Un espacio para aprender

Actualizado
  • 15/02/2019 01:00
Creado
  • 15/02/2019 01:00
En honor de profesores panameños de Ciencias Naturales como Donato Samaniego y de los investigadores que se han atrevido a levantar los ojos hacia las estrellas y soñar, hoy presentamos un esbozo del Centro Espacial Kennedy (CEK) y del Observatorio de Coclé

Año 1962, en el Colegio Rodolfo Chiari de Aguadulce (Coclé). El profesor Donato Samaniego, pionero de la educación científica provinciana, deja huellas imborrables en sus discípulos. Durante su clase de ciencias, convertía un viejo pizarrón en una ventana vivaz, colorida y atractiva para el estudio.

Lo recuerdo con un cabo de tiza entre los dedos, cuando dibujaba el sistema solar y remarcaba la órbita de la Tierra. Nos transportaba a ese espacio infinito, lleno de planetas con nombres de dioses griegos, galaxias, estrellas y cometas (mote para los tránsfugas escolares que aparecían en clases de tiempo en tiempo).

Era creativo y promovía el debate. ‘¿Cuántos conocen a una perra llamada Laika?', preguntó un día. Sacramento T., que de sacro no tenía nada, respondió: ‘En Pocrí hay tres, en El Cristo, dos y en Aguadulce, como veinte (ríe, sin seguidores)'.

Laika, primer ser vivo en órbita de la Tierra, fue lanzada al espacio por Rusia en el Sputnik 2, un 3 de noviembre de 1957. La heroína viajera (le hicieron hasta estampilla) murió en órbita, pero su sacrificio aportó mucho a la futura conquista del espacio sideral.

Para Samaniego todo era digno de estudio e investigación. En una ocasión se analizó el pasquín ‘Titanes Planetarios' (historieta mexicana de ciencia ficción –1948-1985); con hazaña de naves espaciales, aventuras de Adán Luna, mutantes, guerras estelares y amenazas extraterrestres.

En el salón había investigadores geniales: Mayra Luaces, Marisol Romero, Arturo ‘Tuli' Españó, Saavedra, Evaristo González, Alonso Nieto, José Guevara, Elda López, Escala, Víctor Arias, Gutiérrez, Riquelme, Higinio Filós, Dídimo Agrazal, entre otros.

Evaristo González, humilde estudiante de El Cristo de Aguadulce, construyó un carro y lo puso a andar por la calle central del pueblo. No quedó perro a 100 kilómetros a la redonda. Por la bulla, el tío ‘Chayo' Bonilla gritó: ‘¡Se acaba el mundo, carajo…!'. Uno más de los genios que se pierden entre la rutina y la somnolencia de la campiña.

En honor de Donato Samaniego y de todos los profesores de Ciencias de Panamá, nos referiremos, a continuación, al Centro Espacial Kennedy (CEK) y al estudio astronómico en Panamá.

PIQUERA ESPACIAL

El CEK está ubicado en Merrit Island, al norte-noroeste de Cabo Cañaveral, Florida, en el Atlántico, a mitad de camino entre Miami y Jacksonville y a una hora en automóvil desde Orlando.

El camino hacia el complejo está despoblado, pero sientes que mil ojos siguen tu recorrido por la tupida zona boscosa. A lo lejos, divisas un conjunto de cohetes que apuntan al cielo como enormes obeliscos plateados. Signo de que te acercas.

Es temprano, pero ya centenares de carros buscan sitio en la ‘pampa' de estacionamientos. Sentí nostalgia; eso me recordó el patriótico y solidario tranque panameño. Las filas de turistas, estudiantes, docentes y personas de todas las nacionalidades y edades eran enormes.

Sergio Elías García M., estudiante mexicano de ingeniería, dijo que tenía años de estar ahorrando para hacer el viaje al CEK. ‘Es diciembre (2018) y el clima en bueno para venir; estar aquí representa un privilegio, un aprendizaje científico sin igual'.

HÉROES EN OTRA ATMÓSFERA

En el CEK —un área de 570 kilómetros cuadrados— se encuentra el cuarto edificio más grande del mundo. En 2011 disponía de una fuerza laboral de 13 mil empleados: 2,100 pertenecientes al Gobierno y el resto a contratistas.

Ha sido el punto de partida para las seis misiones tripuladas del Programa Apolo, en el que se usaba el colosal Saturno V, considerado el vehículo espacial más grande y poderoso de la historia. De 1981 al 2011 fue utilizado para todas las misiones del transbordador espacial.

La misión más emblemática de la NASA (creada en 1958 por el presidente Dwight Eisenhower) fue el arribo a la Luna, hecho acaecido aquel memorable 20 de julio de 1969. El Apolo II, lanzado por un cohete Saturno V, protagonizó uno de los momentos más emocionantes en la historia de la humanidad y la tecnología.

Los misioneros espaciales fueron Neil A. Armstrong (comandante, 38 años), Edwin E. Aldrin (39 años) y Michael Collins (38 años). Armstrong fue el primero en pisar el suelo del astro que por siglos inspiró a poetas y fue la muda celestina de iluminados romances a la orilla del mar.

El complejo de visitantes del CEK, operado por Delaware North desde 1995, ofrece exhibiciones —artefactos, displays y atracciones sobre la historia y el futuro de la exploración espacial—. Alrededor de millón y medio de personas visitaron el CEK en 2009. La cifra aumentó.

ASTRONOMÍA PENONOMEÑA

Hoy, el interés por los astros supera las repetitivas profecías del horóscopo. Las nuevas generaciones son curiosas y amantes de las aventuras. Panamá vive esta tendencia.

‘No conocemos al vecino, pero queremos saber qué hay en Marte', comentó Virgilio Ovando N., un simpático chileno aficionado a la enchilada y al café de altura. Chile ha logrado grandes avances en Astronomía.

Una nota de prensa —de febrero de 2018— de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) reporta la participación de 40 educadores en programas para la enseñanza de la ciencia en Panamá, cuyo principal propósito es incentivar a los estudiantes a que sean más críticos, analíticos e investigativos.

La doctora Madelaine Rojas, coordinadora del Proyecto de Ciencias Espaciales de Senacyt, explica que la idea es capacitar a docentes de primaria y secundaria en la didáctica de la astronomía mediante talleres teórico-prácticos y observaciones astronómicas. ‘Esta capacitación permite que el docente afirme sus conocimientos para la aplicación inmediata de los recursos en el aula, aprovechando los conceptos de disciplina, pero aplicando técnicas en espacios, tales como matemáticas, física, química, biología, geografía, historia y filosofía', subrayó.

Cinco estudiantes representaron a Panamá, por primera vez, en la X Olimpiada Latinoamericana de Astronomía y Astronáutica (OLAA) que se celebró en Ayolas, Paraguay, del 14 al 20 de octubre de 2018. El evento sirvió para compartir experiencias y definir futuros proyectos.

Muchos desconocen que Panamá tiene su propio Monte Palomar (San Diego, EUA). Se llama Observatorio Astronómico de Panamá (OAP) y está ubicado en Llano Marín, Penonomé, provincia de Coclé. Forma parte de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP).

Fue construido con el apoyo de la Embajada de Francia en Panamá y costó alrededor de medio millón de dólares.

En un comunicado de prensa, la UTP hace la descripción técnica del OAP: ‘Su ojo principal, el Telescopio Meade LX200GPS, es un equipo extremadamente versátil, con control manual y computarizado. Cuenta con controles de botón, microenfoque, sensores electrónicos de alta precisión, seguimiento automático de objetos celestes, corrección periódica de error en ambos ejes y una base de datos muy completa ( www.oap.utp.ac.pa )'.

En los veranos, la OAP-UTP realiza los ‘astrocamping', actividad que incluye talleres didácticos, observaciones solares y nocturnas. La belleza del cielo y sus cuerpos celestes son las principales atracciones.

Mientras, la Facultad de Ciencias Naturales, Exactas y Tecnología de la Universidad de Panamá desarrolla una campaña para que se construya una estación científica destinada a la investigación universitaria.

Según un reporte periodístico, publicado el pasado 8 de febrero de 2019, la idea surgió en 2017, por iniciativa del decano Raúl Carranza.

Hace más de 56 años que el profesor Donato Samaniego encerraba el universo en un rústico tablero rayado de tiza. El tiempo cambia todo, pero la simiente sembrada por el buen maestro germinó y durará para siempre.

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