Bolívar en el Panamá de 1821

Actualizado
  • 21/03/2021 00:00
Creado
  • 21/03/2021 00:00
El Libertador es el imán que desde lejos inspira el primer grito de Los Santos del 10 de noviembre de 1821, el movimiento catalizador de la independencia de San Felipe

Desde que Bolívar vislumbra el país de sus sueños, la Gran Colombia, identifica que la clave geográfica para vincular esos extensos territorios es un paso entre dos mares que se llama Panamá.

Bolívar en el Panamá de 1821

Enseguida lo plasma en uno de sus documentos más importantes, la Carta de Jamaica, escrita en septiembre de 1815.

En esa extensa misiva critica el sistema colonial que mantiene España en América y expone las razones de sus guerras de independencia. Pero también menciona la visión de la integración de los países liberados. Es entonces que dicta la famosa frase: “!Qué bello sería que el istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!”.

El Libertador conoce muy bien la dura geografía de su entorno formada por los nevados picos de los Andes, de caudalosos ríos, de pantanos y otros accidentes, los que se pueden evitar tomando la fácil ruta que supone la estrechez del istmo.

Bolívar se sorprende con la noticia de que el 28 de noviembre de 1821 Panamá se independiza de España. Sin batallas, sin sangre y escribe:

“¡No me es posible expresar el sentimiento de gozo y admiración que he experimentado al saber que Panamá, el centro del Universo, es segregado por sí mismo, y libre por su propia virtud. El Acta de Independencia de Panamá es el documento más glorioso que puede ofrecer a la historia ninguna provincia americana”.

Pero las felicitaciones escritas no quedan allí. Dos meses después, en febrero de 1822, envía al istmo el importante documento con un mensajero muy especial, su edecán Daniel Florencio O'Leary.

Con mucha pompa el joven inglés es recibido por la aristocracia local. Imagínese la conmoción de esa visita en una ciudad rodeada de murallas, y que guarda una cerrada sociedad de comerciantes blancos que solo conocen a Bolívar de oídas, aunque hace poco menos de un año tienen una periódico, La Miscelánea que da a conocer noticias y doctrinas que ayudaron al movimiento de independencia.

Bolívar también dice en su carta: “Ojalá que algún día tengamos la fortuna de instalar allí (en Panamá) un augusto congreso de los representantes de las repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras partes del mundo”. Este evento se da en el año de 1826, pero sin su presencia, ni logra los alcances posteriores que le hubieran gustado al Libertador.

La principal causa de la independencia panameña fueron razones comerciales, como el cierre de los puertos a los mercados de las islas inglesas y holandesas del mar Caribe. Panamá, desde la colonia, fue considerado el paso principal por donde se intercambiaban productos suntuarios, materias primas, alimentos, metales preciosos y esclavos. También era un punto en el que a las restricciones de los gobiernos coloniales se responde con una actividad ilícita, el contrabando.

Los comerciantes panameños consideran que la ciudad les pertenece. En ella se han enriquecido. Han sido ellos los que se han mantenido firmes a pesar de voraces incendios, de los vaivenes que la ruta transístmica ha sufrido en su historia. Escogen el camino de la libertad pues piensan que ahora sí podrán mantener al istmo bajo franquicias especiales que promuevan el comercio. No obstante, influenciados por el aura de Bolívar optan por unirse al gobierno de Bogotá sobre otras opciones como las del Perú que fue su tradicional socio comercial por siglos.

Bolívar es el presidente de ese nuevo país y es el imán que desde lejos inspira el primer grito de Los Santos del 10 de noviembre de 1821, el movimiento catalizador de la independencia de San Felipe.

Debido a que Panamá es uno de los últimos países en mantener tropas, virreyes y gobernadores españoles, y un sitio donde las noticias convergen por aquí, por allá, se conoce la otra cara de la figura del Libertador, al que se le tilda de fusilar prisioneros, de declarar guerra a muerte contra los españoles, y hasta de traicionar a Miranda. Pero nada opaca su imagen que para todos es la del benefactor de la patria nueva.

Hay un hecho que llama la atención, y es que casi con la llegada de las felicitaciones de Bolívar, también llega una carta de congratulaciones a José De Fábrega, gobernador del istmo, por parte de Francisco de Paula Santander, vicepresidente de la Gran Colombia.

Esto instaura en el istmo y entre sus gobernantes las semillas de la futura pugna entre estas dos figuras de la historia.

La misiva del prócer colombiano termina así: “¡Que Panamá disfrute por siglos enteros de la libertad e independencia que ha solicitado, son los votos del encargado del gobierno de la República de Colombia. Dios lo guarde a usted. Francisco de Paula Santander. Bogotá, 17 de enero de 1822”.

El tiempo pasa y ocurren acontecimientos que obligan a Bolívar a tomar decisiones extremas, pues ve que la Gran Colombia se desmorona por las tradiciones coloniales, por las diferencias entre sus sociedades. Su figura no es suficiente. Los lazos que tejieron sus sacrificios que lo llevaron a cabalgar miles de kilómetros y a vencer en decenas de batallas en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, se convierten en humo. Y a su juicio, convertirse en un “dictador vitalicio” es la única fórmula para mantener la unión.

Santander se erige en su principal adversario y se ve envuelto en un atentado contra la vida del Libertador. Para sortear a sus asesinos, Bolívar salta por la ventana y se refugia bajo un puente. Después vendrán las represalias contra los conspiradores, hay fusilamientos y el destierro de Santander.

Pero el estadista que quiere ser Bolívar nota el repudio a su proyecto de cada una de las aristocracias de esos países y se convence que contra eso no se puede. Aunque puede imponerse, aún tiene muchos generales. La elite de los comerciantes blancos en Panamá, también le da la espalda a Bolívar. Rechaza el centralismo que impone su figura dictatorial.

El antagonismo es tal que Venezuela y Ecuador no tardan en separarse. Panamá se mantiene, pero estos hechos enfrentan al arrabal contra las elites. En 1830 el general panameño José Domingo Espinar, que gobierna al istmo es negro, pero tiene la venia de Bolívar con el que ha batallado.

Al ritmo de grupos arrabaleros que abrazan la causa bolivariana y lo apoyan, se enfrenta a los diarios que desde adentro lo discriminan. Espinar independiza al istmo, pero la muerte de Bolívar es el gran acontecimiento. Al final, sucumbe ante el poder del dinero de los comerciantes y es derrocado. Es sustituido por otro general, el venezolano Alzuru que es déspota y desesperado por el poder también plantea la independencia. Pero entra en juego la figura de Tomás Herrera, general panameño que vence a los venezolanos y tras un breve titubeo vuelve a unirse a Colombia.

Con la muerte de Bolívar, su figura se va diluyendo solo para resurgir años posteriores en figuras de bronce que reconocen su importancia. En Panamá se le rinde homenaje con la plaza Bolívar, con un busto en la Asamblea Nacional. En el parque de Penonomé, en Colón y en isla Colón. No hay duda, fue el hombre que consumió su cuerpo y sus energías por ver a América libre.

Con información de Vida del general Tomás Herrera, de Ricardo J Alfaro; “Carta de Jamaica, de Simón Bolívar; Ayuntamientos históricos, de Mariano Arosemena; Nueva historia de Panamá, de E. Castillero Calvo; Dominio y sociedad del Panamá colombiano, de Alfredo Figueroa Navarro; Acta de independencia Panamá de España

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