Lihi Haruvi: fuerza del 'jazz' y el saxofón

Actualizado
  • 20/01/2023 00:00
Creado
  • 20/01/2023 00:00
A sus 34 años de edad, la intérprete ha logrado cosas inimaginables. En una conversación con 'La Estrella de Panamá', que sucede con motivo del Panamá Jazz Festival, cuenta sus experiencias y pasiones acompañadas de su fiel amigo: el saxofón
Lihi Haruvi vive el 'jazz' a través de su saxofón en cada nota que interpreta.

Con un espíritu mediterráneo, orgullosa de sus raíces y sumergida en el mundo del jazz, Lihi Haruvi de 34 años es miembro activo de la escena internacional del jazz global como saxofonista, compositora y educadora. La música corre por sus venas desde muy temprana edad y su familia ha sido el motor que la ha impulsado a seguir creciendo y formarse como profesional.

Su vida consiste en dictar clases, presentarse en recitales, y aprender constantemente sobre el poder que tiene la música en ella y los demás. Su equipaje nunca va vacío. Durante sus entrevistas o en cualquier evento que tenga, esta eminencia del género siempre va acompañada de su saxofón, el instrumento que le ha abierto puertas enormes y le ha permitido conocer a las más grandes influencias del género.

Conocida como una improvisadora apasionada con una fuerte creencia en el poder curativo de la música, Lihi es una intérprete y maestra que le sonríe a la vida día a día. Actualmente es conocida en muchos países y es respetada por su trabajo en las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, pero lo cierto es que nunca se imaginó el futuro tan prometedor que se avecinaba.

Sus inicios
La intérprete hizo sus pinitos con el instrumento a muy temprana edad, gracias al impulso de su familia.

Lihi Haruvi nunca imaginó llegar tan lejos. Su historia con la música comenzó a muy temprana edad al ver que su hermana tocaba el clarinete y su familia la impulsó a estudiar y aprender a tocar el saxofón.

“Me dijeron que el saxofón es el 'instrumento hermano' del clarinete. Así que me vendieron esta idea y he estado tocando desde entonces”, dijo entre risas en una entrevista con La Estrella de Panamá, durante su visita a nuestro país con motivo del Panamá Jazz Festival.

Estando en su país natal, Israel, tomó clases con Eres Bar Noy quien influyó en su visión del jazz y el saxofón como tal, y se convirtió en una de sus mayores inspiraciones.

“Vengo de Israel y tenemos una comunidad maravillosa de músicos de jazz, así como de otros géneros y educadores maravillosos. Esto me dio fundamentos y amor por el jazz de los años 40 y 50”, explicó durante la entrevista.

La 'jazzista' viaja con la compañía de saxofón sin importar donde vaya.
Un giro inesperado

La vida parecía tener el futuro escrito para Lihi, quien al estar en la secundaria participó en un programa liderado por el baterista Terri Lyne Carrington. En ese momento la intérprete de jazz se embarcó en una aventura, dejó su país y se mudó a más de 10 mil kilómetros lejos de casa, luego de ganar una beca completa para estudiar en la prestigiosa universidad de Berklee, Estados Unidos.

“La vida me ha dado tantas oportunidades que nunca imaginé”, dijo.

“Estudiar, conocer gente que ame la música tanto como yo, y todas las experiencias que he vivido, me dejaron muy claro que esto es lo que quería hacer”.

“Definitivamente tengo el deseo de tocar y enseñar música, y tengo este amor y creencia de que la música puede cambiar la vida de las personas; lo siento fuertemente. Pero supongo que el destino también jugó un papel muy importante en todo esto”, agregó.

Para ello, Lihi tiene un pequeño secreto: escuchar. “Era un elemento de la vida que me señalaba en esta dirección y realmente traté de escuchar al universo. Por supuesto que tengo mi pasión y mi amor por este arte, de lo contrario no lo habría hecho, pero como cualquier buen músico haría, trato de escuchar”.

Estando en Berklee, aprendió todo sobre la historia de la música y se sumergió en un mundo liderado por partituras, melodías y escenarios. Pronto se dio cuenta de que ella también podía tener sus propias reglas y representar su cultura e influencias en cada nota que tocaba.

“Esto es lo que vemos en los festivales y en todo el mundo: cómo la música es un intercambio de culturas y me hizo querer mostrar más quién soy, para incorporar mis propias ideas y la cultura que vivo en mi música”, dijo.

De aprendiz a mentora

Durante su conversación con La Estrella de Panamá, Lihi Haruvi destacó lo importante que es dejar que la vida dé sus vueltas inesperadas y aceptarlas tal cual. Esta ha sido la clave para sorprenderse cada día por los giros y sorpresas que el universo ha traído para ella, y una vez que terminó sus estudios, dichas sorpresas siguieron llegando.

Ha tenido la oportunidad de ser educadora en universidades como Berklee y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), al igual que en el New England Conservatory y el Jazz Lab.

“Creo que es bueno tener la experiencia como estudiante, ya que eso realmente te prepara para desempeñar el papel de maestra y tener una mejor perspectiva. Dicho esto, continué aprendiendo –incluso como profesora– de mis alumnos, porque todos somos diferentes y todos tenemos algo que agregar y compartir con el mundo”, comentó.

Eminencias

Lihi ha compartido el escenario con una larga lista de influencias y exponentes de jazz como Danilo Pérez, Luciana Souza, Joe Lovano y muchos más. “He aprendido que los músicos más increíbles son los que tienen los oídos y la mente abiertos a lo que puede suceder en el momento”, dijo.

“Al observar a estas personas y lo que hacen, hay muchas lecciones técnicas sobre la forma en que interactúan entre sí, o sobre cómo tocan e interpretan la música. Pero creo que una de las lecciones más importantes que he aprendido al estar rodeada de todas estas estrellas, es que los mejores músicos siempre encontrarán belleza en cada situación”.

El poder de sanar

En su página web lihimusic.com, la jazzista comenta que “la música tiene el poder de sanar” y siempre ha sido fiel creyente de esta idea, no solo evidenciándola en sí misma, sino en las personas a su alrededor.

“Practicar y pasar tiempo con mi saxofón es muy sanador. Si no practico durante el día, puedo sentir que algo falta en mi cuerpo y en mi espíritu”, explicó.

“También recuerdo estar en África rodeada de niños sin comida ni agua. Empezamos a tocar música para ellos... estaban tan vivos y llenos de energía; eso es muy gratificante. Así que veo esto todos los días a través de diferentes vías, cómo la música puede conectar y sanar a las personas y eso para mí significa un cambio en este mundo”.

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