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- 28/06/2013 02:00
El ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden y sus aliados de Wikileaks merecen crédito por haber iniciado una muy necesaria campaña para hacer más transparentes los programas de vigilancia del gobierno de Estados Unidos, pero serían mucho más creíbles si apuntaran sus críticas a todo el espectro político, incluyendo a países como China, Cuba y Ecuador. Esa es la conclusión a la que llegué tras entrevistar al vocero de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, quien se ha convertido en uno de los principales defensores de Snowden en los medios. En momentos de escribirse estas líneas, Snowden permanece en el aeropuerto de Moscú.
Hrafnsson, un ex periodista de Islandia, me dijo que las revelaciones de Snowden sobre la forma en que la NSA vigila llamadas telefónicas y e-mails muestran que el gobierno de EEUU está haciendo cosas ‘totalmente contrarias a la idea de la privacidad que prima en este país’. ¿Qué le diría a sus críticos que dicen que Wikileaks siempre acusa a los gobiernos de EEUU y a las democracias europeas, pero jamás critica a estados policiales como China, Cuba o Corea del Norte?, le pregunté. ‘No somos receptores activos de información, sino receptores pasivos’, respondió, agregando que Wikileaks publicaría información secreta proveniente de cualquier país. ¿Y qué dice sobre las críticas de que Wikileaks es culpable de hipocresía política por presentarse como un campeón de la libre expresión mientras defiende a Ecuador, el país en cuya embajada en Inglaterra ha pedido asilo Julian Assange, fundador de Wikileaks?, le pregunté. Justo esta semana, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) emitió una declaración diciendo que la nueva ley de prensa firmada por el presidente Rafael Correa ‘oficializa la mordaza a la prensa’. La nueva ley crea nuevos ‘delitos mediáticos’ y de hecho da al oficialismo el ‘poder para eliminar la libertad de expresión y de prensa’, dijo la SIP. Hrafnsson respondió que ‘no soy experto en la nueva ley de medios de Ecuador’. Pero agregó que ‘la situación allí no es tan simple como parece en la superficie, y es difícil sacar conclusiones basadas en standards del mundo occidental’. Mi opinión: Me alegra que el caso Snowden y Wikileaks hayan generado un debate que puede llevar a que los programas de vigilancia del gobierno de Estados Unidos sean más transparentes. Pero se me hace difícil apoyar plenamente a Snowden o a Wikileaks cuando siempre apuntan sus críticas contra las sociedades libres, y evitan criticar a los países que más violan las libertades individuales. Serían mucho más creíbles si dijeran: ‘Sí, es cierto, China, Cuba y Ecuador son peores, pero no podemos criticarlos porque nos dan asilo’. Lo bueno del caso Snowden y de Wikileaks es que están empujando a Washington a ser más transparente. Lo malo es que no lo están haciendo con otros gobiernos que son aún peores.
COLUMNISTA