. “El sobrepeso está presente en 260 millones de adultos y la obesidad en 104,5 millones de personas. En niños pequeños, menores de cinco años, la región se posiciona por sobre la prevalencia global en sobrepeso infantil, con 7%; y en niños y adolescentes en las escuelas, el sobrepeso y la obesidad afectan entre el 20% y 40%”.

En el proceso de producción de los alimentos que se desperdician se utilizan 1400 millones de hectáreas, lo que equivale al 30% de las tierras agrícolas del mundo.

Una realidad es que el hambre, la inseguridad alimentaria, el sobrepeso y la obesidad son fenómenos complejos en los cuales influyen diversos factores políticos, ambientales, sociales, psicológicos y biológicos. “Paradójicamente, la pérdida y el desperdicio de los alimentos, sobre todo de frutas y vegetales, se contabiliza por encima de los 125 millones de toneladas anualmente. Son precisamente este tipo de alimentos, los denominados alimentos saludables, los que pudieran combatir el hambre y la malnutrición en la región”.

Metas

La FAO ha manifestado que está interesada en la implementación de la iniciativa 'América Latina y el Caribe sin hambre 2025'. Con respecto al logro de esta meta, Ríos subraya que la actual pandemia ha impuesto un reto aún mayor.

“La región tiene el desafío de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluso antes como mencionaba en la iniciativa 'América Latina y el Caribe sin hambre', erradicando el hambre y la extrema pobreza, transformando los sistemas alimentarios y conteniendo el aumento de la malnutrición”, declara.

De igual manera, expone que con las cifras de pérdida de alimentos en la cadena de suministro, en la cosecha y postcosecha, se podría beneficiar un número importante de personas en condición de hambre. “Conectar estos problemas, encontrar la manera de hacer los productos saludables más accesibles, promover su consumo, etc. es importante para que el país avance y logre cumplir las metas propuestas por las Naciones Unidas para el año 2030”.

Aunque las cifras en la región son bastantes desalentadoras, la FAO ha reconocido los avances de Panamá para combatir el hambre con el programa 'Estudiar sin Hambre', la Ley de Agricultura Familiar, el plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Además de los avances con medida a la venta de comidas altamente procesadas en las escuelas e impuestos a bebidas azucaradas, para reducir su consumo sobre todo en los segmentos sociales más vulnerables.

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