En estudio, impuesto a la “soda”

Actualizado
  • 14/12/2015 01:00
Creado
  • 14/12/2015 01:00
Las fabricantes de bebidas azucaradas observan con temor esfuerzos de ‘reingeniería social' que buscan ‘forzar' hábitos saludables  

La epidemia mundial de obesidad está obligando a que muchos países adelanten iniciativas para frenar la espiral de las tasas de diabetes y otras enfermedades relacionadas con la dieta. El próximo año, en Panamá, esperamos se someta a votación un proyecto de ley para reglamentar la venta de alimentos chatarra en kioscos escolares. Igualmente, más de una veintena de ciudades en los Estados Unidos llevarán a referéndum el cobro de un impuesto a sodas y demás bebidas azucaradas.

Consideramos que los impuestos que ya existen en México y en la ciudad de Berkeley, en California, están impulsando el debate.

Si esta discusión se incendia, podría llegar a ser una pesadilla para las empresas embotelladoras y cabilderos que apoyan la industria del azúcar. El calendario para la presentación de estas iniciativas coincide con las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, lo cual garantiza un debate candente, en el que incluso una porción agrandada de hamburguesa y papas fritas podría convertirse en un ícono de libertad y derechos de consumo.

Los impuestos a las sodas y otras medidas destinadas a cambiar el comportamiento de las personas han sido considerados durante mucho tiempo una intromisión gubernamental que atenta contra la libertad de los consumidores, ya sea las ordenanzas que prohíben fumar en lugares públicos o el empuje de Michelle Obama para que los niños de las escuelas coman verduras.

Incluso., en lugares más liberales, como la ciudad de Nueva York, la reacción a la cruzada anti-soda, encabezada por el entonces alcalde Michael Bloomberg, fue feroz. El New York Times se burló del esfuerzo del alcaqlde para prohibir la venta de refrescos de más de 16 onzas, por considerarlo ‘una prohibición demasiado fuerte'. La industria de sodas publicó una página entera en la edición dominical del New York Times , caricaturizando al alcalde como una niñera.

Los impuestos para promover la salud no son nuevos. Las tasas impositivas al alcohol, cigarrillos y juegos de azar, que proporcionan flujo constante de ingresos al Estado, han cambiado el comportamiento de millones de personas.

La adición de las sodas a está lista sirve de recordatorio de cómo en Estados Unidos los republicanos resienten las ‘reingenierías sociales' implementadas por los demócratas.

Al menos un candidato presidencial republicano, el senador Ted Cruz, ya tiene un expediente contra estos esfuerzos. En marzo de 2013, introdujo una modificación presupuestaria para prohibir regulaciones federales para restringir el tamaño o la cantidad de alimentos y bebidas, una postura puramente simbólica contra un gobierno federal que no está interesado en esa medida. Recientemente, durante el debate presidencial republicano en agosto pasado, salió un anuncio de televisión patrocinado por la American Beverage Association (ABA) que vincula a los republicanos como una opción garantizada para proteger el derecho y la libertad de elección.

El guión de la industria de sodas es predecible y ha sido siempre el mismo: los impuestos son regresivos y afectan más a los pobres. Sin embargo, este libreto de tretas es una reminiscencia de las utilizadas por las grandes tabacaleras en las que, por un lado, declaraban su inocencia y, por otro, hacían no nada para reparar el daño causado a millones de personas. Los fabricantes de bebidas azucaradas cuestionan la idea del impuesto, pero siguen cabildeando agresivamente para asegurar que ningún impuesto a la soda encuentre la luz del día.

Los demócratas tienen la intención de ir más allá de los centros de votación locales. La representante Rosa DeLauro, demócrata de Connecticut, introdujo en 2014 y lo reiteró nuevamente este año, la aplicación de un impuesto federal de un centavo por cucharadita de azúcar sobre las bebidas azucaradas en los 50 estados, con el potencial de recaudar hasta $10 mil millones al año, de acuerdo con el Centro para la Ciencia en el Interés Público, un defensor de los impuestos de soda.

Las cifras que la ABA ha utilizado para cabildear en contra de este proyecto de ley superan los $500 mil, a pesar de que no tiene ninguna posibilidad de pasar en el Congreso. No obstante, Coca Cola ha gastado entre $2 millones a $3 millones por trimestre, y PepsiCo, más de $1 millón por trimestre, en labores de cabildeo para intentar frenar cualquier iniciativa fiscal.

La industria también se ha sabido vender y en el camino ha vertido toneladas de dinero para adular a los grupos comunitarios locales.

En Filadelfia, $10 millones fueron donados a un hospital de niños. En San Francisco, $45 mil al progresivo club Harvey Milk de homosexuales. En Nueva York, la industria se unió a la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) y la Federación Hispana, para oponerse a los límites al tamaño de la soda presentado por Bloomberg. El dinero proveniente de una industria gigantesca como la de las sodas es difícil de rastrear, pero la NAACP recibió al menos $235,000 en becas de la Fundación Coca Cola en 2011 y 2012 y la Federación tienen a Coca Cola como uno de sus financiadores.

De cualquier forma, la batalla en el 2016 se ganará o perderá en las urnas y depende en gran medida del bolsillo de cada uno de sus proponentes. El grupo de Dermody, que representa a Coca-Cola, PepsiCo, Snapple Group y otros fabricantes de bebidas endulzadas, está centrando sus esfuerzos en una campaña millonaria que hace hincapié en la necesidad de equilibrar las calorías con el ejercicio y una dieta variada. Con ese fin, la ABA ha creado un sitio web de medios sociales orientado a la juventud , Mixify, que proporciona recetas y orientación sobre la forma de hacer ejercicios abdominales y de calistenia, utilizando aplicaciones digitales y memes.

De igual forma, los defensores de la salud tienen sus propios argumentos basados en que las bebidas azucaradas producen millones de muertes al año y miles de millones de dólares en gastos innecesarios de salud pública y pérdidas de productividad. Hasta ahora, no hay apuesta a ganador. Ya en esencia hay muchos perdedores y tiempo perdido. Ojalá, al final, se imponga la cordura y todos lleguemos airosos a la meta.

EMPRESARIO

==========

‘Las tasas impositivas al alcohol, cigarrillos y juegos de azar no son nada nuevo, ya proporcionan flujo constante de ingresos y han cambiado el comportamiento de millones de personas'.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus