El alcalde colonense denunció que una mayoría del Consejo municipal echó abajo estructuras de desarrollo humano
Las familias víctimas del 9/11 aún resienten sus pérdidas diez años después
- 08/09/2011 08:30
Tom Heidenberger todavía recuerda que, a alrededor de las 6:35 de la mañana del 11 de septiembre de 2001, recibió una llamada de su esposa, Michele, pidiéndole que llevase a su hijo, Thomas, a la escuela y que no olvidase llevar el almuerzo.
"Michele era ese tipo de persona, una madre cuidadosa, una esposa maravillosa", dijo Heidenberger.
Además de ser madre y esposa, Michele era azafata trabajado para American Airlines. Esa mañana, ella fue asignada como alta encargada de cabina en el vuelo 77 que partiría de Dulles, Washington DC, al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles. Michele y Heidenberger, quien labora como piloto para U.S. Airways, habían acomodado sus agendas de trabajo de forma tal que uno de los dos pudiese estar en casa para cuidar a los hijos. Esa mañana correspondía al día de descanso de Heidenberger.
Tres horas después de la llamada, Heidenberger encendió el televisor en su casa, localizada en Chevy Chase, Maryland, cuando vio la noticia de que dos aviones de pasajeros habían chocado con el World Trade Center, en Nueva York, mientras que un tercer avión alcanzó al Pentágono, en el condado de Arlington, en la parte septentrional de Virginia.
Heidenberger dijo que le pareció que el avión era uno pequeño, y los reportes preliminares indicaban que se trataba de un vuelo de Boston a Los Ángeles, por lo que su primera reacción fue "oh, Michele está a salvo".
Sin embargo, la llamada a un amigo que trabajaba para American Airlines confirmó el peor escenario. El avión de Michele fue secuestrado por cinco terroristas quienes estrellaron la aeronave en el Pentágono, provocando la muerte de las 64 personas a bordo además de 125 personas en el edificio.
"En sólo una noche, me convertí en padre soltero por la muerte de mi esposa, madre de mis dos hijos. Eso es todo", dijo Heidenberger. "Pierdes a tu pareja, tu amada, tu mejor amigo, y te cambia para siempre".
Heidenberger no fue el único al que le fue arrebatado su ser querido esa mañana. John Milton Wesley, quien planeaba la boda con su novia de muchos años, Sarah Miller Clark, sufrió lo mismo.
Clark, maestra de sexto grado en Washington DC, viajaba ese día a Santa Bárbara, California, cuidando a un grupo de niños. Era un viaje de estudios financiado por National Geographic.
"Yo la iba a acompañar a California", dijo Wesley.
Sin embargo, Wesley tuvo que quedarse por razones de trabajo. En la mañana del 11 de septiembre, Clark y Wesley se besaron, abrazaron y despidieron.
Antes de abordar el vuelo 77 de American Airlines, Clark y su grupo de alumnos se hicieron una fotografía. "Allí está ella", dijo Wesley señalando a una mujer sonriente casi escondida detrás de otro maestro. Dos horas después, el vuelo 77 había caído sobre el Pentágono. El 12 de septiembre, a las 3:00 a.m., American Airlines confirmó que Sarah Miller Clark se encontraba a abordo y que todos los pasajeros habían muerto probablemente.
Ellos tenían planeado casarse tres meses después, el 22 de diciembre de 2001.
Inmediatamente después, para Heidenberger y Wesley el reto consistió en lidiar con los hijos. Los Hidenbergers tenían a un hijo adolescente y una hija que estaba en la universidad, mientras que Clark tenía a dos hijos de su matrimonio anterior.
Wesley dijo que él hizo lo único que sabía hacer: se presentó a trabajar. "Una de las primeras cosas importantes por hacer era hablar con los hijos y hacerles saber que todo estaba bajo control en el país".
Para los Heidenbergers, el asunto era más complejo.
"Mi hijo tenía 14 años en ese momento. Tener esa edad es de por sí difícil. Tener que lidiar con la muerte de una madre, es algo horroroso.
Heidenberger encontró después una manera de acercase a su hijo.
"Lo que yo le dije a mi hijo, y continué haciéndolo, fue recordarle el tipo de persona que Michele era: generosa y siempre entregada a los demás", mencionó. "Les dije a mis hijos, y continuo haciéndolo hasta ahora: sean el ejemplo a seguir, hagan algo bueno por los demás, no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy, intenten ver lo bueno aún de los eventos más funestos".
Lidiar con los hijos es una cosa; lidiar uno mismo con la pérdida, es otra. Estos dos hombres habían pasado gran parte de sus vidas adultas con sus parejas finadas. Los Heidenbergers tenían dos hijos, mientras que Clark y Wesley fueron amigos por 27 años antes de iniciar una relación de pareja. Tras siete años de vivir juntos, Wesley y Clark decidieron casarse y planearon la boda para antes de Navidad 2001.
Diez años más tarde, Wesley todavía vive en la misma casa que compartía con Clark en Columbia, Maryland. Aparte de una nueva capa de pintura, todo sigue como antes. Cada primavera, Wesley cultivas las mismas plantas. El mismo Mazda azul, que conducía Clark, se encuentra en el garaje.
"Yo me encontraba muy sensible tras el 9/11, y finalmente traje su coche y lo aparqué frente a casa. Conducir a casa, como lo solía hacer, y ver su coche en el garaje, me hacían creer que ella estaba adentro esperándome".
El tiempo no remedia la pérdida, aseguró Heidenberger. "Se va volviendo manejable. Es todavía el mismo vacío, la misma cavidad por así decirlo. Pero vivir es sobrevivir, y necesitamos seguir adelante".
Diez años después del atentado, miles de estadounidenses, iraquíes y afganos han perdido la vida a lo largo de la guerra de EEUU contra el terrorismo en Irak y Afganistán. Para muchos estadounidenses, la captura y ejecución de Osama bin Laden, el presunto autor intelectual del 9/11, ha sido una vindicación de la lucha y un ajuste de cuentas catártico. Pero no fue un hecho celebrado por Wesley o Heidenberger.
"Cuando se utiliza la violencia como medio de venganza, no funciona", dijo Heidenberger.