El mundo contiene el aliento ante resultado electoral en Estados Unidos

Actualizado
  • 03/11/2020 00:00
Creado
  • 03/11/2020 00:00
Unas elecciones clave porque los votantes estadounidenses decidirán lo que pasará en el mundo en los próximos cuatro años dado que la sombra de Washington se proyecta sobre todo el planeta

Al igual que en Estados Unidos, el planeta está dividido en cuanto a la reelección de Donald Trump o la posible conquista de Joe Biden de la Casa Blanca. No hay otras elecciones en el mundo con un impacto tan decisivo sobre el resto de los países. Más cuando ambos candidatos presentan visiones radicalmente opuestas ante escenarios mundiales de peligro y de altos riesgos.

Estados Unidos decide hoy si Donald Trump se reelige por cuatro años o Joe Biden le arrebata el control a los republicanos.

En las presentes elecciones votarán 160 millones de estadounidenses. Otros 170 millones no ejercerán ese derecho. Esa población representa el 20% de los habitantes del mundo y decide qué pasará en el planeta en los próximos cuatro años porque la sombra de Washington se proyecta sobre el escenario global.

En América Latina, ni el posible triunfo de Biden ni la permanencia de Trump en la Casa Blanca, harán cambiar su posición periférica. En los últimos años la crisis de Venezuela y la relación parasitaria de Cuba, junto con Nicaragua, es lo único que ha alterado los equilibrios regionales.

África desde hace mucho tiempo es un continente pintado de rojo por el régimen comunista de China y sus proyectos depredadores que tienen hipotecadas sus economías. En esa región, el posible cambio de figura en Washington o la continuidad de Trump, tendrá poco efecto para determinar su futuro.

En Asia, la situación es más compleja dado el agresivo expansionismo de China y sus amenazas militares a todo el vecindario. No es casual que en la víspera de las elecciones estadounidenses, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el secretario de Defensa, Mark Esper, hayan realizado una gira relámpago por esa región para garantizarles a sus aliados que Washington busca contrarrestar la creciente amenaza planteada por el Partido Comunista de China.

En el Medio Oriente la principal preocupación es Irán, lo que ha obligado a las monarquías del Golfo Pérsico, como Bahrein y Emiratos Árabes Unidos, a normalizar relaciones con Israel. Una medida negociada por Estados Unidos. Sudán también restableció vínculos con el régimen judío bajo el auspicio de Trump.

Los europeos prefieren guardar la bola de cristal y esperar antes de caer en especulaciones. Aunque en privado comienzan a trazar posibles escenarios. Estados miembros del Báltico y de la antigua Europa del Este, ven a Trump como el protector ante las amenazas de Moscú. De darse el posible triunfo de Biden estiman que será uno de los presidentes más débiles de la historia, en momentos en que el mundo occidental necesita como nunca antes un presidente fuerte.

Europa reconoce que la decisión electoral que adopten los estadounidenses afectará los principales puntos de los objetivos políticos, sociales y estratégicos reflejados en el Libro Blanco sobre el futuro del bloque comunitario elaborado por la Comisión Europea con proyección hacia 2025. Esas políticas guardan relación determinante con la continuidad o no de Trump en la Casa Blanca.

En el caso del Reino Unido, que el 31 de diciembre saldrá definitivamente de la Unión Europea, Londres espera ansioso el resultado de las elecciones para saber si prospera su relación especial con Washington o si un cambio en la Casa Blanca –dado que no ha habido acercamientos con Biden– enfriará la actual sintonía con Trump.

Entre las potencias globales, el régimen ruso de Vladimir Putin no oculta que prefiere a Trump, pero se prepara para la era de Biden. Todo lo contrario de China, que abiertamente ha apostado por el ex vicepresidente, porque la reelección del presidente significará escalar el enfrentamiento con Washington.

Batalla de encuestas

La misma incertidumbre que se ha apoderado de los gobiernos del mundo, es la que domina el panorama electoral estadunidense, en una campaña que ha costado $14,000 millones, según los cálculos de la organización Center for Responsive Politics. El doble que en 2016.

El último fin de semana, las encuestas han dado aire a Trump que parece haber recuperado espacio o están siendo más precavidas que en 2016 cuando tuvieron que pedir cita a los psiquiatras.

Tanto RealClearPolitics, FiveThirtyEight y 270towin, coincidieron este lunes en acercar a Trump. Las tres dejaron al mandatario a 6,2% detrás de Biden. Para los responsables del Investor´s Business Daily, uno de los pocos que dieron en 2016 opciones a Trump, el límite estaría en el 3,1%.

De acuerdo a la revista británica The Economist, el ex vicepresidente tiene asegurado 320 votos de los 538 del Colegio Electoral. Trump 164. En la elección pasada Trump ganó con 304 votos electorales contra 227 de Hillary Clinton.

En su edición de este domingo The Washington Post comentó que aunque confían en la ventaja que les brindan las encuestas, Biden y la campaña demócratas llegan a los comicios acompañados también por la ansiedad y el temor de que al final otra elección se escurra una vez más como arena entre los dedos.

Trump subestimado

Esta en la tercera oportunidad en que Biden corre para la presidencia. Confía en que la desastrosa gestión de la pandemia del covid-19 por parte de su adversario, en momentos en que hay 9,2 millones de contagios y 231,000 muertos, y la masiva votación anticipada de 90 millones de estadounidenses, le darán la victoria.

Trump cifra su triunfo en la recuperación de la economía. Después de una dramática caída por las restricciones de la pandemia, el jueves se conoció que el PBI creció un 7,4% entre julio y septiembre respecto del trimestre anterior. El desempleo también se recupera a ritmo acelerado. La marcha de la economía por encima del coronavirus es el tema más importante para los electores, según una encuesta del prestigioso Pew Research Center.

Otra fortaleza del presidente es su base electoral. Los sectores más conservadores, conformados por hombres y mujeres blancos, de zonas rurales o suburbanas, trabajadores industriales, del campo, del carbón o del petróleo que votaron por Trump en el 2016, siguen apoyándolo. El presidente también ha revitalizado a los grupos religiosos más conservadores a partir de los cambios en la Corte Suprema de Justicia.

Trump, el presidente número 45 de Estados Unidos, sabe que el carisma lo es todo y actúa como una estrella de rock ante su audiencia. El complot emocional con el presidente es la estrategia fundamental en el tramo final de la campaña que cerró en forma frenética con 25 mítines en tres días en 10 diferentes estados en busca de una remontada épica.

Al mismo tiempo, la presencia de Obama buscando votos para su expresidente es la confesión de las debilidades de Biden, quien no entusiasma ni a los suyos. Si la victoria de Trump sorprendió al mundo en el 2016, este año la sorpresa sería doble. “El recuerdo de 2016 irrumpe en 2020: ¿se repetirá la historia?”, preguntó este lunes el diario argentino La Nación.

Ante el anticipo de conflictos, cabe recordar que a lo largo de las 58 elecciones registradas en Estados Unidos en sus 232 años de historia, algunas han sido impugnadas. Salvo la de 1860 –que desató una guerra civil– ninguna ha representado amenazas a la legitimidad del gobierno y la democracia estadunidense ha sobrevivido.

El candidato republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore se vieron envueltos en 2000 en una disputada votación en Florida. La Corte Suprema de Justicia puso fin al asunto y Gore reconoció la derrota públicamente.

Enfoque antiestablishment

Frente a los vaticinios caóticos que alimentan la mayoría de los medios que han tomado partido contra el presidente –Trumpapocalipsis según The New York Times– nada hace prever catástrofes. El resultado de la elección de 2020 seguramente dejará a muchos ciudadanos molestos, pero el estado de derecho perdurará.

El Departamento de Seguridad Nacional está preparado para la eventualidad de disturbios civiles a gran escala en medio de una elección polémica, tanto de los republicanos como del bando demócrata.

En el tramo final de la campaña, el presidente ha logrado llevar el debate al terreno de los políticos tradicionales y su ajuste de cuentas al establishment al cual pertenece Biden –un conservador al igual que Trump que según sus biógrafos convenientemente se vende como moderado– que en 43 años como senador por Delaware y ocho como vicepresidente no tiene mayores logros que mostrar.

Los analistas estiman que los principales desafíos de Estados Unidos permanecerán aunque el magnate neoyorquino salga de la Casa Blanca. Biden no los resolverá porque es parte de los problemas.

Según difundió este domingo la agencia Associated Press, una victoria de Trump profundizaría el enfoque antiestablishment nacionalista para abordar los problemas del país que ha aplicado durante los últimos cuatro años. Una visión que los partidarios del presidente adoran y sus detractores detestan.

Una victoria de Biden, por otro lado, sería un repudio del presidente tanto como un triunfo para el veterano político demócrata. Aunque el plan presentado por Biden visualiza una campaña más agresiva para controlar el coronavirus, el eje de su ofensiva ha sido el contraste de su temperamento con el de Trump.

De ganar Biden, le será muy difícil superar la herencia de cuatro años de trumpismo. El saneamiento de la trama de intereses que heredará la nueva Casa Blanca obligará a una política permanente de pactos con el pasado. Biden, por otro lado, carece del carácter y la fortaleza para restablecer la sensatez y limpiar una atmósfera tan emponzoñada y peligrosa para la estabilidad mundial.

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