Concesionaria Madden Colón llevó a cabo un simulacro de accidente sobre la autopista como fase final del Curso de Formación de Brigadas de Emergencias,...
- 31/07/2012 16:09
- 31/07/2012 16:09
Entre plantas de yuca sembradas en el jardín de una vivienda de este barrio en la periferia de la capital, una joven bióloga se inclina y recoge un recipiente de plástico que contiene agua y una pequeña tabla de madera dentro.
Es una trampa para cazar mosquitos. Aquí hay bastante", comenta Lleysa Pineda, al mostrar la pequeña tabla que tiene adherido algo que semejaban pequeñísimos puntos oscuros; son huevos del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue.
Ahora que el crecimiento de la población, la deficiencia en la recolección de desechos y la acumulación de agua que se convierte en caldo de cultivo para los mosquitos han vuelto al Aedes casi incontrolable, se hace necesario recurrir a una tecnología de punta para su erradicación: la alteración genética del mosquito.
Las recolectas que realiza Pineda desde el año pasado en los barrios de Nuevo Chorrillo, Princesa Mía y Lluvia de Oro en la localidad de Arraiján, unos 20 kilómetros al oeste de la capital, son parte de los preparativos que adelanta el Instituto Conmemorativo Gorgas (ICG), un centro de investigaciones de enfermedades tropicales en Panamá, con el objetivo de utilizar una tecnología nueva para controlar el mosquito aedes aegypti y de esa manera reducir la incidencia del dengue, una enfermedad dolorosa que puede llegar a ser fatal.
Los esfuerzos del Ministerio de Salud se enfocaron en nebulizar (fumigar) en los barrios y en difundir intensas campañas dirigidas a crear conciencia en la población sobre la necesidad de eliminar los pequeños depósitos de agua en las viviendas y jardines donde suele depositar sus huevecillos el aedes aegypti.
Sólo en insecticidas para nebulizar, las autoridades sanitarias invirtieron 1,3 millón de dólares en el 2011.
Ahora, paralelamente a esas medidas tradicionales, Panamá pretende convertirse en el primer país en Centroamérica en emplear mosquitos transgénicos para combatir la enfermedad.
Los mosquitos machos se alimentan de néctar de las flores y no transmiten el dengue porque no pican a los humanos. Las hembras, en cambio se alimentan de la sangre para desarrollar sus huevos. Cuando la hembra se alimenta de sangre de una persona enferma con dengue y luego pica a otra persona le transmite el virus de la enfermedad.
La compleja alteración genética que sufre el mosquito en su estado embrionario conlleva a que la progenie muera en el estado de larva, sin llegar a una etapa adulta y por tanto no podrán propagar el dengue.
"La idea es hacer esas liberaciones periódicamente para que la población de mosquitos, en la comunidad o comunidades donde se hacen esas liberaciones, vaya disminuyendo", dijo en una entrevista con la AP el médico Néstor Sosa, director del ICG.
Explicó que la tecnología que evalúa Panamá es desarrollada por la empresa Oxitec de Inglaterra, y detalló que los científicos de esa compañía han desarrollado una metodología para inyectar dentro de los embriones del mosquito un gen que les hace desarrollar una proteína que termina matándolos.
"Normalmente lo que ocurre cuando se produce (la proteína) en los insectos y en otros seres vivos es que su misma producción inhibe que se siga produciendo, entonces hay un control", agregó. Pero en este mosquito alterado, "el gen (que se le ha inyectado) no tiene ese control. El mosquito produce esta proteína hasta que el mismo muere por la cantidad de proteínas que hay en su célula".
Los mosquitos también contienen un gen que los vuelve fluorescentes para que puedan ser identificados en el laboratorio con el uso de un microscopio especial, comentó Sosa.
El ICG, que lidera el proyecto en Panamá, aguarda a que una comisión especializada de bioseguridad otorgue los permisos para poder introducir en el país los primeros huevecillos alterados, provenientes de la empresa Oxitec.
Los huevecillos serán criados en el laboratorio, separados los machos de las hembras y finalmente esparcidos los machos en la comunidad que se elija para hacer los primeros estudios.
Pineda visita semanalmente 90 viviendas en tres barrios del sector oeste de la capital. Una semana instala la trampa y a la siguiente las retira. Ella introduce en una bolsa plástica las pequeñas tablas llamadas "paletas" con o sin huevos y que están identificadas. Lleva las muestras al laboratorio. Allí un equipo analiza e identifica el desarrollo de los huevos que pasan de un estado de larva, al de pupa y finalmente el adulto.
Las tres comunidades están rodeadas de áreas boscosas, no intervenidas, lo que constituye una especie de barrera para que los mosquitos no salgan del perímetro. Y los especialistas podrán monitorear el comportamiento de los insectos después de las primeras liberaciones y compararlo con los de un año atrás para evaluar los resultados de las liberaciones de los mosquitos transgénico y determinar si en efecto cae la presencia del insecto.
Si el proyecto resulta positivo, entonces Panamá podrá llevarlo a otros comunidades o barrios más extensos.
De momento la inversión para la compra de equipos, la construcción de un nuevo insectario y el entrenamiento de personal, entre otros gastos, fue de unos 240 mil ólares.
La idea, empero, ha causado inquietud en algunos sectores ambientalistas que desde ya consideran que es inseguro.
"Este asunto tiene un enfoque ambiental y es la alteración del ciclo biológico de la especie... ¿Qué puede ocurrir después?", se preguntó Kafda Vergara, de la organización Voces Ecológicas.
Vergara se quejó también de la falta de divulgación sobre el proyecto.
Olmedo Carrasquilla, de la misma organización, expresó preocupación porque, según dijo, se desconoce si en otros países hay informes de "resultados que sean satisfactorios".
Sin embargo, el doctor Donald Windsor, biólogo del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, quien no participa del proyecto, sostuvo que "tanto en teoría como en la práctica, los mosquitos genéticamente modificados no significan una amenaza apreciable para el ambiente u otros organismos. El beneficio del programa (del ICG) consiste en reducir las poblaciones de un mosquito no nativo peligroso a niveles en los que ya no es capaz de transmitir enfermedades".
El uso de mosquitos transgénicos para controlar las poblaciones del vector del dengue se ha empleado ya otros países como por ejemplo Islas Caimanes y en Brasil, este último inauguró hace a comienzos de mes la ampliación de una planta para producir a gran escala un mosquito genéticamente modificado para erradicar el del dengue. Brasil, en tanto, es uno de los países que presenta mayor incidencia, con alrededor de 200 mil casos por año.
El dengue causa síntomas como fiebre, dolor de cabeza, dolor de cuerpo y coyunturas, sangrado, vómito y manchas rojas. En su variedad hemorrágica puede llegar a ser mortal.
El dengue no ha golpeado de manera tan severa a Panamá como sus vecinos centroamericanos, donde la incidencia y la mortalidad son mucho más altas.
Para Fernando Vizcaíno, jefe del departamento de Control de Vectores del Ministerio de Salud, es vital el trabajo que diariamente realizan unos 400 inspectores visitando casas para detectar la presencia no solo del transmisor del dengue sino de otros enfermedades como la malaria.
Narró que Panamá logró erradicar el mosquito aedes aegypti durante una década, entre 1975 a 1985, en este último año se volvió a detectar la presencia del insecto y los primeros casos en 1993.
A mediados de los ochenta cuando reaparece el mosquito, circunstancias como el crecimiento de la población sobre todo en la periferia de la capital y que trajo consigo entre otros, problemas en la recolección de desechos sólidos y la escasez de agua en algunos sectores que obligó a las personas a adquirir el hábito de acumular recipientes con agua en sus viviendas fueron caldo de cultivo para que prosperen las poblaciones del mosquito.
"Todas esas condiciones han hecho que el Aedes aegypti sea hoy día casi incontrolable. Sobre todo por falta de participación de la población en la eliminaciones de los criadores del mosquito", subrayó Lorenzo Cáceres, investigador del ICG al recomendar la necesidad de plantearse el uso de nuevas tecnologías para combatir la enfermedad.
Las estrategias que ha utilizado Panamá incluyendo las nebulizaciones, pese a que en las Américas se ha demostrado la resistencia del aedes aegypti a los insecticidas, son herramientas de hace más de 65 años, planteó.