Caliche y la transformación del movimiento moderno

Actualizado
  • 02/01/2013 01:00
Creado
  • 02/01/2013 01:00
El mes de diciembre de 2012 será recordado entre la memoria de algunos como la fecha de la muerte de Oscar Niemeyer y quien reconozco co...

El mes de diciembre de 2012 será recordado entre la memoria de algunos como la fecha de la muerte de Oscar Niemeyer y quien reconozco como uno de los imprescindibles urbanistas del siglo XX. Niemeyer alcanzó los ciento cuatro años con un legado universal para el desarrollo e historia del urbanismo y el movimiento moderno en América Latina y el mundo.

Su ejecutoria se valora como clave para el desarrollo de este movimiento bajo una fuerte influencia de notables como Le Corbusier. Bajo su numerosa ejecutoria destaca —entre muchos— el diseño de la ciudad de Brasilia, proyecto bajo iniciativa del Presidente Kubischek; obra insignia del gobierno de este brasileño que se empeñó en gobernar con los mejores. La sede de las Naciones Unidas en Nueva York es parte de su obra, edificios y complejos en las grandes ciudades del Brasil refleja la universalidad de su trabajo. El legado de Niemeyer se desparrama por todo el globo y prácticamente sobre todas las ciudades.

El World Monument Fund —organización de Conservación Mundial— premió este año a un consorcio de arquitectos japoneses por el esfuerzo de restauración de la escuela primaria de Hizuchi en la isla de Shikoku en Japón. El edificio Hizuchi fue reconocido por la organización DOCOMOMO en 1999 como uno de los edificios modernos más representativos en el Japón. Así el legado del movimiento moderno se conserva en Japón y se proyecta sobre el contexto planetario.

DOCOMOMO Internacional es una organización mundial que tiene como misión observar la amenaza sobre edificios representativos del movimiento moderno, el intercambio de ideas y tecnologías para su conservación, así como promover las ideas y herencias de este movimiento. DOCOMOMO tiene un capítulo en Panamá con la responsabilidad de exponer la importancia de los valores asociados a esta corriente.

El edificio de la Caja de Seguro Social -cuya mano de Niemeyer se revela- los multifamiliares de Los Abanicos en San Miguelito, la desaparecida sucursal de la Caja de Ahorros en calle 17 y Avenida Central y otros edificios son ejemplos de la influencia de este movimiento. El conjunto de edificios que integra la cuadra que comparte la antigua Dirección General de Ingresos (DGI), en su momento las oficinas de Desarrollo Social luego Ministerio de Salud, junto al edificio de Hacienda y Tesoro son unos de los pocos conjuntos modernos en la ciudad de Panamá que fueron construidos bajo la influencia del movimiento moderno.

La noticia de la demolición del edificio de la antigua DGI –parte de ese conjunto- para la construcción de estacionamientos es una decisión descabellada, insensible que se aleja en reconocer los valores universales en ciudad de Panamá.

El tema de la construcción de estacionamientos soterrados promovidos por la Alcaldía y la suspensión de los actos públicos pone en perspectiva la posibilidad de evaluar la demolición y desaparición de ejemplos de la arquitectura moderna en la ciudad.

De demolerse la antigua sede de la DGI el desprecio por el patrimonio construido no tendrá otra expresión como la que este año 2012 revelará. Este año servirá para recordar en Panamá la desaparición de Oscar Niemeyer así como ser testigos de ver caer en escombros y transformarse en caliche la expresión del movimiento moderno en Panamá.

Los ciudadanos, las universidades, profesionales, gremios, asociaciones, los defensores del patrimonio, estudiosos y organizaciones tenemos una responsabilidad para hacer visibles los valores universales de nuestras ciudades y salir en su defensa. El patrimonio de las ciudades y la conservación de sus valores universales es una responsabilidad compartida.

Las autoridades de gobierno, bajo el argumento de resolver estacionamientos públicos para los contribuyentes, darán un ataque violento e irreversible a la memoria colectiva de los panameños en un acto que solamente sumirá a nuestra sociedad en los oscuros laberintos de la miseria y pobreza espiritual de valores universales que en otras latitudes se protegen con responsabilidad y orgullo.

La desaparición del conjunto modernista entre Avenida Perú y Cuba, entre las calles 35 y 36 se transforma en un negocio de caliche travestido en una agenda de interés política electoral, bajo el argumento de resolver espacio para aparcar trenes de acero y neumáticos de goma.

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