Nathalie Marin: 'Ser directora es un carrusel de emociones fuertes'

Actualizado
  • 24/05/2022 00:00
Creado
  • 24/05/2022 00:00
La directora de orquesta francesa regresa a Panamá para un homenaje a la Orquesta Sinfónica Nacional y para impartir sus conocimientos en la música y la importancia de velar por las artes
Marin llevará a cabo clases maestras sobre dirección de orquesta para estudiantes panameños a finales de mayo.

De todos los momentos especiales de la vida, el que Nathalie Marin más disfruta es estar en un escenario dirigiendo a decenas de músicos en armonía, siendo uno con ellos, y uno con la música. Desde su niñez, Marin supo que quería dedicarse a la música, pero no simplemente tocarla, sino llevar el mando de las melodías, notas y emociones que esta despierta en cada presentación; desde entonces, su carrera como directora de orquesta fue marcada, y hoy es una de las más reconocidas en el mundo.

Como directora, Marin regresa al istmo para dirigir a la Orquesta Sinfónica de Panamá, como parte de su gira internacional que posiciona a nuestro país como su gran cierre de oro, antes de regresar a su natal Francia. Amante de la música lírica, dedicó gran parte de su carrera a un repertorio que incluye obras como Tosca, Madama Butterfly con la ópera de Kharkhov en Ucrania, La bohème, Le nozze di Figaro con la ópera de Rusè de Bulgaria en Francia, Così fan tutte con la Orquesta Pasdeloup de Paris y Falstaff en Orvietto, Italia. Se presentó en teatros de Ucrania, Bulgaria, Francia, Italia y Austria, en prestigiosas salas como La Fenice en Venecia y Citè de la Musique en París.

En una conversación con La Estrella de Panamá, para MIA Voces Activas, la prolífica directora francesa comentó sobre su vida, su trayectoria de país en país y la importancia de beneficiar a las artes y velar por “una mayor igualdad dentro de este medio”.

¿Cómo llegó su pasión por la música?

Mi pasión por la música empieza desde mi niñez, y siempre estuve apasionada por eso, aunque no tengo músicos en mi familia, aparte de mi hermano mayor, pero nuestros padres no eran músicos, tampoco tíos ni tías. Mi hermano y yo siempre estuvimos atraídos por la música clásica, sin saber –y no tengo explicación– que eso me llevaría a querer ser directora de orquesta, lo que es algo muy profundo que no sé de dónde sale.

¿Cuándo toma la decisión de convertirse en directora de orquesta?

Bueno, desde niña quería hacer esto y empecé a estudiar música con el clarinete; después estudié en el Conservatorio de Lyon, porque siempre se empieza con un instrumento, no con la dirección de orquesta inmediatamente. Estudié música con el objetivo de ser directora de orquesta, eso estaba claro en mi cabeza, entonces empecé a tomar clases, a dirigir coros, y luego dejé el clarinete para enfocarme en mi pasión de dirigir orquestas, lo cual ha sido uno de los mayores retos que he tenido que enfrentar en esta profesión.

¿Cómo vislumbra el rol de la mujer dentro de este campo?

Hay que decir que es una profesión muy difícil para todos, pero para las mujeres –sobre todo de mi generación– fue muy difícil, un desafío total, porque había muy pocas pioneras antes de mi generación, y las puertas estaban cerradas. Por eso digo que es un trabajo difícil para todos estar al frente de una orquesta, pero sigue la lucha de convencer a los organizadores, a los directores artísticos, los directores ejecutivos, los responsables en los ministerios de cultura, y siempre tienes que estar convenciendo a los demás que de sí somos capaces. También es claro que nos exigen más que a los hombres, y siempre tienes que estar más preparada, ese es el desafío enorme.

Con su regreso al istmo, ¿cuáles son sus expectativas y agenda?

Tengo que decir que en noviembre tuvimos un primer proyecto y una primera colaboración muy interesante, muy intensa, y muy agradable, entonces eso me motivó. También me siento muy bienvenida porque los maestros y maestras de la Orquesta Sinfónica de Panamá han sido muy positivos.

Tuve el honor de recibir un reconocimiento por mi trayectoria de parte del ministro de Cultura durante el bicentenario de la independencia de Panamá de España, y eso me inspiró a crear un programa interesante con obras de compositoras panameñas y francesas, así como compositores internacionales, para dar un mayor espacio a estos artistas. El concierto será en el Teatro Nacional el 27 de mayo a las 7:30 p.m. con el apoyo de la Embajada de Francia en Panamá y la Alianza Francesa de Panamá. También daré clases maestras de dirección de orquesta para jóvenes estudiantes; también una clase de interpretación de canto lírico, sobre todo en un repertorio francés.

Asimismo, daré un conversatorio sobre compositoras del mundo llamado Sinfonías Femeninas: ¡Ahora sí! Para demostrar que sí hubo compositoras a través de la historia de la música que crearon impactos legendarios, pero fueron invisibilizadas, y ahora es tiempo de hacerlas notar. Creo que tendremos un programa intenso, pero productivo, y es parte de la alegría de esta profesión el poder enseñar a otros lo que ya uno ha aprendido.

¿De qué forma podría describir el momento en el que dirige una orquesta?

En ese momento, soy feliz, simplemente feliz. Hay muchas emociones diferentes, ya que la semana de trabajo previo realizamos los ensayos donde se trabaja cómo dirigir ciertas partes en orden, y es lo que generalmente no conoce el público. Luego de este tiempo, llega el momento del concierto y surgen otro tipo de emociones junto con la concentración de nervios.

Durante el concierto llega un momento muy intenso de la dirección, la ejecución de las piezas, y luego la felicidad de que todo haya salido bien. Es un carrusel de emociones fuertes.

¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?

Mi mayor logro es poder hacer mi carrera, una carrera internacional, también poder conocer tantas culturas, lo que es muy enriquecedor, y poder dirigir orquestas a largo plazo. Ha sido un logro llegar a una madurez que me ha permitido hacer la transición a enseñar, porque por muchos años no quise enseñar, ya que pensaba que no tenía bastante experiencia, pero ya empecé y lo disfruto mucho; puedo agregar esa satisfacción de toda una carrera que da frutos.

¿Cómo es un día con Nathalie?

Pues hay una gran disciplina, porque despierto temprano todos los días para estudiar y preparar mi ensayo con la orquesta. Panamá es el país que más temprano ensaya, empezando a las 7:00 a.m., en comparación con otros países de la región como Costa Rica, donde se empieza a las 9:00 a.m. o 10:00 a.m., dependiendo.

Además de esto, hay que preparar programas de educación para conferencias o clases, incluso para entrevistas de prensa cuando hay conciertos. Mis días comienzan temprano y terminan casi al siguiente. Siempre necesito un par de horas antes de los ensayos para estar concentrada y enfocarme en lo que haré en el día. Luego están los viajes que también agregan preparación y coordinación.

¿Qué ha podido aprender sobre sí misma en sus años de carrera?

He tenido que trabajar sobre mí misma y aprendí que no soy una súper mujer, porque antes pensaba que podía trabajar todo el tiempo y tenía mucha energía, la cual ponía al servicio de mi música, pero aprendí que hay que descansar, hay que tener momentos de relajación, de un momento vacío. He aprendido que el vacío es importante, y pienso que trato todavía de controlarme, decir 'no' en algunos momentos, y eso sí ha sido un trabajo duro, porque siempre pensaba que no había límites e iba siempre más allá de mis límites físicos y mentales.

¿De qué forma se puede apoyar a las orquestas para su sostenibilidad?

Es un tema muy importante, es verdad que hay que fortalecer a la Orquesta Sinfónica Nacional, pero también a las orquestas de las provincias, de las ciudades menores, que necesitan apoyo para desarrollarse y tener posibilidades internacionales, o sea, tener directores internacionales que les permitirán subir su nivel de progreso, de ver otras competencias y formas de trabajar.

Se necesita apoyo de las embajadas también, creando un vínculo beneficioso e importante para hacer entender a nuestros políticos lo universal que es una orquesta sinfónica, pero que también necesita recursos para lograr muchas cosas que no necesariamente están ligadas a la música, sino a la educación, la salud, los valores, etc. Voy a hacer una intervención con los estudiantes del Liceo Francés y también con otros niños en el ensayo general con el apoyo del Ministerio de Educación, para lo que será un concierto que busca mostrar los valores que los niños aprenden cuando compartimos este arte con ellos.

La disciplina, el escuchar y ser cooperativo son aspectos que enseñamos a los niños y que pueden practicar a través de la música, y que son valores fundamentales para una sociedad sana.

¿Considera que se está preparando un campo más sano para las directoras del futuro?

Bueno, tengo que decir que el continente latinoamericano es bastante abierto a las mujeres directoras de orquesta, mucho más que en Europa, porque por años muchas directoras están trabajando arduamente en las orquestas sinfónicas de sus países, como en Ecuador y Uruguay, aún más que en Francia. Esto da una revisión del país y del espacio que les hemos dado dentro de la sociedad. Entonces nosotros en Europa tenemos que ir adelante con eso, hay que precisar un cambio de conciencia en otros países, donde se hagan iniciativas para apoyar a las mujeres directoras de orquesta.

Pero hay que luchar todavía en todo el mundo, también en América Latina. Por ejemplo, me dijeron desde la junta de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, que soy la única directora invitada de la temporada y hay muchas directoras profesionales de buen nivel que pueden ir a dirigir esa excelente orquesta, pero que sea yo la única invitada es una lástima, es una pena. Todavía tenemos que hacer más esfuerzo y luchar.

Participo en el movimiento del Simposio Internacional de Mujeres Directoras y Compositoras que se hace cada dos años y su foco es la educación, poder hablar mucho sobre el tema de intercambio cultural entre nosotras y es muy importante sacar eso siempre a colación, para que las personas vayan sabiendo más y se cree esa conciencia de que somos capaces y existimos.

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