Agua dulce y agua marina: un binomio clave para el crecimiento económico

Actualizado
  • 26/08/2022 00:00
Creado
  • 26/08/2022 00:00
Los sistemas marino - costeros son un conjunto de organismos vivientes que al relacionarse entre sí crean “el equilibrio” natural para su coexistencia y sobrevivencia
Cuando el hábitat pierde su calidad, se rompe el equilibrio y la cadena trófica se alimenta de forma deficiente.

En la publicación 'Almacenamiento y recuperación de agua en acuíferos: Mejoramiento de la seguridad en el abastecimiento de agua en el Caribe. Oportunidades y desafíos', de Anthony Daus para el Banco Interamericano del Desarrollo, se explica que las consecuencias del cambio climático afectan en gran medida el régimen hídrico en América Latina y el Caribe (ALC), lo que ha incrementado las sequías e inundaciones severas en los países de la región, aumentando su duración y cambiando la frecuencia de los eventos.

Estos cambios están afectando a más de 60 millones de personas, sin embargo, aunque los seres humanos se vean afectados, el ambiente en el que viven y del cual se abastecen también está sufriendo estragos debido a que el cambio climático impacta directamente en los sistemas marinos costeros al aumentar el nivel del mar, incrementar la salinidad del agua en la que se encuentran contenidos, y porque la interacción agua dulce - agua marina de los estuarios ha cambiado tanto en calidad como en cantidad.

Esto ocurre porque las obras de la ingeniería civil, como las urbanizaciones, centros logísticos o comerciales, han reducido el volumen de infiltración del agua de lluvia, lo que ha generado “un mayor impacto asociado con inundaciones, degradación de la calidad del agua superficial, pérdida de hábitat ecológico y limitada recarga de acuíferos” o recarga subsuperficial en las cuencas.

Los sistemas marino-costeros son un conjunto de organismos vivientes que al relacionarse entre sí crean “el equilibrio” natural para su coexistencia y sobrevivencia. Es relevante entender que aunque estén ubicados en las zonas costeras del mar, de allí la asociación a lo marino, dependen en su equilibrio de las descargas de agua dulce que son inyectadas al sistema por los ríos que descargan en el mar.

Estas descargas o caudales que han formado parte durante milenios de la interacción río - mar, en un principio eran agua dulce con calidad; sin embargo, debido a la interacción antropogénica, esta calidad ha ido desmejorándose y, por ende, al desmejorarse la calidad del agua en los ríos, se desmejora la calidad del agua en los estuarios, lo que se traduce en el deterioro del hábitat en el que crecen los humedales y que alimentan a las especies del mar, como los pastos marinos y las algas.

Cuando el hábitat pierde su calidad, se rompe el equilibrio y la cadena trófica se alimenta de forma deficiente, generando que los peces, de los que se alimentan los seres humanos, ballenas u otras especies también se vean deteriorados en su salud. Un ejemplo de esto es el caso de la contaminación de la bahía de Minamata en Japón, o los microplásticos que han sido encontrados en el Himalaya.

De allí que, como lo señala el autor Daus, “al combinarse la degradación de la calidad del agua derivada del tratamiento inadecuado del saneamiento de actividades domésticas, comerciales o industriales, de la escorrentía agrícola y la intrusión marina, la necesidad de una gestión del agua integral e integrada resulta imperante”, puesto que la gestión adecuada de los recursos hídricos prevé el control y vigilancia necesarios para garantizar el abastecimiento de agua dulce y la calidad del agua marina en las playas y cercana a los litorales.

¿Por qué se impacta la economía cuando el binomio agua dulce - agua marina pierde su equilibrio?

El Banco Mundial en su plataforma digital indica que los océanos son más que agua salada, son la porción del planeta que “alberga la mayor biodiversidad, produce al menos 50% del oxígeno del planeta, sus bosques de manglar y praderas de pastos marinos almacenan más carbono por unidad de área que los bosques terrestres, y son la principal fuente de proteínas para más de 1.000 millones de personas”; por lo que el crecimiento económico mundial depende de las aguas oceánicas.

El Banco Mundial también indica en cifras que, “más de 60 millones de personas en todo el mundo están empleadas en el sector de la pesca y la piscicultura; que en América Latina, la mayoría de los países se benefician directamente del fácil acceso a los recursos naturales costeros y marinos, y más del 25% de la población vive a lo largo de la costa, cifra que aumenta a 100% en las naciones insulares del Caribe. Además, anualmente, los océanos aportan $2,5 billones a la economía mundial, cifra que podría duplicarse para 2030”.

De modo que, si se deteriora la calidad del agua dulce y el agua marina, y se rompe el equilibrio que se requiere para mantener los hábitats marino - costeros, los recursos oceánicos aumentan el riesgo de extinguirse, y a la larga, mueren, perdiendo definitivamente su valor ecosistémico, lo que impacta directamente en el PIB de la región.

¿Qué enfoque hace que se omita el valor de este binomio?

En la plataforma digital iagua.es esto se explica perfectamente. Allí se indica que “tradicionalmente el agua ha sido tratada como un recurso natural, ilimitado y renovable”, por lo que no ha recibido el valor económico que realmente tiene.

En la región aún no existen sanciones severas, si una vez utilizada el agua “limpia”, se regresa al ciclo del agua, contaminada; además, los gobiernos no cuentan con monitoreo en tiempo real de la calidad del agua de los ríos, estuarios o manglares, lo que hace que no se contabilice el costo de “la pérdida de calidad del agua” para darle su valor multifuncional: económico, social y ecológico.

Si se considerara cómo el calentamiento de la temperatura y la acidificación de los océanos afecta, no solo a los arrecifes de coral, que están desapareciendo, sino también a los cascos de los barcos, estructuras de los muelles en los puertos, podría globalizarse el entendimiento de que al afectar el equilibrio del binomio agua dulce - agua marina, afectamos nuestra propia vida.

¿Cómo aportar al equilibrio del binomio agua dulce - agua marina?

La plataforma digital americaeconomia.com considera como soluciones posibles frenar el crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono y limitar el ritmo de la acidificación de los océanos.

Además, propone darle un valor al carbono almacenado en manglares, es decir, al carbono azul, e impulsar la red de zonas marinas protegidas, incluyendo reservas sin explorar.

Con esto se lograría proteger la pesca, importante fuente de alimentos, que proporciona a más de 1.500 millones de personas alrededor de un 20% de su promedio de consumo de proteína animal per cápita.

La Organización de las Naciones Unidades (ONU), a través de su plataforma digital, ha indicado que la salud de los océanos está íntimamente ligada a nuestra salud, y por ello, la consecución del Objetivo 14: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos es clave para el desarrollo económico de la región de América Latina y el Caribe.

Por último, la ONU indica que La biodiversidad marina es vital para la salud de las personas y de nuestro planeta, por lo que se deben proteger las áreas marinas, los sistemas de agua dulce, y se deben poner en marcha reglamentos que reduzcan la sobrepesca, la contaminación marina y la acidificación de los océanos.

Al proteger nuestros océanos, protegemos nuestra salud y garantizamos la economía en la región.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus