Cuatro pasos para cultivar bienestar

Actualizado
  • 12/03/2022 00:00
Creado
  • 12/03/2022 00:00
Lo que nos deprime es el diálogo negativo. Como la creencia de que “no soy bueno en nada” o “nadie me ama”
Mirada interna: Conocer las historias sobre nosotros mismos es la voz en nuestras cabezas.

Todos queremos ser felices, estoy segura de eso. Para ser felices es necesario ser generadores de bienestar.

La mayoría de las personas coincide en que bienestar significa estar sano desde el punto de vista físico, mental y emocional. No hay problema en tener mejor salud en algunas áreas de bienestar que en otras.

Te comparto hoy cuatro pasos para ser generadores de nuestro propio bienestar, propuestos por el neurocientífico Richard Davidson.

Consciencia: Conocer, saber lo que está sucediendo en tu propia mente o “metaconsciencia”. Una investigación de Harvard encontró que las mentes de las personas divagan casi el 50% del tiempo. La metaconsciencia nos permite notar cuándo nuestra mente está divagando y devolverla a lo que es importante en este momento.

Conexión: Tener relaciones nutritivas. La soledad es una pandemia en estos días, y vivir en el encierro no ayuda. Nuestra propia bondad y empatía ayudan a construir relaciones que nos nutren.

Mirada interna: Conocer las historias sobre nosotros mismos es la voz en nuestras cabezas, esa corriente de pensamiento que está sucediendo desde el momento en que nos despertamos hasta cuando nos quedamos dormidos. Lo que nos deprime es el diálogo negativo. Como la creencia de que “no soy bueno en nada” o “nadie me ama”. Las creencias más positivas conducen a la salud, tanto mental como física.

Propósito: Estar motivado por un sentido de significado que va más allá del mero interés propio. Si encontramos un propósito al ayudar a personas o algún objetivo hacia un bien mayor, nos da la sensación de bienestar sin importar lo que pueda suceder. La pregunta es: ¿podremos hacer que las acciones con ese propósito sean una mayor parte de nuestro día?

Las cuatro propuestas de hoy se logran a través del slow down o aminorar el paso.

Cuando pasamos nuestros días a toda prisa, no nos damos cuenta de la simple belleza de vivir.

A lo largo de nuestras vidas se nos enseña a valorar la velocidad y hacer las cosas rápidamente. Aprendemos que hacer es más valioso que simplemente ser, y que aprovechar al máximo la vida es cuestión de avanzar a paso acelerado.

Sin embargo, a medida que avanzamos es posible que nos sintamos cada vez más desconectados o acosados por llamadas, mensajes, tareas, pendientes, etc.

Cuando aprendemos a reducir la velocidad, redescubrimos el significado de aspectos aparentemente intrascendentes de la vida.

Una vida saboreada lentamente no necesita ser pasiva, ineficiente o perezosa. Conducirnos a un ritmo más lento nos permite ser selectivos en la forma en que invertimos nuestro tiempo y apreciar plenamente cada momento que pasa. La lentitud puede incluso ser una bendición en situaciones que parecen exigir prisa.

Te propongo hacer el ejercicio de estar más presente en el hoy; desde aquí puedes modificar la percepción de tu pasado y crear un futuro con una nueva mirada, que te permita aprender a manifestar eso que quieres.

Paula Cabalén @paulacabalen

Coach de vida y negocios

Consultora. Conferencista.

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