La riqueza del folclore nacional como atractivo para el turismo

Actualizado
  • 18/01/2021 00:00
Creado
  • 18/01/2021 00:00
Panamá tiene como eje principal de identidad, su posición geográfica. Esto ha permitido que con el pretexto de construir un ferrocarril, o edificar un Canal, llegaran inmigrantes afroantillanos. Al principio no fueron comprendidos, pero poco a poco sus costumbres resultaron replicadas y aceptadas, y hoy son parte de la complejidad y color que dan vida a lo nacional
Nuestra oferta además del Canal, el Casco Antiguo, las ruinas de Panamá Viejo, los bosques, los sitios del interior, presenta las costumbres de cada destino que se encuentra dentro de nuestras fronteras.

El folclore abriga el sentimiento y las formas con que los grupos humanos manifiestan su cultura. Las grandes civilizaciones se basaron en su folclore para gobernar, celebrar y rendir tributo a sus dioses.

En Panamá, cuando se trata de este asunto hay decenas de expresiones que se relacionan con distintas provincias. Contribuyen con la música, vestidos, artesanías, instrumentos y estilos culturales, sumados al talento de los paisanos.

El folclore de un destino es de los principales motivos por los que las personas planifican sus viajes. El turismo cultural es un segmento que genera mucho movimiento, muchas noches de hotel, muchos pasajes de avión y millones de dólares en gasto turístico. Nuestra oferta además del Canal, el Casco Antiguo, las ruinas de Panamá Viejo, los bosques y los sitios del interior, presenta las costumbres de cada provincia que se encuentra dentro de nuestras fronteras.

Las de Azuero han sido de las más tradicionales. Están relacionadas con España, los negros esclavos y los indios. Esta mezcla dio como resultado el tamborito, nuestro baile nacional, la magnífica pollera y el sombrero de los hombres. Cada vez que un grupo de turistas contempla esa experiencia, se puede ver cómo el asombro aparece en sus ojos.

Cuando hablamos de Azuero pensamos en las provincias de Herrera y Los Santos, donde el traje típico alcanza la perfección. Con distintas formas y estilos, ya sea montuna o de gala, son inigualables. En ningún lado del país se alcanza el esmero con que las mujeres se adornan como en la península.

A esto hay que agregarle las manifestaciones musicales de fiestas y festivales. El de Las mil polleras, en Las Tablas; el Festival Nacional de la Mejorana, en Guararé; las fiestas de San Juan, en Chitré, o la santa Librada tableña o el Santiago apóstol veragüense, por mencionar algunas.

Pero Panamá tiene mucho folclore que ofrecer y si nos trasladamos a las costas de Portobelo, vemos que entre la población negra que llegó como esclava se desarrollaron cantos y bailes con los que mantuvieron sus costumbres, utilizando los tambores como protesta.

La interpretación del calipso se popularizó rápidamente en las ciudades de Panamá y Colón, e incluso rivalizó con la música típica.

Los congos, con sus diablos, sus reinas nos han asombrado a todos. Sus tonadas transmiten el dolor de la esclavitud, la crítica a sus amos, y la alegría de los días de fiesta en los que los dejaban celebrar. Sus humildes vestidos confeccionados con retazos de telas, las flores del campo con que se adornan las mujeres han terminado por ser parte de nuestro conjunto cultural.

Panamá tiene como eje principal de su identidad, la posición geográfica. Esto ha permitido que con el pretexto de construir un ferrocarril, o edificar un Canal, llegaran inmigrantes afroantillanos. Al principio no fueron comprendidos, pero poco a poco sus costumbres fueron imitadas y aceptadas. Su manera de cocinar y sus platos más sabrosos, hoy forman parte del recetario nacional.

La música del calipso, que los identifica, fue la más cantada en las ciudades de Panamá y Colón, y rivalizó con la típica. Hoy se sigue escuchando escondida entre las cuñas radiales y televisivas, y dio paso al regué panameño. Esa música internacional que ha hecho famoso a nuestro país.

Hoy, en las islas de Bocas del Toro, el calipso es un gran atractivo. El turista se deleita por cómo el cantante acompañado de un banyo, tumba y campana nos deja conocer detalles cotidianos, chistes y tradiciones.

El folclore de los guna, con sus molas, también nos identifica. La manera única con que las mujeres de ese pueblo confeccionan las molas, cómo se visten y danzan es espectacular.

Las molas demuestran la comunión de un pueblo con su mitología, su entorno marino y sus bosques. Sus artesanías están entre las más vendidas.

Cada elemento tradicional y autóctono es un complemento de toda la experiencia viajera, de quien visita el país.

Los emberá, este otro pueblo nativo que se relaciona con los ríos en Darién, desde hace 20 años se ha acercado al mercado turístico y ha abierto aldeas en las orillas de los hoteles en el Canal.

Se han convertido en un gran atractivo por el colorido y sencillez de sus vestidos que resaltan la belleza de sus mujeres. Combinan danzas, la arquitectura de sus aldeas, y las aventuras en cayucos que surcan corrientes fluviales. Es un segmento turístico que ha tomado impulso y es muy aceptado entre los visitantes.

Todo lo mencionado es un elemento principal y complemento a toda la experiencia viajera. Con estas manifestaciones, los operadores de turismo forman productos que alargan la estadía de los viajes y ofertan un destino diferente.

El folclore surge del alma de los pueblos. Son tradiciones que maduran con los años, y cuando eso pasa y tienen calidad y calor humano, son consideradas como patrimonio. Y cuando se da ese resultado es porque ha alcanzado tal grado de perfección, que surge de forma espontánea entre los individuos. Son maneras de comportarse que van de padres a hijos y fueron legadas por los abuelos.

Hay una frase que reza: “Que no se pierda la tradición”. Es muy difícil que eso pase en Panamá.

El folclore aparece por todos lados, como las bandas musicales de las fiestas patrias. Sí, esas de trompetas y tambores que hoy se organizan en todos los rincones. Desde Chiriquí, Panamá, y Colón hasta Darién las tonadas de esas agrupaciones derraman folclore. Las bandas independientes permiten que gente de todas las edades participe, aportando el calor popular del mejor folclore y haciendo que los desfiles del mes de noviembre celebren el ser panameño.

Son manifestaciones tan autóctonas como los nombres de los países, inherentes a su territorio y distintos a los de otros pueblos. Por eso se dice que el folclore nos identifica.

En los productos turísticos que manejan hoteles y operadores está presente de la mejor manera todo lo que les he mencionado. Me ha tocado ver como la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) en sus pabellones en ferias internacionales presenta nuestro folclore en la decoración y en cuanto detalle es posible.

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