Hablemos de maquillaje

El término maquillaje viene de la jerga teatral: antes estos productos se denominaban afeites, composturas o remilgos. Además de llamar maquillaje al arte de decorar la piel para obtener un buen aspecto, también se define así a los productos usados para ese fin, a los que nombramos maquillaje o cosméticos.

El maquillaje existe desde la antigüedad con diferentes artificios, pero siempre con igual propósito: mejorar nuestro aspecto exterior. Las mujeres egipcias resaltaban sus ojos y párpados con colores fuertes que obtenían mezclando tierra, ceniza y tinta.

El verdadero apogeo del maquillaje lo encontramos en la corte de Francia, donde se blanqueaban la cara con polvos y cremas nacaradas brillantes hechas con azufre, lo que algunas veces provocó envenenamientos.

Desde entonces y hasta nuestros días la cosmética ha dado muchas vueltas, y hoy tenemos un gran mercado dedicado especialmente a la mujer, para perfeccionar su imagen.

Todas las mujeres nos maquillamos, cada una a su estilo: mucho, poco o casi nada, pero todas lo hacemos de alguna forma.

Las muy jóvenes se maquillan sutilmente y a medida que pasan los años, incrementan su uso como una forma de atacar las marcas que el tiempo talla en el rostro. ¡Gran error! Debería ser todo lo contrario, a más años menos afeites, para no evidenciar justamente lo que se desea disimular: el paso de los años.

Todos coleccionamos marcas y arrugas que el paso del tiempo esculpe cual temporal de octubre en terreno yermo, y no hay pociones que puedan impedirlo. Tal vez una cirugía drástica lo logre por un tiempo, con el agravante de que salvo muy pocas excepciones, no solo se pierdan las arrugas, sino también la expresión y el propio yo.

(Me recuerda a una amiga a quien me encontré hace poco luego de no verla por muchos años. No la reconocí y pasé a su lado sin saludarla, hasta que me dijo “no me recuerdas, pero si yo no me he hecho nada”. Ambas nos reímos mucho).

CONSEJOS PARA MAQUILLARSE ADECUADAMENTE

1. El maquillaje no debe ocultar lo negativo de un rostro, sino resaltar lo positivo.

2. No tiene que combinarlo con los colores del vestuario.

3. El maquillaje es para arreglarse, no para restaurarse.

4. La máscara de pestañas o rímel no debe dejar grumos o pestañas “enmarañadas”.

5. No permita que sus ojos compitan y se peleen con su boca: destaque solamente uno de ellos a la vez.

6. No marque demasiado las cejas con el lápiz, procure que luzcan naturales.

7. No se repinte los pómulos con el blush como si le hubieran dado un golpe: naturalmente no son así, a menos que viva en Finlandia expuesta a su intenso frío.

8. Ir a la oficina con un maquillaje exagerado no es apropiado, pero tampoco lo es llegar con la cara lavada. Aléjese de los extremos.

9. Maquillarse no es elaborar un nuevo rostro; es darle toques al que tiene para que no luzca desvestido.

10. Algunas veces por restricciones sociales que se deben cumplir (como usar uniforme), el maquillaje, el cabello y el perfume es lo único que dice quiénes somos.

11. Preocúpese de que los suyos lo digan bien.

Píntese los labios, tome su bolso y salga a vencer al mundo. ¿Quién dijo que no podemos?