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- 02/09/2011 02:00
ANALISTA
Los críticos del modelo chileno se han dado un banquete con las imágenes de las masivas protestas estudiantiles y la huelga general de dos días que sacudió a este país la semana pasada, y que ocupó grandes titulares en todo el mundo. Pero su júbilo probablemente sea prematuro, y no durará mucho. Chile no es Libia, ni Egipto, ni Grecia. A juzgar por lo que vi, y por lo que escuché en entrevistas con personas muy diferentes, desde la líder estudiantil del Partido Comunista Camilla Vallejo, hasta el presidente de centro-derecha Sebastián Piñera, Chile sigue siendo una de las historias más exitosas de Latinoamérica, y probablemente lo siga siendo. Es cierto que el sistema político chileno ha sufrido una de las mayores sacudidas de los últimos tiempos, y también es cierto que Chile debe reducir urgentemente sus niveles de desigualdad y enfrentar las legítimas preocupaciones de los estudiantes universitarios sobre los costos de sus estudios. Pero, en general, los logros de este país durante los últimos veinte años de democracia son impresionantes.
Consideremos que: desde 1990, Chile ha reducido la pobreza del 45% al 15% de la población, bajo la mayoría de las mediciones más que cualquier otro país latinoamericano. Chile está en camino a convertirse en el primer país latinoamericano que formará parte de las economías más avanzadas del mundo —las que tienen un ingreso per cápita de más de $25,000 anuales—.
• La inflación es de alrededor del 3%. Las agencias calificadoras de crédito otorgan a Chile una A+, y la mayoría de los rankings de estabilidad política, respeto a la ley, y control de la corrupción sitúan a Chile muy por delante de otras naciones latinoamericanas.
La mayor asignatura pendiente de Chile es reducir la brecha entre ricos y pobres: el 54% del ingreso del país está en manos del 20% más rico de la población. Eso convierte a Chile en el quinto país con mayor desigualdad en Latinoamérica, detrás de Ecuador, Brasil, Bolivia y Haití, según cifras de las Naciones Unidas.
Tal como pude verlo durante mi visita, las peticiones de los estudiantes gozan de gran respaldo popular. Mientras caminaba por la calle con Camila Vallejo —la carismática líder estudiantil, del Partido Comunista, de 23 años- la gente la paraba como si fuera una estrella de rock.
Pero aunque la mayoría de los chilenos simpatizan con las demandas estudiantiles al costo de la educación, no comparten sus exigencias de ‘cambiar el modelo económico’.