Herminio Hidalgo: estandarte de la lucha olímpica istmeña

Actualizado
  • 03/10/2022 00:00
Creado
  • 03/10/2022 00:00
Las presentaciones en Panamericanos también han sido memorables y le han dado un punto de calidad, a uno de los deportes más representativos a nivel internacional
Un grupo de luchadores costarricenses fue entrenado por varias semanas por Hidalgo (Izq.), en el gimnasio de Santiago.

La lucha olímpica es una de las actividades que más triunfos y glorias le ha dado a Panamá en su historia deportiva. No importa de qué competición se trate, ha sido costumbre traer una de las medallas.

De hecho, es responsable del 38,2% de las medallas obtenidas, por ejemplo, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, desde 1930 hasta la fecha.

Las presentaciones en Panamericanos también han sido memorables y le han dado un punto de calidad, a uno de los deportes más representativos a nivel internacional, aunque no sea uno de los más populares.

Sus mejores años, podría afirmarse, se dieron en el siglo pasado, principalmente en las décadas de los 80 y 90, cuando dos y hasta tres luchadores llegaron a estar en el podio.

El juvenil Richard García recibe instrucción de Hidalgo, sobre la lucha a nivel de lona.

Uno de los gladiadores responsables de este hecho fue, sin lugar a dudas, el veragüense Herminio Hidalgo, múltiple ganador de medallas en juegos regionales, y entre los mejores del mundo en los juegos Olímpicos de Seúl 88.

Fue una época plena para la lucha olímpica, donde brillaron, además, los hermanos Erick y Antonio Caballero, Luis Sandoval, Alfredo Far, Ramón Mena y Arturo Oporta, entre otros.

Efectivamente, Herminio Hidalgo pertenece a esta casta, una que lo ganó todo y por ello, inclusive, estuvo presente en juegos Olímpicos.

Una juventud plena

Herminio, de 60 años, se vio involucrado en la actividad deportiva desde muy chico. Fue parte de los mejores equipos de fútbol y béisbol en Santiago e inclusive, fue preseleccionado provincial en ambos.

Hasta ahora, desconoce por qué nunca fue seleccionado, a pesar de las aptitudes mostradas.

Fue miembro, en ocasiones, del grupo que abría las veladas aficionadas de boxeo, como abrebocas, así es que en el deporte, lo hizo casi todo, hasta que su padre le dijo que debía tomar las cosas en serio.

“Comencé como a los 10 u 11 años en la lucha y fui campeón infantil, fue cuando mi papá me dijo que si me quedaba, debía tomar las cosas en serio”, recordó.

“Me dediqué a tiempo completo, bueno casi, porque también jugaba béisbol y fútbol. Estuve en las preselecciones juvenil y mayor, y en el fútbol era muy buena defensa, pero cuando comencé a viajar en 1979, le cogí más cariño a la lucha”, dijo.

En el año 80 estuvo en un Panamericano juvenil de lucha y al año siguiente fue seleccionado de la categoría mayor, hasta el año 2000, logrando títulos en los 68 kilogramos, en libre, y en los 78 del greco, aunque el tonelaje varió dependiendo de la competencia.

En 1994, cuando estaba en plena actividad en la lucha, fue recortado en la última fase de la preselección provincial de béisbol mayor. “Lastimosamente me dejaron”, indicó.

También estuvo por varios años en el judo, donde ganó varias veces el título en su categoría y hasta llegó los tatamis internacionales.

Ahora está dedicado a su carrera como docente, donde tiene más de tres décadas en la educación física, a entrenar al equipo de lucha provincial de Veraguas y, cuando el tiempo lo permite, a jugar softbol recreativo.

El pasado fue mejor

En opinión de nuestro interlocutor, la lucha tuvo sus mejores tiempos en el pasado, porque los dirigentes entendían la necesidad de estar presentes en competencias internacionales.

“Fuimos a muchos torneos preparatorios, a cursos de entrenadores y eso fue una ventaja, se viajaba cuatro o cinco veces al año, lo que nos permitió estar presentes y preparados en panamericanos y mundiales”, sostuvo.

“Había un nivel de atleta muy bueno en cada provincia, y en Veraguas teníamos la ventaja que había muchos atletas con nivel internacional y eso ayudó mucho al desarrollo de mi persona”, acotó.

Hidalgo siempre estará agradecido de las enseñanzas de Eduardo Campbell, uno de los más grandes atletas en nuestra historia deportiva, así como de la decena de entrenadores cubanos que estuvieron en nuestro país, entre ellos, Raúl Trujillo, entrenador del medallista olímpico caribeño, Michael López.

“Creo que a partir de allí fue que comencé a tener los mejores resultados, sobre todo en los torneos internacionales, tengo anécdotas muy grandes, como la medalla de plata en un nacional en Cuba, donde competimos frente a 23 cubanos”, señaló.

“Trujillo estuvo en Panamá casi por dos años, antes estuvieron Bárbaro Morgan, Manuel Rodríguez, y tuvimos la posibilidad en muchas ocasiones de ir a entrenar a Cuba por uno o dos meses, y eso nos permitió desarrollarnos”, remarcó.

En la crema y nata

La lucha istmeña ha estado presente en ocho Olimpiadas con 12 atletas, aunque algunos repitieron en más de unos juegos o participaron en las dos especialidades de esta disciplina.

A partir de 1960, han estado en esta cita: Eduardo Campbell, Alfonso González, Sión Cohen, Wanelge Castillo, Severino Aguilar, Segundo Olmedo, Saúl Leslie, Ramón Mena, Arturo Oporta, Herminio Hidalgo, Luis Sandoval y Alfredo Far.

De todos, el que mejor se ubicó fue precisamente Hidalgo, quien se colocó entre los mejores nueve de la especialidad greco, en las Olimpiadas de Seúl en 1988.

Hidalgo venía de ganar la medalla de plata (greco) y un cuarto lugar, en los Panamericanos de Indianápolis en 1987, cuando fue designado para llevar el pabellón nacional en esos juegos olímpicos.

“Lo más grande fue ser abanderado de mi país, representar a mi provincia, a mi país. Creo que es la meta de todos los atletas, el estar presente en unos juegos”, dijo.

En Seúl, el veragüense fue uno de los 31 atletas que participaron en la división de los 68 kilogramos, donde hubo siete rondas a doble eliminación, y donde ganó sus primeros tres encuentros ante Siria, Argentina y España.

Sin embargo, cayó frente a Noruega (4-1) y ante Corea (2-0), sacándole de carrera por una presea.

Hidalgo también participó en la modalidad libre, donde ganó sus dos primeros compromisos, pero perdió los dos siguientes, ubicándose al final en la posición número doce.

Así como Seúl fue uno de los momentos más memorables en treinta años de carrera, la no asistencia a su primer compromiso olímpico en Los Ángeles cuatro años antes, fue su mayor decepción.

“Agustín Méndez y yo pensamos que estaríamos en Los Ángeles, porque habíamos ganado medallas en un campeonato Centroamericano y del Caribe en Las Tunas (Cuba), luego fuimos a México y después a un centro de entrenamiento en Estados Unidos”, recordó Hidalgo.

“Sin embargo, al volver a Panamá nos dimos cuenta que nos habían dejado por fuera y solo llevaron a Saúl Leslie, que no había tenido mejores resultados que nosotros”, acotó.

“Quizás con esa experiencia que hubiéramos tenido en el 84, en los juegos de 1988 tendríamos más conocimiento de lo que acontece en unos juegos olímpicos”, destacó.

Hidalgo siguió su carrera hasta el año 2000, donde después de su retiro, participó en la lucha de origen brasileño ´Todo Vale´, que hoy es conocida como UFC.

“Estuve peleando por tres años y gané más plata, que en los treinta años que estuve en la lucha”, precisó.

Ahora está dedicado de lleno a la lucha olímpica como entrenador, a su trabajo en el veragüense Instituto Urracá, donde ha ganado varios títulos de Codicader, y a participar en los torneos de softbol gubernamental.

En 2008 recibió la orden 'Manuel Roy',  en el Grado de Comendador, junto a otros tantos atletas, incluyendo a los también luchadores Ramón Mena y Antonio Caballero y a los hermanos Jorge y Julio Dely.

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