Victorias con adversidad

Desde hace varios días los Juegos Panamericanos siguen su trayecto y, como su propio curso lo dicta, algunos atletas ya han recibido la presea que les reconoce la mejor preparación al momento. Hasta aquí el asunto va bien y sin mayor inconveniente, el problema surge en las consecuentes líneas.

También es cierto que exactamente dentro de un año estaremos en la recta final del máximo evento olímpico, con ciertas caras conocidas pero con los rostros nuevos de una generación que buscará establecer mejores marcas y nuevos desafíos en los cronómetros. Lo lamentable es que no todos los deportistas son apoyados de manera justa.

En México, desde hace unos meses, salió a la luz que el dinero mensual que se les paga a los deportistas iba a ser recortado por indicación del gobierno federal, situación que llevó a más de uno a alzar la voz para hacernos ver que era una acción injustificable, debido a que se trata de un atleta de alto rendimiento que dedica más de una jornada laboral para entrenarse día con día. ¿Trabajas más y recibes menos?

Incluso varios competidores mexicanos de distintas disciplinas han tomado la decisión de irse a competir por otras naciones, cambiando su nacionalidad por la de un país que les permita demostrar que pueden ser candidatos a las medallas, visible consecuencia de la corrupción y la mala gestión que transpira el deporte mexicano.

Podrían decir que no todo es malo, y les daré el beneficio de la duda. Como detalle paliativo se puede afirmar que habrá ‘premios' para todos los competidores que ahora se encuentran en Lima, con el objetivo de apoyar la preparación que tendrán para la justa olímpica. Dichos apoyos saldrán de la subasta de una mansión que le pertenecía a Zhenli Ye Gon, un empresario acusado de corrupción en suelo azteca.

Según algunas declaraciones procedentes del Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE): ‘Los recursos que se obtengan por la venta de su casa serán destinados, a la brevedad, para 150 becas de 20,000 pesos mensuales (unos 1,020 dólares)'.

Ahora solo habrá que esperar para verificar que las palabras no se las lleva el viento.

Claramente el deporte no vive su mejor época, tal vez como negocio florezca de manera incomparable, pero hay una evidencia de que el desinterés político hacia los atletas y los valores que se presumían han sido destruidos, porque sí existieron y sí nos dieron satisfacciones absolutas, solo que ahora se quiere apoyar después del hambre y no antes de la nutrición.

Y de nueva cuenta lo afirmo, el deporte como negocio llena los bolsillos y las aspiraciones más que nunca, porque han sabido sacar provecho de ello. Sin embargo, los deportistas son los que tienen que entrenar con sus propios recursos, alimentar a sus familias con sus anhelos y mantener la esperanza con el coraje de ser los mejores.

Esas injusticias no las veremos ni las escucharemos, porque cuando el micrófono se acerca al atleta una vez que ganó, las emociones de victoria triunfan sobre las adversas. Una severa realidad que no se desprende de la piel en el deporte, y que la expectativa no puede sanar por más intensa que sea.