Más allá de la CNN, un hombre feliz

Actualizado
  • 29/07/2012 02:00
Creado
  • 29/07/2012 02:00
Alberto Padilla es mexicano, periodista, residente en Atlanta y especialista y pionero en temas de economía y finanzas en televisión. Pe...

Alberto Padilla es mexicano, periodista, residente en Atlanta y especialista y pionero en temas de economía y finanzas en televisión. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que Alberto Padilla es un hombre feliz. Alguien que se sobrepuso a la dislexia y el déficit atencional de la infancia, a los cambios incómodos en CNN y a ataques que siempre llegan en una región donde los románticos antiimperialistas son muchos.

A él nada de eso parece quebrantarle el espíritu. ‘Soy un tipo naturalmente feliz, nací con el chip de la felicidad. A mí me dicen cómo estás y, no importan las circunstancias, mi respuesta siempre es ‘excelente’.

Y eso es justamente lo que contesta cuando atiende a La Estrella desde su casa de Atlanta. Distendido, con suéter, zapatillas y una barba de dos días, jura que lo único que lo enoja en este mundo es la gente mala. Con todo lo demás no pasa nada.

Nació en Monterrey, una zona siempre apacible en la que hoy aterrizó la violencia del narco. Allí estudió y se graduó de licenciado en Estudios Internacionales. Allí comenzó el camino de la televisión, cuando en una práctica profesional le pidieron que leyera las noticias en el canal local y nunca más paró. Después vino una especialización en el Programa de Alta Gerencia del INCAE Business School en Costa Rica y CNN en Español, en 1997, en Estados Unidos.

Durante 14 años entrevistó a los líderes más importantes del mundo y se elevó como el especialista indiscutido en economía y finanzas de la televisión hispana. Hoy está en Panamá para hablar en el foro internacional ‘La Excelencia en el Desarrollo de un país’, que organiza La Estrella para el próximo martes.

INFORMADO Y PRESTIGIOSO

Pero, ¿qué lo hace interesante a Alberto Padilla entre la marea de periodistas y conductores que navegan en el mapa de la región? ‘Ha sido testigo de excepción de estas tres últimas décadas de la realidad económica y política, especialmente de América Latina’, opina Eduardo Quirós, presidente del grupo editorial El Siglo-La Estrella, y agrega: ‘Sus niveles de contactos y fuentes son envidiables’.

Valdrá la pena escucharlo, coincide Mariela Sagel: ‘Es el periodista que se ocupa de temas financieros para los latinoamericanos que más prestigio tiene hoy día’.

Tanto es así que el propio Andrés Oppenheimer, amigo y compañero suyo en la CNN, ponderó el nivel de análisis y los dotes para moverse y enterarse de los secretos de pasillo de lo más alto del poder en Latinoamérica.

Si cualquiera hace el ejercicio de ingresar a Youtube y poner ‘Alberto Padilla’, se va a encontrar con una entrevista a Bill Clinton, otra a Donald Trump, otra al expresidente de Colombia Álvar o Uribe. Con una conferencia suya en la Universidad de San Ignacio de Loyola de Perú o en un hotel de lujo en Costa Rica o en un simposio internacional sobre economía. También se enterará de que la economía de Venezuela creció, más allá del presidente Chávez, que Chile y Uruguay son los países modelo y que Panamá tiene condiciones privilegiadas para alcanzar el desarrollo.

Por ahí, entre tanto vídeo suelto, habrá uno donde un oyente le cuestiona su relación con ‘el imperio’ Estados Unidos. Y allí él responderá con un chiste y buen humor. Otra vez se mostrará feliz.

TRASCENDER

Como todos los caminos de las personalidades exitosas, el de Padilla no estuvo exento de dificultades.

Cuando era un niño padeció un déficit atencional no diagnosticado —eran épocas en que ese trastorno no se conocía—, por el que le costaba mucho estudiar. El padre pensaba que no se dedicaba lo suficiente y él no entendía cómo, si se sentaba cinco horas, no lograba mejores calificaciones. Igual obtuvo títulos y hoy maneja las finanzas como el mejor de los especialistas. Igual, además, tuvo una infancia de cuentos, una de esas en que la calle es la extensión de la casa propia y los juegos duraban desde el almuerzo hasta la cena.

Luego, tras 14 años de un éxito ininterrumpido en CNN, llegó una nueva administración en la señal. Una situación incómoda: aparecieron pedidos de convertir un programa ya instalado en un show y cambiar mecánicas que funcionaban. Él no se preocupó: cuando se dio cuenta de que ya le resultaba un tormento llegar a trabajar, lo dejó. ‘No me costó irme de la nueva CNN. A mí me gustaba mucho trabajar en la televisión, pero también me gustaban mucho las condiciones y la gente con la que yo trabajaba. Me cambiaron absolutamente todo, jefes, políticas, maneras de hacer las cosas. Entonces dejó de ser divertido’, cuenta.

Allí se reinventó. Montó su propio medio online, donde graba vídeos explicativos y entrevistas, análisis y pronósticos. Y empezó a viajar. Otra vez, está feliz: ‘Yo pensé que iba a extrañar la televisión porque dejé CNN precipitadamente y realmente no tenía un plan de vida futuro. Pero me di cuenta que tengo muchísimo gusto y que no extraño la televisión para nada. Volvería a la televisión, claro, pero en las condiciones correctas. Me cae muy bien mi ritmo de vida actual, que es mucho más tranquilo’.

Pasaron muchas cosas, la historia misma delante de sus ojos, desde que le pidieron por primera vez en Monterrey que leyera las noticias en el canal local. Décadas trágicas, problemas duros y etapas exitosas para la región. Como la de ahora, la de una América Latina en crecimiento durante una década completa sin inflación. ‘Algo que nuestros padres nunca vieron’, cuenta.

De eso va a hablar el martes en el Hotel Miramar: cómo hacer que ese crecimiento se convierta en desarrollo y llegue a todos en una zona que no logra superar la pobreza y la corrupción. Cómo hacer que todos sean un poco más felices, casi como él.

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