Después del coronavirus

Actualizado
  • 09/04/2020 00:00
Creado
  • 09/04/2020 00:00
Mientras tanto, en Panamá se ha desencadenado una crisis económica de magnitudes no experimentadas anteriormente. Una parte significativa de la población, compuesta por quienes participan en el sector informal, se ha quedado sin fuentes de ingreso

“América Latina se enfrenta este año a la peor recesión en más de medio siglo y se expone a una nueva década perdida, incluso, si la recuperación es rápida. ¿Cuándo pasará la pandemia y podrá volver la actividad económica? ¿Habrá una vacuna pronto?”, comentarios de Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional. A dichas declaraciones debemos añadir que, al producirse la primera década perdida, la economía panameña siguió creciendo y prosperando debido a que las políticas públicas apoyaron esos esfuerzos. ¿Sería posible repetir dicha experiencia? ¿Qué se requeriría para lograrlo?

Este escrito surge a solicitud del ministro de Economía y Finanzas, Héctor Alexander Hansell, con el propósito de auscultar opiniones para hacerle frente a los efectos económicos de la pandemia del coronavirus. El objetivo de salvar vidas constituye la más alta prioridad del Estado y así debe ser. Debido a ello, la salud del pueblo panameño y su vínculo con los aspectos económicos relacionados a esta, ha tomado prominencia en semanas recientes. Dicho vínculo influenciará las acciones orientadas a reducir la tasa de infección del coronavirus y hacerle frente al desafío de proteger la salud de todos los panameños. Por lo tanto, la interacción entre administrar la salud de la población y el manejo económico determinará resultados que incidirán en el bienestar del país.

Dada dicha interacción surgen dos puntas de lanza en el dilema al cual tiene que enfrentarse el Estado: salvar vidas y asegurar el bienestar futuro de todos los panameños. Debido a ello, este escrito enfoca su atención en la urgencia de asegurar que la cuarentena logre resultados rápidos a fin de evitarle una prolongada agonía económica a la población. Este escrito no lidia con requerimientos para resolver aspectos de salud que surgen como consecuencia del coronavirus, sino con la dimensión económica de los problemas generados y el aceleramiento de acciones que contribuyan a un crecimiento inclusivo. Ello ha determinado que una de las prioridades más importantes en la coyuntura sea la de instrumentar políticas que reactiven la economía a pesar de que aún no se ha controlado la pandemia.

Mientras tanto, en Panamá, se ha desencadenado una crisis económica de magnitudes no experimentadas anteriormente. Una parte significativa de la población, compuesta por quienes participan en el sector informal, se ha quedado sin fuentes de ingreso. Otra cesó sus labores mientras que las empresas privadas comienzan a sufrir el colapso de la demanda agregada. ¿Podrán estas sobrevivir los problemas de la coyuntura y continuar funcionando con la misma planta de personal sin reducirla?

Para hacerle frente a la pandemia, el Gobierno Nacional ha tomado iniciativas importantes que no se han visto en muchos países latinoamericanos. Sin embargo, es indispensable recalcar que no existe experiencia previa suficiente en ninguna parte del mundo ni medicinas o vacunas comprobadas para hacerle frente a esta pandemia por el momento, aparte de instituir cuarentenas y aislamientos. Asimismo, urge tomar acción inmediata para abordar las necesidades más urgentes de la economía de manera de ir recuperando el crecimiento y la demanda de mano de obra.

Al elaborar un programa de reactivación económica, es fundamental tener muy explícito el hecho de que la economía panameña se encuentra asentada en la expansión de actividades enfocadas en el aprovechamiento de la logística, comercio internacional y servicios de todo tipo. Estos impactan al país positivamente al estar la economía dolarizada, abierta al comercio internacional y exenta de controles cambiarios.

Dichas actividades vitalizaron la economía, generaron empleos y aproximaron a Panamá al grupo de países desarrollados. A pesar del shock reciente, el istmo conserva el potencial de alcanzar dichos niveles.

La economía se encuentra en una encrucijada. Una vez controlada la crisis del coronavirus, el país contaría con la capacidad de restaurar tasas que se aproximen al crecimiento promedio de los últimos 30 años si se tomaran las decisiones apropiadas a tiempo. Por otro lado, Panamá corre el peligro de caer en el síndrome de países con potencial de seguir creciendo pero que no lo supieron aprovechar.

El Covid-19 ha sacudido a Panamá con asombrosa ferocidad al aumentar el número de casos infectados y fallecimientos. Los bienes y servicios no esenciales afectados representan una proporción significativa del PIB. Mientras esas actividades permanezcan suspendidas, el comportamiento del PIB continuará perturbado.

Las pérdidas sufridas amenazan con reducir los beneficios de los últimos 30 años. También podrían impactar en la estabilidad social si se retardaran acciones necesarias para restaurar el crecimiento.

Una crisis genera oportunidades que de ser aprovechadas, no solo corrigen errores de políticas anteriores al instrumentarse, sino que sientan las bases para fortalecer el bienestar de la población. Urge, por lo tanto, jerarquizar y adoptar aquellas que vigoricen los mecanismos que proveen servicios de educación y salud de alta calidad a toda la población, así como fortalecer significativamente el capital humano de grupos de medianos y menores ingresos, aparte de recuperar la actividad económica perdida con el objeto de sentar las bases para un crecimiento futuro inclusivo que beneficie a todos los panameños.

La caída del PIB en esta crisis, no ha sido provocada por la demanda. Es consecuencia de medidas indispensables para limitar la propagación de la pandemia. En el muy corto plazo es esencial garantizar el funcionamiento de sectores esenciales, incrementar recursos para pruebas de detección del Covid-19 y su tratamiento, y mantener la atención sanitaria habitual, producción y distribución de alimentos, infraestructuras esenciales y suministros públicos. Asimismo, proporcionar recursos a los afectados por la crisis, en la medida en que sea factible financieramente.

Una lección que surge de esta experiencia, señala que mientras más desigual es una sociedad, menos resistente se encontrará para hacerle frente a los choques provenientes del entorno global. Aunado a ello, la calamidad actual se suscita en un entorno donde Panamá registra el peor nivel de desigualdad de ingresos de la América Latina. Una sociedad más sana y educada siempre estará en mejores condiciones de afrontar circunstancias como las actuales. Ello requerirá que las redes de protección social aseguren que sus recursos se dirijan a grupos de menores ingresos para mejorar su salud y educación y, por ende, su productividad. Fomentar la recuperación económica conllevará grandes desafíos, incluyendo niveles más altos de deuda pública.

Aún se está a tiempo para introducir políticas públicas que mejoren radicalmente las perspectivas de recuperación. Los desafíos más importantes consisten en asegurar la supervivencia de la población durante la reactivación económica, especialmente dada la difícil situación del sector informal y de los panameños de bajos ingresos, cómo aprovechar mejor las oportunidades del conglomerado del Canal, cómo reducir costos de operación debido a trámites excesivos y largos procesos, cómo incentivar la inversión nacional y la directa extranjera, para promover el crecimiento de la economía a la vez que el sector público enfoca su atención en mejorar la calidad de la mano de obra y la calidad y cobertura del sistema educativo y fortalecer la salud de todos los panameños para adecuarlos a recibir los beneficios de un crecimiento inclusivo.

Ello requerirá un reordenamiento de prioridades del gasto público en el presupuesto de 2020 y años venideros, esto para mejorar la calidad y cobertura del capital humano y encaminar esfuerzos para reducir la pobreza. Ello le permitiría al país crecer en forma inclusiva, a la vez que fortalecería la contribución de los factores de producción.

También se requerirá desembolsar a tiempo préstamos y donaciones de entidades multilaterales y bilaterales.

Sería imprescindible reactivar la inversión. Sin embargo, la inversión directa extranjera y nacional se encuentran limitadas por el alto costo de trámites en tiempo, número de pasos y demoras en procesos para invertir y exportar. Igualmente sería indispensable adecuar los incentivos para promover la inversión privada nacional y directa extranjera con el objeto de maximizar los beneficios del potencial del país y oportunidades que podrían surgir del aprovechamiento de las riberas del Canal. Igualmente se requerirá el apoyo de la Contraloría General de la República en aplicar mecanismos ágiles para auditar y salvaguardar el buen uso de los recursos del Estado.

No hay que desestimar las presiones provenientes de sectores que promueven políticas populistas para aprovecharse de los recursos del Estado. Estas, junto a la flexibilización de controles de gasto en forma indiscriminada bajo la premisa de lograr rapidez en la adquisición de bienes y servicios, se encuentran anuentes a tomar vuelo.

Los esfuerzos del Gobierno de evitar y castigar dichas iniciativas, requieren del apoyo de toda la población. Por otro lado, aumentar el gasto público incrementando el déficit fiscal, no necesariamente genera resultados favorables si no se condiciona su calidad y productividad a través del análisis de costo beneficio que refleje aumentos del valor agregado que los proyectos de inversión generarían.

Por otra parte, cierto nivel de gasto público adicional podría contribuir a estimular la economía si los proyectos contaran con una adecuada rentabilidad y existiera suficiente capacidad de ejecución y eficiencia en la prestación de servicios. Es indispensable tomar en cuenta que el déficit fiscal en 2020 va a aumentar por la caída de los ingresos y a la obligación de aumentar los gastos de salud, para efectuar todos los esfuerzos para salvarle la vida a la población.

La economía panameña depende de la expansión de la actividad privada para crecer.  Eso hace que esta requiera de inversión directa extranjera, de la expansión de servicios prestados al exterior, especialmente en el área logística, de nueva actividad de construcción privada, del aumento de las actividades de la Zona Libre de Colón, Panamá Pacífico y Tocumen, S.A., de la utilización eficiente de las riberas del Canal, de aumentos en las actividades comerciales internas y de la expansión de la agricultura, muchas de ellas estimuladas por la demanda que proviene desde el exterior. Es enfocando el potencial en esas áreas, aprovechando los servicios de un sector financiero flexible para darle mayor liquidez a la economía, que convendría conceptualizar las políticas de incentivos y estímulo e instrumentarse a la brevedad posible.

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