Vinos de Cataluña, una gran opción

Actualizado
  • 30/04/2023 00:00
Creado
  • 30/04/2023 00:00
Un almuerzo maridado, gran ocasión para conocer vinos de la denominación de origen Costers del Segres y apreciar la viticultura de montaña
Ñoquis en salsa de cuatro quesos, crujiente de mollejitas y tira de asado.

La oferta de vinos en Panamá continúa creciendo. Recientemente, recibimos la visita de Toni González, director de exportación del grupo Tomás Cusiné, que agrupa cuatro bodegas en Cataluña, Castell del Remei, Tomás Cusiné, Cérvoles y Cara Nord, cuyos vinos en Panamá son distribuidos por Mi Esquina Gourmet.

Recibimos invitación para conocer los tres mejores vinos de Cérvoles: Cérvoles Blanc, Cérvoles Negre y Estrats, además del “vino tinto más excelente de Castell del Remei” en un almuerzo maridado en Los Años Locos, Costa del Este.

Cérvoles Negre

González estuvo presto a ofrecernos todos los detalles que hacen sus vinos, una experiencia diferente.

“Tomás Cusiné exporta sus vinos a 40 países, tres de sus bodegas se encuentran en la denominación de origen Costers del Segres y una en Conca de Barberá. La bodega más conocida es Castell del Remei, bodega histórica fundada en 1780; hoy vamos a tener la posibilidad de degustar el vino 1780, el más top de la bodega”, dijo con entusiasmo.

New York Prime steak con espárragos y portobello glaseado con balsámico

La denominación de origen Costers del Segre tiene unos 40 bodegueros que se reparten unas 4 mil hectáreas. El grupo Tomás Cusiné cuenta con unas 100 hectáreas. 15 de ellas para Castell del Remei, que produce por cada una de ellas, 16 mil kilos, mientras que Cérvoles, con 55 ha. produce 3 mil kilos por cada una. En total, el grupo desarrolla unas 80 referencias.

Costers del Segres queda muy cerca de Monsant, Priorat y Conca de Barberá, parte de una altitud de 250-300 metros sobre el nivel del mar, cerca de Lleida, y sube hasta 700-800 metros cerca de Poblet. Mientras Castell del Remei se encuentra en los terrenos más bajos y concentra el 70% de la producción del grupo, Cérvoles ocupa las mayores altitudes y sus productos representan lo que se conoce como viticultura de montaña.

1780 de Castell del Remei

“Tomás Cusiné, el propietario, enólogo y wine maker habla de viticultura de montaña. Y cada vez se va a hablar más de viticultura de montaña por los efectos del cambio climático. Los viñedos están yendo a alturas más elevadas, sobre todo por el problema del agua”, alerta González.

Se están estableciendo nuevas denominaciones de origen que, por su altitud, requieren del uso de variedades de uva diferentes. En lugar, por ejemplo, de cabernet Sauvignon, se pasa a utilizar la garnacha o la carignan. La forma de cultivar también varía. En los inviernos se implora por las nevadas que, al subir las temperaturas en la primavera, serán las encargadas de regar los viñedos.

Carpaccio de salmón

En los terrenos más bajos, se sufre una sequía que hace que la producción de vinos disminuya en cantidad, sin embargo, la calidad aumenta.

Los vinos son naturales, ecológicos. Podríamos decir que biodinámicos, aunque no lo reflejamos en la tarjeta”, comenta González.

Estrats, la joya de la corona de Cérvoles

Empieza el movimiento en la mesa, se descorcha la botella de Cérvoles Blanc que ha sido previamente enfriado.

El vino es el resultado de una mezcla, 50% macabeo, y 50% chardonnay con entre seis y ocho meses de envejecimiento en barrica de roble francés. “En Cérvoles se trabaja solo con roble francés. En este caso, 50% nuevo, 50% de segundo uso”, detalla González.

Cérvoles Blanc

De color amarillo pálido, brillante, con reflejos dorados, el vino presenta en nariz notas de manzana verde y un poco más de temperatura a frutas tropicales como toronja y piña. En boca, una sutil presencia de madera con notas de vainilla y acidez marcada.

Se acompañó con un carpaccio de tomate con prosciutto, rico en umami, un crujiente carpaccio de zucchini con hongos y lascas de queso parmesano y un carpaccio de salmón con alcaparras, que compartieron la acidez del vino y pimientos. Para completar, unos dados de bojalá frito con mayonesa de kalamata.

Carpaccio de zucchini

Avanzamos hacia los tintos. La cata continua con Cérvoles Negre, pareja en categoría del Cérvoles Blanc. “Es un coupage de garnacha tinta, tempranillo, cabernet sauvignon y shiraz, cuatro variedades siguiendo la estructura de los vinos más clásicos”, destaca el especialista. Es un vino que ha ido suavizándose con el tiempo. “Se busca un mejor equilibrio entre la fruta que aporta la garnacha (notas de frutos rojos) y luego la estructura de la madera y las notas que aporta. Tiene 12 meses de envejecimiento con barrica francesa 50% nueva y 50% de segundo uso”, indica.

Nariz expresiva con notas a fruta negra madura y cierta mineralidad en el fondo. En boca, intenso, con buena acidez y taninos maduros. Final largo. Su complejidad le permite acompañar exitosamente un corte de carne, sin embargo, no deja de ser fresco.

Pie de chocolate

A la mesa llegan sendos platos de ñoquis en salsa de cuatro quesos, crocante de mollejitas glaseadas en reducción de vino tinto y tira de asado. La pinta es espectacular y el sabor la iguala.

La velada continúa con 1780, el vino de más alto nivel de Castell del Rimei. “Es un coupage clásico de tres variedades: cabernet sauvignon, tempranillo y merlot, que aporta redondez. Con 18 meses de crianza entre barrica francesa y americana, tanto nueva como de segundo uso. Como estamos en la zona de más baja altitud, prevalece el cabernet, con una combinación entre fruta y madera increíble”, recalca. El balance entre fruta y madera es realmente destacable. De gran evolución en botella.

Carpaccio de tomates y prociutto

De un intenso color cereza, con reflejos brillantes. En nariz, notas a fruta confitada y algo de mineralidad. En boca, destaca su volumen y final prolongado. Se sirvió con un New York prime con un crust de pimienta y sal de vino tinto, acompañado de espárragos y portobello glaseados con balsámico.

Regresamos a la viticultura de montaña, con Estrats, a joya de la corona en Cérvoles. “Coupage de tres variedades: garnacha tinta, cabernet sauvignon y merlot, con un envejecimiento mínimo de 18 meses solo en barrica nueva francesa. Producciones limitadas. De la añada 2021 hay previstas unas 2,200 botellas”, cuenta González.

Billy Sáez, Toni González, Valérie Avila , Sandra Di Giovanni, Lourdes Lobato de Vander Werf, Rubén Vander Werf, Esther Arjona

Se trata de un vino con un concepto diferente es más actualizado, con más fruta, más intenso. En nariz, aromas a frutos secos y frutos negros confitados, especias. En boca su entrada es voluptuosa, notas a fruta madura, fresa, taninos maduros y cierta acidez. Su final es goloso, dulce, acaramelada, lo que lo convierte es un postre per se. O en un vino para el final de la cena, que puede acompañarse de un postre rico en chocolate o en café.

Acompañamos con un pie de chocolate, postre tradicional de Los Años Locos.

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