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A Carlos 'Chichi' Reynolds, el Viernes Negro le cambió el boleto
- 10/07/2020 00:00
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Hace 33 años el país vivía tiempos de tempestad política que no presagiaban amainar, al contrario. El 10 de julio de 1987 quedaría marcado en la historia como símbolo de la inconformidad ciudadana al volcarse esta pacíficamente a las calles a reclamar un drástico cambio político, pero también como triste fecha por las secuelas que dejó la dura respuesta represiva de los gobernantes. El nombre con el que quedó escrita la fecha, habla por sí mismo: Viernes Negro.
Ese día un joven universitario e integrante regular de la Selección Nacional de Fútbol, Carlos 'Chichi' Reynolds (11 de septiembre de 1962, Panamá), recibía su bautizo como líder estudiantil en las calles de la ciudad capital. Dos años más tarde, quien era una de las figuras del fútbol nacional vería frustradas sus posibilidades de emigrar como jugador relevante, porque saldría al exilio voluntario.
'Chichi', apodado así por “mi pequeño hermano, 11 meses mayor, quien escuchaba decir a la familia el chichi (el bebé), me señaló una vez y dijo 'Chichi'; así quedé”. Perteneció a esa generación sobresaliente de la cual Rommel Fernández fue la figura estelar. Desde la ciudad de South Bend, en el estado de Indiana, Estados Unidos, nos conversa sobre el pasado y su presente.
Como futbolista, el haber llegado a jugar en la Selección Nacional. Eran tiempos en que llegábamos a las prácticas en bus y a veces no estaba el estadio abierto y cosas así; pero lo disfrutamos, un grupo de buenos jugadores como René Mendieta, 'El Tátara' Guevara, Percibal Piggot, Patricio Guevara, todo ese grupo.
Jugaba en el Euro Kickers y tuvimos ese problema político en Panamá que me desvió un poco del fútbol, mi idea era ser futbolista profesional y llegué a estar muy cerca del club Botafogo de Brasil. Participé con la Selección en un partido amistoso, preparatorio de las eliminatorias en 1988, contra El Cojutepeque, de El Salvador, y un scout brasileño que estaba en Costa Rica buscando jugadores centroamericanos, vio en la televisión el partido nuestro.
Al día siguiente viaja a Panamá y un muy buen amigo, Dino González, me llama y me dice: “Chichi, aquí en la Federación hay un hombre del Botafogo que quiere hablar contigo”. Yo no le creía y le respondo: ”Bueno voy a ir a la Federación, más te vale que esté allí ese señor”.
Fui y era una propuesta formal para jugar en el Botafogo, me dice: “Ahora que estamos de acuerdo, voy para Brasil, hablaré con la junta directiva y te llamo la última semana de septiembre”, con la mala suerte que Manuel Noriega me mandó a apresar. Él estaba buscando detener a mi padre, Humberto Reynolds Unamuno, quien estaba más metido en el asunto de la oposición. Me apresaron en mi casa.
Allí cambió todo, me detuvieron por 93 días, del 22 de septiembre al 24 de diciembre de 1988; luego me enteré de que los brasileños estuvieron tratando de ubicarme. Gracias a Dios siempre tuve presente que la educación era importante, siempre estaba en la Usma, jugaba y estudiaba en las noches; fue lo que me ayudó.
En la Asociación de Estudiantes de la Usma decidimos ir a la gran marcha, había sido prohibida, nos reunimos en la universidad. Antes de salir, monseñor Brown nos dio la bendición, comenzamos a caminar hacia la iglesia del Carmen, el centro de reunión, éramos un grupo grande y comenzamos a caminar por la Tumba Muerto en medio de la calle. Llegando a Villa de las Fuentes, se nos presentan los carros militares con los doberman, yo iba al frente con una bandera, y nos paramos.
Habíamos practicado qué hacíamos si los militares nos detenían. Cuando llegaron, decidimos sentarnos siguiendo el ejemplo de los movimientos pacifistas. El jefe les ordena que avancen y escucho a unos de ellos decir: ”¿pero qué vamos a hacer si están sentados? “, dudaron, hubo unos minutos de incertidumbre, hasta que empezaron a disparar indiscriminadamente con perdigones; hubo confusión, nos replegamos, varios regresamos a la universidad y también ayudamos a los líderes a esconderse.
Fui presidente del Comité de Estudiantes de la Usma, me tocó estar en las calles protestando, firmé un documento que presentaba la posición de los estudiantes ante la situación del país, pero no estuve involucrado en actos de violencia.
Nunca lo vi así, creo que las cosas en la vida tienen su razón de ser; de no haber pasado eso quizá no hubiese tenido la oportunidad de venir acá a hacer una maestría, y nunca he dejado el fútbol, que es otra cosa. El fútbol se vive de muchas maneras; cuando llegué, jugué a niveles altos, claro, no comparas a Estados Unidos con Brasil, donde pude haber llegado. Recuerdo que una vez jugamos, te habló de hace muchos años, con el equipo incipiente de lo que es hoy el Chicago Fire y le ganamos 1-0, con gol mío.
Bueno, tenía mi beca y además había un compañero uruguayo que había jugado en la selección de la universidad, que tenía un equipo semi profesional; en ese sentido nos pagaban algunas cosas, pero cuando me gradué, comencé a trabajar de una vez. Durante mi último año de maestría, comenzaba la MLS (Mayor League Soccer). Recuerdo que me contactó un señor del Colombus Crew, pero ya estaba terminando los estudios, tenía trabajo, y me dije: mejor sigo con esto.
Me gradué de Master of Science in Administration, enfocada a la parte de las empresas no lucrativas, gobierno, todo lo que es sin fines de lucro.
Sí, me encantaba jugar en el centro porque veía diferentes opciones, te permite crear más y ver la foto total del partido. Ya yo había jugado un poco en el mediocampo, pero el profe Giraldo me puso y me afiancé. Recuerdo también cuando jugaba en el Unión Española con José Bech; el tenerlo como un señor entrenador enseñándonos de posiciones, táctica, técnica, para mí allí empezó el asunto. A nosotros nos ayudó mucho José Bech cuando nos llevó a España; estuvimos cerca de un mes; yo tendría 14 o 15 años.
Me tocó conocer a Rommel en una práctica de ese equipo que iba a España, sabíamos de la potencia que tenía; en la Selección lo traté más que en el Mundialito. Cuando estuvimos en España, era el centro de atención, fue un líder increíble y carismático.
Había bastante unidad en relación a la amistad, porque muchos veníamos jugando juntos desde pequeños, como los Murcia, Nicosia, Secundino González, etc. Entonces a ese grupo se le une un entrenador como el profesor Orlando Muñoz, de mucho nivel, y él nos da para presentarnos como un grupo que juega un fútbol diferente, entendiendo el fútbol de otra manera. Ahí cada uno tenía su posición, creo que un poquito más del fútbol europeo; también se incorporaron jugadores como 'El Toro' Aguirre, que nos dio muchas cosas.
Desde que llegué me involucré como jugador y luego como entrenador. Comencé entrenando un equipo de muchachas de escuela y allí se me prendió la chispa (2002), era de los equipos peorcitos de la Liga. Pero me llamó la atención y noté el deseo de jugar bien, de darlo todo, que tienen las chicas aquí en Estados Unidos; lo tomé y mejoraron, ganamos en los últimos partidos. Eso me motivó, seguí con un club que se llamaba Indiana Invaders y podía hacer los dos: los estudios y el club.
Se me abrió el mundo, me dije si Dios me da la oportunidad quiero entrenar y, mira, tiré la idea a los padres de familia; me dije, quizá logre un equipo de 15 o 16 muchachas, sería fantástico. Terminamos con dos equipos para llevarlos a España, a Barcelona, a un torneo, imagínate. Allí no termina porque después, cuando regresamos, empiezo a recibir llamadas y correos de los padres de familia. Entonces hicimos otro equipo y fuimos a Italia, quedamos de segundos en ese campeonato.
Pero entonces ya aquí a ese nivel te estaban pidiendo títulos de entrenador, no lo había sacado porque no se daban las condiciones; pero una vez ofrecieron el título en Indianápolis, que me queda a tres horas, fui y saqué mi licencia de entrenador, se me abrieron muchas puertas.
Empecé un programa en un club universitario de mujeres en el Holy Cross College, que es parte de Notre Dame, estuve con ellos cuatro años y luego vino lo de Coerver Coaching. Acabo de terminar como entrenador de un colegio secundario de varones, esta situación de la covid-19 ha detenido todo.
Sí, lógicamente sí, sería un proyecto muy bueno. Cuando pusieron a Kenneth Zseremeta, que es un tipo fantástico, me alegré porque me dije: Panamá va a hacer muchas cosas con él, es un gran entrenador. En el tiempo de la presidencia de Pedro Chaluja, en la Fepafut, fui a una entrevista para ser entrenador de la Selección Femenina, eso me ilusionó porque es un proyecto buenísimo, pero las condiciones no se dieron, pero siempre lo pienso.
Cuando la Selección venía acá, me quedaba en el hotel, me sentaba con ellos en el almuerzo y los conocía a todos. Me encontraba con 'Rolo' González, encargado de la selección, hermanazo desde la escuela. A todos los partidos que ha jugado la Selección de Panamá en Estados Unidos, que pudiese asistir, iba. Cuando Julio Dely estaba de entrenador iba a ver algunas prácticas; jugué con los dos hermanos Dely. Puedes imaginarte cuán panameño me he sentido con la Selección.
“Cuando se da mi libertad y la de mi madre, Dilsa Espino de Reynolds, porque ella también estuvo presa, la Usma me ofrece una beca para venir a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Notre Dame. Yo no estaba convencido y hablé con mi mamá; ella es una mujer muy fuerte y me dijo: “Una oportunidad como esta de estudiar en Notre Dame no se da por así... (sabiamente agrega), esta situación política de Panamá es pasajera, aprovéchala, vete, yo voy a estar tranquila”.
Decidí venirme, tenían los aeropuertos controlados, pero mira Álvaro cómo es la vida, llego al aeropuerto de Tocumen, cuando me envían al área de seguridad me encuentro que quien estaba a cargo de la seguridad era... ¡Tello Arosemena! Le decíamos el 'Capi', jugaba en el Plaza Amador y era el capitán, me reconoció. Me llevó directamente al avión, no me revisaron ni nada. Así salí de Panamá, en octubre de 1989”.