El pixbae, un fruto que se resiste a desaparecer pese a las plagas

Actualizado
  • 14/12/2022 00:00
Creado
  • 14/12/2022 00:00
Conocido en Panamá como pifá, este alimento estuvo amenazado por la plaga del picudo, pero expertos instauraron un plan de acción para su recuperación
El fruto nace de una palma perteneciente a la familia de las arecáceas y puede alcanzar hasta 20 metros de altura.

En Panamá, el pifá, el pixbae o chontaduro (Bactris gasipaes) es un alimento codiciado por su rico sabor. De hecho, este fruto considerado como un afrodisíaco es popularmente ofrecido por vendedores ambulantes, quienes lo pregonan por las calles, esquinas y semáforos. Es común consumirlo caliente y con sal.

En 2021, la producción de pifá tuvo un fuerte bajón debido a que los cultivos fueron azotados por la plaga de picudo, un pequeño escarabajo o gorgojo cuya hembra coloca sus huevecillos en las flores de la palma, donde posteriormente nacen larvas que la infestan. Estos insectos se alimentan internamente de los frutos, lo que puede causar hasta el 100% de pérdida de los frutos en cada racimo.

A fin de preservar el producto, el Ministerio de Desarrollo Agropecuario (Mida) lanzó un proyecto para recuperar la producción de pifá dañada por este insecto en las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Coclé, sitios donde se concentra la mayor producción de este fruto. “Ante esta problemática con el picudo del pifá, fue necesario tomar medidas para el manejo y control del mismo, a través de un plan de acción con el que se busca contribuir al mejoramiento de la sanidad, competitividad, rendimiento, niveles de productividad y rentabilidad del cultivo de este fruto y otras palmáceas a nivel nacional”, detalló a este medio Reinaldo Solís, director nacional de agricultura en el Mida.

Según Solís, con este plan de acción se ha estado trabajando, a través de la Dirección Nacional de Sanidad Vegetal, con la donación inicial de materiales para el embolsado, importación de nuevas semillas, así como también el desarrollo de trabajos de investigación en campo, para aportar información técnica que contribuya a un manejo sostenible de la plaga entre los productores.

Esta planta representa una fuente importante de alimento para la familia rural panameña

“La prueba más difícil era que los productores aceptaran el nuevo plan de acción donde se implementan nuevas tecnologías para que la producción no disminuya, y eso ya está listo”, señaló.

Este producto, un renglón característico de las zonas rurales montañosas y asociadas a pequeños agricultores y pueblos originarios en Panamá, nace de una palma perteneciente a la familia de las arecáceas y puede alcanzar hasta 20 metros de altura, los frutos se producen 4 o 5 años después de la siembra y puede durar hasta 25 años produciendo. La palma puede tener o no espinas, ya que hoy cuenta con un mejor manejo agropecuario, explicó Solís.

Esta planta es una fuente importante de alimento para la familia rural panameña, animales domésticos, y además como fuente de ingresos por la comercialización de los frutos que tienen una gran demanda en el mercado nacional, dijo el experto del Mida.

De acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Agricultura del Mida, durante el ciclo agrícola 2018/2019 se reportaban 1.571 toneladas o 34.562 quintales de producción nacional, pero la aparición de la plaga (picudo) que afecta todas las plantaciones en el país provocó una drástica disminución en la producción.

Solís confirma que este año si hubo un bajón en la producción de pifá, en comparación con 2019. Pero esta se ha ido incrementando gracias a la nueva tecnología que están desarrollando en estos momentos. “Contamos con 400 hectáreas para sembrar palmas de pifá; esas hectáreas las componen las tres provincias en mención, que son las que más producen el fruto. Llevamos registro de que existe una producción de 60 a 70 quintales por hectárea”, anotó Solís.

A su vez aseguró que el pifá no está en peligro de extinción, gracias a que han logrado tener un buen manejo a nivel agropecuario del cultivo, “estamos introduciendo las buenas prácticas agrícolas en este tipo de cultivo para asegurar su producción y que este no desaparezca del mercado”, subrayó.

Un fruto con grandes aportes nutricionales

Esta palma es usada para el piso y techo de las viviendas, y las espinas se utilizan en los arpones para pescar. La semilla del pifá recibe el nombre de coquito, que se muele para transformarla en harina que se le da como alimento al ganado, los puercos y las gallinas. Para la identificación de los ecotipos se han agrupado de acuerdo con el color de la cáscara y la presencia o ausencia de rayas.

Análisis realizados al pifá en el Laboratorio de Bromatología del Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (Idiap), en Gualaca, Chiriqui, han encontrado y diferenciado los contenidos nutricionales a saber: proteína 11,8%, nitrógeno 1,88%, agua 52,2%, grasa 4,6%, carbohidratos 37,6 gr, vitamina A 73000 mg, ceniza 2,29%, tiamina 0,04 mg, calcio 0,38%, fósforo 0,33%, magnesio 0,20%, cinc 5,56 ppm, hierro 14,42 ppm y manganeso 2,44 ppm.

Como parte de la estrategia de investigación y luego del estudio de los componentes nutricionales del fruto, se hizo un pormenorizado registro de las enfermedades que atacan este cultivo para proceder con la producción de guías técnicas a fin de que productores de otras áreas puedan tener acceso a esta información. El Metamasius hemipterus y el Rhynchophorus palmarum conocidos como picudos, es la plaga que ataca las palmas y les produce una marchitez generalizada y decoloración de las hojas de abajo hacia arriba, además de un acentuado deshilachado en los tallos.

La identificación de estas plagas les ha permitido a los agricultores un mejor control de las “cabezas de pifá”, pues las recomendaciones de los técnicos y el uso de mecanismos de concertación y participación hacen posible que los resultados de las investigaciones fluyan con mayor precisión hacia los agricultores, que aplican las sugerencias en sus respectivos lugares de producción, y esta innovación en el arte de sembrar, mantener y cosechar representa una orientación sistemática y participativa, dirigida también a los ecosistemas del agro nacional y sus procesos de cultivo.

“La identificación de las variedades de alta calidad nutricional y que se han adaptado a las necesidades de los agricultores, fue posible mediante el estudio de suelos, a la variabilidad en los sistemas de irrigación, y el complemento con otras especies arbustivas hizo posible la rotación de cultivos y el adecuado uso de abonos. Así se han evitado pérdidas en la cosecha”, según documenta el Idiap.

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