El dilema del contagio: covid-19 y la transmisión aérea

Actualizado
  • 15/07/2020 00:00
Creado
  • 15/07/2020 00:00
Tal parece que uno de los asuntos más relevantes en torno a la transmisión del SARS-CoV-2 aún no encuentra consenso. Mientras la ciencia abraza la investigación y presiona a la OMS para afinar los protocolos de prevención ante la posibilidad de contagio a través de la vía aérea, esta última esquiva señalamientos alegando la necesidad de mayores investigaciones

Como un viaje en montaña rusa o una creación de Tarantino, así ha sido el torbellino social y humano ocasionado por la pandemia que le dio la bienvenida al 2020 y que hoy se enfrenta a nuevas interrogantes de la comunidad científica, empeñada en ganar la batalla, mitigar los contagios y detener el avance del virus.

Frenar la transmisión del SARS-CoV-2 en el aire “debería estar al frente de nuestras estrategias de control”, aseguraba Joseph Allen, profesor asistente de ciencias de evaluación de exposición en Harvard T.H. Escuela Chan de Salud Pública, en un artículo de opinión del 26 de mayo de 2020 publicado en The Washington Post.

De acuerdo con el investigador, la evidencia sugiere que la transmisión en el aire, causada por pequeñas partículas que pueden permanecer en este durante largos períodos, es responsable de gran parte de la propagación del virus.

Desde la génesis de la pandemia, el planteamiento formal de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sido que “de acuerdo con los datos disponibles, el virus de la covid-19 se transmite principalmente entre personas a través del contacto y de gotículas respiratorias”. Además, “en un análisis realizado en China que incluyó a 75,465 casos de covid-19 no se notificó transmisión aérea”.

Según el organismo internacional, “el contagio a través de gotículas se produce por contacto cercano (a menos de un metro) de una persona con síntomas respiratorios (por ejemplo, tos o estornudos), debido al riesgo de que las mucosas (boca y nariz) o la conjuntiva (ojos) se expongan a gotículas respiratorias que pueden ser infecciosas. Además, se puede producir transmisión por gotículas a través de fómites en el entorno inmediato de una persona infectada”. De esta manera el virus se puede contagiar por contacto directo con una persona infectada y, de forma indirecta, por contacto con superficies que se encuentren en su entorno inmediato o con objetos que haya utilizado; de ahí la importancia de la higiene o lavado de manos.

En este marco, la OMS sostenía que la transmisión aérea del virus podría ser posible solo en circunstancias y lugares específicos en los que se efectúan procedimientos o se administraran tratamientos que generen aerosoles como intubación endotraqueal, broncoscopia, aspiración abierta, administración de un fármaco por nebulización, ventilación manual antes de la intubación, giro del paciente a decúbito prono, desconexión del paciente de un ventilador, ventilación no invasiva con presión positiva, traqueostomía y reanimación cardiopulmonar.

Con la confirmación del primer caso en Panamá, el pasado marzo, Gladys Guerrero, epidemióloga, afirmaba que “el peso que tiene este virus no permite que las gotas de saliva se mantengan suspendidas en el aire, ellas caen en superficies y contaminan, no viajan más de un metro”.

En el radar

Como un giro importante en el tratamiento mediático del covid-19 por parte de la OMS, en días pasados el organismo reconoció que hay cada vez más evidencia de que el nuevo coronavirus puede propagarse por pequeñas partículas suspendidas en el aire.

La transmisión aérea no es descartable en escenarios con multitudes o en lugares cerrados y poco ventilados, dijo el 8 de julio un representante en conferencia de prensa. De manera que, si se confirma esa evidencia, los códigos de conducta en espacios cerrados podrían cambiar; en líneas generales se estarían modificando ciertos protocolos preventivos por completo, incluyendo la manera en la que interactuamos con los espacios y la ocupación máxima permitida en sitios cerrados.

La transmisión aérea no es descartable en escenarios con multitudes, según la OMS.

En una carta a la que hizo referencia el pasado 6 de julio The New York Times, y que será publicada en la revista Clinical Infectious Diseases, unos 239 científicos de 32 países señalan a la OMS de subestimar la posibilidad de transmisión aérea del virus. Hasta la fecha, el organismo solo había hecho hincapié en el contagio a través de las gotículas emitidas al toser o estornudar.

Según recoge la BBC: “Queríamos que (la OMS) reconociera la evidencia”, dijo José Jiménez, un farmacéutico de la Universidad de Colorado que firmó el documento.

“Definitivamente este no es un ataque contra la OMS. Es un debate científico, pero sentimos que era necesario hacerlo público porque rehusaban escuchar la evidencia después de muchas conversaciones que tuvimos con ellos”, agregó.

Sin embargo, sobre lo anterior, Benedetta Allegranzi, directora técnica para infecciones, prevención y control de la OMS, dijo que la evidencia que surge sobre la transmisión aérea del coronavirus en “los escenarios aglomerados, cerrados y poco ventilados que han sido descritos, no puede ser descartada”.

La transmisión por microgotas sucede cuando al toser o estornudar, las gotas alcanzan los ojos, nariz o boca de las personas, mientras que la transmisión por aire hace referencia a pequeñas partículas suspendidas en el aire por más tiempo, que viajan más lejos y pueden ser inhaladas por un tercero.

Hasta ahora las posturas son diversas y no hay una versión clara y frontal de la OMS con respecto al tema. Tampoco consenso.

¿Qué sucede entonces con la ocupación de establecimientos cerrados como restaurantes, supermercados, discotecas, tiendas de insumos (en el caso de los países que ya han implementado una desescalada general)? ¿Cómo deberíamos manejarnos?

Carlos Tam, médico internista y coordinador de la comisión de covid-19 en el Instituto Nacional de Salud Mental, considera que, en el caso panameño, los protocolos deberían afinarse si la OMS confirma la existencia de la transmisión aérea. “Sería necesario mantener las precauciones habituales e incorporar el uso de pantallas protectoras faciales que pudiesen evitar el contagio aéreo”.

Esto ayudaría a desacelerar los contagios y minimizar la transmisibilidad. Además, “permitiría desahogar el sistema de salud”.

Por otra parte, “estamos ante una enfermedad nueva y desconocemos su comportamiento a futuro. Estamos aprendiendo. No es fácil que haya consenso en el gremio científico. No tenemos experiencia previa con este tipo de pandemia”, explica.

Recomendaciones

Según el artículo de Allen citado por la Universidad de Harvard, al que hacemos referencia al inicio de esta publicación, para minimizar la exposición a estos patógenos en el aire, especialmente en interiores, se recomienda continuar con el distanciamiento físico.

También aconseja implementar estrategias de construcción o diseño saludables, incluida la apertura de ventanas en hogares y autos, incrementar la tasa de ventilación de aire exterior en edificios con sistemas de climatización y garantizar suficiente escape en lugares como baños y habitaciones de hospitales con pacientes infectados. Mientras que la prevención en casa y en los entornos laborales dependerá del quehacer ciudadano; restará aguardar a nuevas luces de las voces y organismos oficiales.

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