Alimentación saludable: asignatura aplazada de todos los gobiernos

Actualizado
  • 16/10/2020 09:50
Creado
  • 16/10/2020 09:50
No pareciera existir una política de Estado en esta materia. Varías instituciones interactúan pero sin impactos importantes

Durante más de cuatro décadas, los panameños hemos visto cómo aumenta el número de personas obesas y otros padecimientos relacionados a la dieta típica que consume la población.

Los datos oficiales arrojan cifras preocupantes. La obesidad afecta a un 45% de la población adulta en Panamá, revelan cifras del Censo de Salud Preventiva que se realiza a través de la Caja de Seguro Social (CSS) y el Ministerio de Salud (Minsa) en todo el país.

La industrialización de la producción de alimentos ha colocado a la comida en un bien como cualquier otro, donde no importan las consecuencias sino la comercialización a toda costa.

Las cifras de mortalidad evidencian una verdad de apuño: cambiamos los estilos y hábitos alimentarios o el país colapsará en crisis sanitaria, peor a la de la covid-19. 

"Más que hambre hay un virus en paralelo, la pandemia de la obesidad creciendo, porque las personas obesas están en la boca de un problema de salud, diabetes, cardiovascular y respiratorio".

Así lo advirtió el coordinador subregional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para Mesoamérica y representante en Panamá, Adoniram Sanches, en una entrevista con La Estrella de Panamá.

Peor aún alertó que "comer saludables es  cuatro veces más caro" que comprar lo que se encuentra en la esquina, en el mercadito chino o los llamados productos chatarra; lo que  dificulta todavía más la accesibilidad de la población para poder adquirir productos alimenticios saludables. 

Transformar los sistemas alimentarios para que todos puedan acceder a dietas saludables, avanzar mano a mano hacia sociedades rurales prósperas e incluyentes, construir una agricultura sostenible y resiliente al clima,  mejorar el comercio y el acceso a los mercados, son temas que todavía tienen pendiente los distintos gobiernos de la región, y cuyo temas son parte de las prioridades que la FAO propondrá en la 36ª Conferencia Regional de la FAO, que se lleva a cado del 19 al 21 de octubre de 2020. 

El riesgo de una mala alimentación

Entre 2016 y 2017, los indicadores mostraban que el hambre estaba volviendo a la región y el temor actual es que con la crisis el problema se acreciente con una alta incidencia de enfermedades crónicas derivadas de la malnutrición, como la obesidad y el sobrepeso, alertó Sanches.

La región tiene 620 millones de habitantes, de los cuales previo al 2017, unos 42 millones sufrían de hambruna, pero en los últimos tres años la cifra aumentó a 47 millones, como un efecto también de la crisis económica de 2007, 2008, 2009 que entró entre 2014 y 2015, pagando un precio brutal en otra enfermedades derivadas de la malnutrición.

Entre 2014, 2015 fue apareciendo el famoso concepto doble carga de la malnutrición en que muchas de esas mismas familias con hambre tiene obesidad y sobrepeso, producto de la mala nutrición, destacó Sanches. El sobrepeso y la obesidad, a su vez, son el sexto factor principal de riesgo de defunción en el mundo.

En Panamá, por ejemplo hay alrededor de 300 a 350 mil familias con hambre. Un 62.2% de la población adulta padece de sobrepeso, mientras que un 26.8% de obesidad, con una tendencia en aumento, según los datos del a Organización Mundial de la Salud (OMS). 

La obesidad es una enfermedad compleja en la que influyen múltiples factores, que suele iniciarse en la infancia y adolescencia, la cual tiene su origen en una interacción genética y ambiental, que establece un desequilibrio entre la ingesta de alimento y lo que realmente el cuerpo requiere.

A nivel mundial el sobrepeso u obesidad en niños de 0 a 5 años aumentó de 32 millones en 1990 a 41 millones en 2016 y se espera que aumente a 70 millones para el 2025, según datos de la OMS.

Pobreza, hermana de la hambruna

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por su parte, recientemente también vaticinó un retroceso de dos décadas en la superación de la pobreza y pobreza extrema, dos indicadores que el organismo de las Naciones Unidas denomina canasta básica, hermanas del hambre, y que está en alrededor de $2.00.

La proyección de la Cepal, según Sanches, la FAO la está verificando a partir del indicador hambre y en el que se espera un crecimiento del flagelo aún mayor del que ya se había experimentado. Los resultados se esperan para noviembre y diciembre del 2020.

La pobreza es una realidad a la que Panamá no está ajena. En el índice de Pobreza Multidimensional (IPM-C) por la Secretaría Técnica del Gabinete Social, adscrito al Mides, publicado el pasado 9 de octubre de 2020, identificó los sectores más vulnerables del país a partir de evidencia científica.

El estudio arrojó que en Panamá existen 98 corregimientos con alto porcentajes de pobreza multidimensional, donde más del 90% del total de su población son pobres. Del total, estudiado, 55 pertenecen a la Comarca Ngäbe-Buglé, y en 19 de ellos, su población en su totalidad viven en condiciones de pobreza.

También se identificó cincos corregimientos en la capital con indicadores de pobreza muy parecidos a los hallados en la comarca. Estos están el distrito de Chiman y corresponden a Gonzalo Vásquez (100%); Brujas (97.6%); Pásiga (94.3%) y Chimán cabecera (93.1%).

En los distritos más poblados, al ordenar los corregimientos por mayor densidad de población, se identificó que Chilibre, Pacora, Tocumen, La 24 de diciembre, Arraiján Cabecera, Ernesto Córdoba Campos, Las Cumbres, Arnulfo Arias, Burunga y Belisario Porras, son los 10 corregimientos con mayor cantidad de población en pobreza en Panamá y Panamá Oeste. 

Sanches destacó que ahora con la covid-19, el tema de las crisis se mantiene como una línea histórica, por lo que se requiere verificar los indicadores de pobreza, hambre obesidad y sustentabilidad, realizando profundas reflexiones sobre el sistema de protección social, para evitar que el hambre vuelva a aparecer con mucha fuerza, como hace 20 o 30 años en Guatemala, El Salvador, Haití, reflejadas en “horribles” imágenes de niños “hambrientos” como en África.

En estos momentos “esas imágenes no existen en la región, pero estamos preocupados que vuelva”, expresó Sánchez, destacando que aunque el gasto fiscal del país aumentó, el Estado debe seguir con los sistemas de protección social, con las políticas de transferencia condicionada, alimentación escolar y empleo.

Abogó por programas de compras locales y circuitos cortos, la Agricultura Familiar, aprobado en febrero de este año, pero “la pandemia la golpeo duro”. Así como también por los programas de alimentación escolar, como Estudiar sin Hambre, para formar y reflexionar en las escuelas sobre los hábitos de alimentación saludables, también impactado por la actual crisis.

Indicó que “en la región de Centroamérica, a excepción de Haití, desde 2012, la producción de alimentos no es un problema, alimento hay, pero lo que no hay son condiciones financieras para accesar a esos alimentos sanos”.

Comer sano es cuatro veces más caro

Una persona con hambre aquí en Panamá con $60 o $70, según Sanches, “va a encontrar comida en cualquiera esquina, pero no saludable. Sin embargo, comer sano (vegetales, frutos y todo lo demás) es alrededor cuatro veces más caro que comprar lo que se encuentra en la esquina, en el mercadito chino, los llamados productos chatarra”. 

“El tema de comer sano es más caro. En la periferia, las personas compran sus productos frescos y saludables, es un discurso que suena bien, pero no suena bien para quien está recibiendo un bono de $90 por mes y tiene que comer algo; una piña, por ejemplo, cuesta dos dólares. Esa parte del acceso físico y económico de los productos sanos y saludables es la punta de la discusión de las políticas de transferencias condicionadas”, manifestó Sanches.

En todos los países de la región las transferencias condicionales del Estado se hacen a través de los ministerios de Desarrollo Social.En Panamá este menester está a cargo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), entidad que a su vez tiene adscrita la Secretaría Nacional para el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Senapan), encargada de priorizar y jerarquizar los problemas alimentarios, como dependencia responsable de la coordinación de las acciones de seguridad alimentaria del país, pero en los últimos años pareciera haber perdido preponderancia.

La Senapan se creó en 2009, pero en 2012 se reformó y se incorporó al Mides. Sin embargo, desde octubre de 2019 reposa en la Asamblea Nacional el proyecto de ley 156, propuesto por el ministro de Desarrollo Agropecuario, Augusto Valderrama, para que su coordinación y manejo quede otra vez bajo la responsabilidad del Ministerio de la Presidencia, como inicialmente fue creado.

En esta coyuntura, el director Nacional de Desarrollo Rural del Ministerio de Desarrollo Agropecuario, José Bernardo González, se refirió al papel juega el sector agropecuario en la economía y la seguridad alimentaria del país en estos tiempos de covid-19, pues es el único sector que ha seguido trabajando y garantizando que los panameños tengan alimentos de calidad en su mesa. “Hoy todos estamos claros de la importancia estratégica de este sector para mantener la seguridad alimentaria, la economía de las familias rurales y la paz social”, resaltó.

Añadió que aunque el sector agropecuario genera del 2% al 3% del PIB, su importancia radica en dos aspectos fundamentales: primero que cerca del 37% de la población nacional vice en el área rural (lo que se conoce como el interior del país), pero la generación de empleo de este sector de la economía está por el orden del 14%.

“Es decir mucha gente vive del agro en las comunidades rurales, segundo este sector aporta los alimentos, principalmente de la canasta básica para la población nacional”, afirmó González.

A diferencia de otros años, subrayó González, la crisis sanitaria mundial generada por la covid-19 ha traído como consecuencia una crisis económica y social, lo que ha afectado a millones de personas, no sólo por la pérdida de vida y empleos, sino también por la falta ingresos para comprarlos y por la falta de disponibilidad de alimentos debido al quiebre de las cadenas de producción y de suministro de alimentos a nivel global y dentro de los países, agudizando los indicadores de subnutrición y malnutrición globales.

El funcionario del Mida mencionó que el Gobierno ha estableciendo programas de apoyo al productor como el Plan Agro Solidario que ofrece crédito a los productores a 0% de interés, el Plan Agro Vida que entrega semillas, insumos y herramientas a familias pobres de área rural para que puedan sembrar su comida y el Plan Panamá Solidario que entrega bolsas de comida a las familias afectadas por la pandemia y compra la producción nacional para estas bolsas de comida.

Por una alimentación saludable

La coordinadora del Movimiento de Alimentación Saludable, Bety Cruzado, por su lado advirtió que no va a haber una mejor alimentación, por ende una disminución de las enfermedades, si no se apoya a los productores, sobre todo a los más pequeños, dando una accesibilidad al consumidor.

“El consumidor consume lo que tiene a la mano y está más adecuado a los productos ultraprocesados”, sin embargo, “no tiene un etiquetado ni siquiera en español” para conocer con claridad lo que está consumiendo. “Vamos al supermercado o a la tienda y compramos productos y ni siquiera podemos leer el etiquetado porque está en chino, en alemán o en cualquier otro idioma, y no tenemos productos frescos accesibles”, señaló cruzado.

Además tachó como una competencia desleal porque hay más productos importados versus los productos nacionales, con precios más bajos. “Como consumidor, tu vas a comprar lo que es más económico para ti”, dijo Cruzado.

Mientras que en la logística, los productores nacionales también tienen grandes ventajas en cuanto a los caminos de producción, muchas veces se accidentan, no tienen acceso a comercializar sus productos de manera directa, los intermediarios encarecen sus precios, acotó la coordinadora del Movimiento de Alimentación Saludable, ente que nació en julio de 2020 como una iniciativa de la Red de Consumidores de Centroamérica.

Sin embargo, para González “ha quedado demostrado que la producción de alimentos no puede ser reemplazada por otros sectores de la economía y que a pesar de su bajo aporte al PIB es fundamental para garantizar la alimentación y la paz social de los países. En Panamá, los productores tienen conciencia de su importancia y su responsabilidad con la sociedad para garantizar el suministro de alimentos de calidad a las familias panameños”.

Para la nutricionista del Ministerio de Salud, Celestina Delgado, lo que pasa también es que en Panamá los hábitos de alimentación no son los más saludables, puesto que a la población le encanta comer comidas altos en carbohidratos y grasas. Costumbres alimenticias responsables de enfermedades crónicas no transmisibles como: obesidad, cáncer, cardiopatías y problemas de diabetes.

“Lo que le gusta en el desayuno principalmente son las frituras en todos sus tipos y no hay hábitos del consumo de vegetales y frutas”, apuntó.

Una radiografía de los desórdenes alimenticios de los panameños se puede observar a diario en los diferente  restaurantes del país donde, por ejemplo, un comensal al pedir una comida o alimento, si le dan la opción de tener vegetales o macarrones, el comensal se inclina más por los macarrones y la tajada o el plátano en tentación que por lo anterior. "En realidad, cuando compro una comida, muy poco incluyo ensaladas y frutas en mis comidas", expresó una consumidora  de la localidad, quien prefirió mantener en reserva su identidad; y es apenas un ejemplo de los muchos que optan por este tipo de dietas.

Por su lado Delgado, mencionó que en estos momentos de pandemia la alimentación saludable es sumamente importante porque dependiendo de ella la persona va a poder tener una buena salud; y de éstos la madre naturaleza y la tierra nos proporciona una diversidad de opciones para mantener una dieta alimentaria adecuada frente a cualquier dolencia.

“Con una alimentación balanceada, variada, que incluya los vegetales y las frutas, el organismo va a tener las vitaminas, los minerales, que muchas veces forman parte de los anticuerpos de nuestra defensa al igual que las proteínas que tienen que tiene estar presentes para poder formar esos anticuerpos; y que el organismo pueda reaccionar favorablemente ante un ente que le esté invadiendo”, precisó.

Agregó que cuando una persona está obesa también va a estar sensible a tener las enfermedades crónicas y como la misma enfermedad es inflamatoria con el virus de la covid-19, le va a ir peor a estos pacientes. Aunado a esto, la obesidad está ligada a la hipertensión y la diabetes, algunos tipos de cáncer, problemas en los huesos y no comer los vegetales y frutas también puede inducir a tener cáncer de cólon.

Al respecto, Cruzado resaltó que Panamá necesita que el consumidor panameño intervenga en el consumo de la producción local y que se preocupe por su salud con una mejor alimentación, basada en productos orgánicos.

A esto, Delgado añadió que en Panamá se promueven las guías alimentarias, con las cuales una persona que no tiene conocimiento en nutrición se alimente adecuadamente. Consiste en comer diariamente los alimentos de los diferentes grupos, en las diferentes comidas, el grupo de los vegetales y frutas, carnes y carbohidratos complejos, macarrones y frijoles, sí se pueden comer pero hay que ver la cantidad de acuerdo a la actividad física que tenga la persona.

“Nutrir no es comer por comer. Nutrir es comer variado y saludable siempre colocando en su alimentación, productos naturales, principalmente, evitando todos estos que sean procesados, que tienen altos ingredientes como azúcar, sal. 

Las recomendaciones que se tienen para comer con sal son mínimas, es como comer una comida sin sal, y no “estamos acostumbrados”, comentó Delgado, quien reconoce que a pesar de que existen leyes que regulan las ventas de bebidas con altos niveles de azúcares (sodas y jugos) y alimentos poco nutricionales en las escuelas y se hacen las inspecciones,  hasta antes de la pandemia el problema aún persitía debido a que no  se cuenta con el suficiente personal para hacer esta verificaciones y que éstas se hacen mayormente en los centros escolares públicos. 

También se pueden usar los aceites, pero los vegetales, no de palma, en pequeña cantidades, beber mucha agua durante el día, por lo menos unos dos litros. Este año el lema de la alimentación es cultivar, nutrir y preservar juntos. “Significa que hay que incentivar plantar como podamos, ya sea en el área urbana, o rural, plantar frutas como: aguacates, naranja, limones, mandarinas; en los vegetales, ají, tomate, culantro, que son cultivos fáciles que se pueden obtener ”, remarcó Delgado.

A finales del pasado mes de septiembre, el representante del corregimiento de Don Bosco, Guillermo Willie Bermúdez, del Partido Panameñista, presentó  al Consejo Municipal un proyecto para crear un programa municipal de huertos urbanos, que estará a cargo del municipio, mediante la Dirección de Gestión Ambiental, pero se mantiene a la espera.

“Los países tienen el desafío de erradicar el hambre y la extrema pobreza, transformando los sistemas alimentarios y enfrentando el aumento de la malnutrición. Se deben generar nuevas oportunidades de desarrollo rural y asegurar que la agricultura sea una actividad cada vez más sostenible y resiliente al cambio climático”, declaró Sanches en el marco de la celebración hoy, 16 de octubre, de día Mundial de la Alimentación.

Bajo el lema “Cultivar, nutrir, preservar. Juntos”, este día alude a la necesidad de apoyar a nuestros héroes de la alimentación, agricultores y trabajadores de todo el sistema alimentario, que garantizan que los alimentos lleguen del campo a la mesa.

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