Carnavales de Penonomé no logran el esplendor de antaño

Los carnavales acuáticos de Penonomé, famosos por celebrarse en las aguas del legendario río Zaratí, intentan recuperar su fama, aunque su esplendor se está perdiendo por la falta de apoyo de la Junta de Carnaval.

Las actividades carnestoléndicas iniciaron a eso de las 10:00 de la mañana, con los culecos o mojaderas, que se desarrollaron  en la avenida Juan Demóstenes Arosemena (Avenida Central). La algarabía de los participantes, niños, jóvenes, adultos y mayores, era notoria, bajo los chorros de agua que refrescaban el intenso sol veraniego.

Amenizando la actividad, discotecas móviles se alternaban para dejar oir el pegajoso rap, sin faltar las cumbias de conocidos acordeonistas.

No hubo alteración del orden ni riñas, lo que permitió disfrutar a todos de la mojadera, siempre bajo la vigilancia de agentes de la Policía Nacional, quienes mantuvieron el orden necesario.

Sin embargo, los penonomeños, acostumbrados a disfrutar de la fiesta de Momo, en el balneario Las Mendozas, resintieron este año la pobreza en la participación de princesas, comparsas y sus respectivas balsas, decoradas tradicionalmente con alegorías orientales y africanas, lo que despertaba la admiración de propios y visitantes.

Según expresaron varios concurrentes, residentes de la capital coclesana, la intromisión de la autoridad local en la organización del carnaval hace dos años, dejó un pésimo efecto que aun hoy se resiente. En aquella ocasión, la junta, al término de las fiestas, no presentó un informe convincente de las finanzas, lo que generó muchas protestas del público.

Este año, solo cuatro comparsas se integraron para la animación de la farsa carnavalera, cuando en el pasado llegaron a ser más de ocho. Igualmente, se conoció que solo cuatro princesas surcarían en sus respectivas balsas las aguas del Zaratí, lo que redujo a la mitad las bellas damitas que alegraban y engalanaban esta fiesta.

Los carnavales acuáticos de Penonomé luchan por no desaparecer y mantener la tradición de ser los únicos que se efectúan en un tramo fluvial de un kilómetro, donde los espectadores, luego de gozar del lujo y la fantasía de princesas y balsas, se deleitan con un chapuzón en Las Mendozas.