Cuando Estados Unidos prohibió las armas de asalto

Actualizado
  • 03/03/2018 12:11
Creado
  • 03/03/2018 12:11
Durante diez años, de 1994 a 2004, estuvo vigente la Prohibición Federal de Armas de Asalto (AWB, por su sigla en inglés)

El debate sobre la prohibición de las armas de asalto resurgió en EE.UU. tras el nuevo tiroteo registrado en una escuela secundaria de Florida, pero esta no sería la primera vez que el Congreso legisla para limitar el acceso a un tipo de arma considerada "de guerra".

Durante diez años, de 1994 a 2004, estuvo vigente la Prohibición Federal de Armas de Asalto (AWB, por su sigla en inglés), una ley que restringió la "fabricación, transferencia y posesión" de ciertas armas semiautomáticas, así como los cargadores de gran capacidad.

El fusil AR-15 utilizado en el tiroteo del instituto de Parkland (Florida), habría sido una de las armas incluidas en la prohibición.

La ajustada aprobación de la medida en un Congreso de mayoría demócrata y durante la presidencia del también demócrata Bill Clinton (1993-2001) llegó tras varias masacres perpetradas con armas automáticas en los años anteriores, raras hasta entonces.

En 1989, en Stockton (California), cinco niños murieron y otros 34 resultaron heridos cuando un hombre abrió fuego en una escuela con un fusil AK-47, mientras que en 1991, otro incidente similar en una cafetería en Texas dejó 23 muertos y 27 heridos.

Ante el incremento de matanzas con este tipo de armas, las encuestas empezaron a reflejar un aumento del apoyo ciudadano a su prohibición, lo que incluso provocó que los expresidentes republicanos Gerald Ford (1973-1977) y Ronald Reagan (1981-1989), así como el demócrata Jimmy Carter (1977-1981) enviaran una insólita carta conjunta al Congreso expresando su apoyo a la medida.

Durante esa década la ley fue objeto de algunos retos judiciales, especialmente a nivel constitucional, pero no fue mermada y tampoco retada desde la Segunda Enmienda de la Carta Magna, que recoge el derecho a portar armas.

Pese a ello, es ese precisamente el argumento que la mayoría de republicanos y defensores de las armas en el país esgrimen para no reinstaurar la prohibición, aunque las estadísticas demuestren que sacarlas del mercado reduciría considerablemente el número de víctimas mortales por violencia armada.

Louis Klarevas, profesor de la Universidad de Massachusetts en Boston y experto en violencia armada, consideró en declaraciones a Efe que "dada la actual división política en Washington, la promulgación de una nueva prohibición de armas de asalto será extremadamente difícil".

"El requisito previo más importante para promulgar una prohibición de armas de asalto en todo el país será tener un Congreso controlado por los demócratas y un presidente demócrata en la Casa Blanca, e incluso eso no lo garantizaría", opinó el experto.

Pero según el análisis de Klarevas, que estos días ha llegado a manos del presidente Donald Trump para ilustrar el fenómeno, el número de matanzas con armas de fuego disminuyó en un 37% entre 1994 y 2004 en comparación con la década anterior, y la cifra de muertes en masacres con armas de fuego disminuyó en un 43%.

Después de que se derogó la prohibición, cuya vigencia expiró y no fue renovada por el republicano George W. Bush (2001-2009), las matanzas aumentaron drásticamente en un 183 % entre 2004 y 2014, con un incremento del 239 % en las muertes por tiroteos masivos.

A juicio de Klarevas, el elemento clave para el éxito de la ley en la reducción de víctimas mortales radicó más en la prohibición del acceso a los cargadores de alta capacidad, aquellos con más de diez balas, que en la restricción a las propias armas de asalto.

"Creo que las restricciones a los cargadores de gran capacidad fue la característica más importante de la prohibición en términos de salvar vidas", insistió el autor.

La senadora demócrata Dianne Feinstein, promotora de la AWB de 1994, ha liderado desde entonces todos los intentos de reinstaurarla, incluida la última propuesta de proyecto de ley planteada a finales del año pasado, sin embargo nunca logró los votos suficientes en el Senado, incluso cuando éste contaba con mayoría demócrata.

La legisladora por California fue una de las invitadas a reunirse esta semana con Trump en la Casa Blanca, y solicitó al mandatario, de primera mano, que revisara las estadísticas y el impacto que tuvo la propuesta para considerar su apoyo a un nuevo intento por revivirla.

Trump no mostró un rechazo frontal a la propuesta, y en los últimos días se ha distanciado de la retórica de su partido, mostrándose abierto a una legislación que aumente el control de armas.

No obstante, pese al movimiento estudiantil que ha agitado el debate e incrementado la presión, los congresistas republicanos, que controlan las mayorías en el Capitolio, no quieren ni oír hablar de restricciones y miran hacia otro lado a la espera de que cambie la narrativa de la agenda política estadounidense.

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