Colombia, en la pica del negocio socialista

Actualizado
  • 16/06/2021 00:00
Creado
  • 16/06/2021 00:00
Adelita, Edwin y Mirta, periodistas de La Estrella de Panamá y de Radio Panamá, entrevistaron sobre el paro nacional en Colombia

Adelita, Edwin y Mirta, periodistas de La Estrella de Panamá y de Radio Panamá, entrevistaron sobre el paro nacional en Colombia, que está siendo usado para hacer creer que el país sufre un estallido social, émulo de la revolución francesa de mayo de 1789 y de las protestas del mayo francés de 1968, pero sus similitudes, más que sociales, son políticas y económicas, con miras a las elecciones presidenciales de 2022, dentro de la estrategia de combinación de todas las formas de lucha.

La veterana diplomacia internacional de las FARC (No resucitada porque nunca murió) y las consignas ¡Nos están matando! junto a otros estribillos de mercadeo ideológico, despertaron simpatías hacia los vándalos y críticas internacionales contra el presidente Duque, el expresidente Uribe y la policía.

Las entrevistas al expresidente Uribe y a la profesora Sandra Borda evidenciaron, para quienes saben leer tras el vidrio ahumado, que coexisten, confrontándose, dos verdades que radicalizaron al país en izquierda y derecha, pero que son el espejismo para ocultar la verdadera intención de dividir; sembrar el caos, destruir el país y minimizar el poderoso avance que traía el presidente Duque en sus políticas macroeconómicas y de desarrollo social sostenible, porque ese progreso es lo que menos conviene al discurso populista para las elecciones presidenciales de 2022, como afirmó el expresidente.

El socialismo a lo Chávez y Castro no es ninguna ideología ni sistema político, es literalmente, un negocio, un fabuloso negocio, como lo son las alcaldías y gobernaciones federalizadas por la Constitución de 1991, porque este socialismo permite –legalmente– poner todo el dinero del país y toda su estructura productiva en los bolsillos del gobernante para que pueda repartirlo “equitativamente” en libretas de racionamiento, subsidios, educación, vivienda, etc. Es el sistema y el discurso populista ideal para que los crédulos juren que es la salvación del mundo.

Ni el socialismo ni la izquierda son malos en su esencia, pero en Colombia y en la región los narcos los compraron para armar el escenario y erigieron un enemigo, pues guerra sin enemigo no existe, se debe fabricar un antagonista para que dé acicate y emotividad a los jóvenes y los crédulos, y entonces demonizaron al presidente Uribe.

Lo agigantaron y lo convirtieron en toda una cultura del mal y por medio de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) lo satanizaron como tarea de clase para sus estudiantes, que hoy suman varias generaciones de nuestros hijos adoctrinados y enceguecidos, y que ya son jueces, magistrados, maestros, historiadores, guerrilleros, políticos, con un discurso que tiene fuerza de dogma fundamentalista. Por eso son buenos en el debate, están convencidos de su mentira.

De ahí que no es ilógico que tanto supuesto inteligente y profesor universitario secunde el plan de los narcos para apoderarse de Colombia, y apoye la mal llamada 'primera línea' con el mismo fervor de los vándalos y drogadictos que destruyen buses y que violan y tratan de quemar vivos a los policías.

El presidente Uribe alertó en la entrevista de un formato internacional y lo estamos viviendo, como lo vivieron Chile, Argentina y Perú. Un formato dúctil y ajustable a cada país como lo hizo el Foro de Sao Paulo cuando se apoderó del gobierno de 12 países del continente.

Muchos prestigiosos centros académicos colombianos se contagiaron de la miopía conceptual, entre ellos la Universidad de los Andes, y por eso no extraña que la profesora Sandra Borda, también columnista de El Tiempo, le diga a La Decana y a Radio Panamá algo tan obtuso como que: “Hay un elemento político e ideológico y es que por tratarse de un gobierno de derecha, creo que no se siente cómodo construyendo políticas de carácter social porque piensa que eso es monopolio de la izquierda”; la maestra se descalifica solita con esta afirmación, o desconoce que el mayor presupuesto en la historia de la educación, lo asignó Duque; los 10 billones para la paz con legalidad; los 900 mil millones de pesos para las familias del programa de sustitución de cultivos ilícitos; los 9 mil jóvenes beneficiados por el programa Jóvenes en Acción; la devolución del IVA a 2 millones de hogares; el fondo de solidaridad educativa y hace poco se aprobó en tercer debate el proyecto de reducción de la jornada laboral presentada por el expresidente Uribe. Son incontables los ejercicios de acción social en este gobierno.

Panamá está tan expuesta como Colombia, no por su desigualdad social ni sus carencias, sino por su localización geoestratégica para la distribución mundial de la droga. Es ideal para estimular descontentos y proponer el negocio del socialismo del siglo XXI.

Colombia necesita tener claro estos conceptos. Dejen gobernar al presidente Duque.

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