Momentos estelares de la patria

Actualizado
  • 11/07/2020 00:00
Creado
  • 11/07/2020 00:00
La decisión de borrar de las grandes efemérides el recuerdo de las batallas llevadas a cabo en las guerras civiles, en las pugnas fratricidas, o la exclusión en los textos de historia de los capítulos sobre las llamadas glorias militares, contribuyen a cubrir con un velo el pasado que desunía a los panameños y a no dar motivos para estimular la vocación militar entre los jóvenes del país.

El país panameño tiene mucho que agradecer al pensamiento político de los que estructuraron la República. Las convicciones democráticas de los primeros gobernantes hicieron posible que la tolerancia arraigara en el espíritu de nuestro pueblo.

Momentos estelares de la patria

Una gestión respetuosa de los derechos humanos abrió prudentes caminos al nuevo Estado, y las primeras generaciones no fueron envenenadas ni por el sectarismo religioso ni por la discriminación racial. La escuela pública y muy temprano el Instituto Nacional jugaron el papel de constructores de una conciencia nacional democrática.

En los 97 años de República, el país nunca ha sido escenario de sangrientas pugnas religiosas como aún suelen ocurrir en sociedades cultas europeas y, gracias a la convivencia entre iguales en el aula escolar, el pueblo panameño ha sabido desarrollar un estilo crecientemente armonioso en el trato con los seres de todas las razas que habitan en el istmo. Nunca los panameños han ofrecido el espectáculo de rechazar colectivamente la presencia de otras etnias o de otras religiones. Gradualmente se fueron superando ciertas normas constitucionales discriminadoras que hablaban de razas indeseables, y hoy no hay un solo texto legal que lesione el concepto de igualdad entre los hombres.

Esos mismos forjadores de la nacionalidad adoptaron otras medidas dirigidas a desarrollar una voluntad civil y pacifista en el sector educativo. La decisión de borrar de las grandes efemérides el recuerdo de las batallas llevadas a cabo en las guerras civiles, en las pugnas fratricidas, o la exclusión en los textos de historia de los capítulos sobre las llamadas glorias militares, contribuyen a cubrir con un velo el pasado que desunía a los panameños y a no dar motivos para estimular la vocación militar entre los jóvenes del país. Los que procedemos de familias que se alistaron en trincheras opuestas en las guerras intestinas del siglo XIX y cargaron de por vida un sentimiento sobre sus espaldas, sabemos lo positivo que fue para la reconciliación familiar y para la paz nacional ese olvido pedagógico.

El país panameño también tiene mucho que agradecer a algunas generaciones específicas, que con ímpetu juvenil y convicciones democráticas supieron romper ciertos moldes coloniales que nos ubican fatalmente en el campo de la dependencia política. El repensar la historia patria para diseñar nuevos programas rectificadores y un nuevo destino, nació con la segunda generación y muy concretamente, con Acción Comunal. Los objetivos moralistas, sociales y patrióticos de Acción Comunal estaban concebidos para forjar una nueva República. Se quiso rescatar del olvido las mejores tradiciones del panameño y se pretendió actualizar el pensamiento político con las ideas frescas que en la década 1920 ilusionaron o embriagaron al mundo. Los miembros de Acción Comunal eran los jóvenes panameños que, tal vez, fueron acicateados por las olas revolucionarias en boga, o por las teorías maximalistas comentadas en 1919 por Eusebio A. Morales; eran los jóvenes que vivieron la pasión de la reforma universitaria de 1918, de Córdoba, que rompió lanzas contra las oligarquías feudales, y la que postuló la educación humanista, laica y moderna en reemplazo de la medieval que se atosigaba con un abecedario anacrónico y reaccionario. Eran los jóvenes panameños que tenían en sus lecturas las obras brillantes de José Ingenieros, principalmente El hombre mediocre / Las fuerzas morales, que tonificaron el carácter, la personalidad y el alma nacional de cada país latinoamericano. Tal era la devoción que se sentía por el filósofo, criminólogo y psicólogo argentino, que el día de su prematuro fallecimiento, a los 48 años de edad, ocurrido el 31 de octubre de 1925, hará 75 años dentro de pocos días, las juventudes de América lloraron su muerte porque él era su gran maestro, su gran pensador y su guía espiritual por excelencia. Recordar a José Ingenieros como vinculado a la pasión de una y de varias generaciones de panameños, es todo un homenaje a su memoria en un nuevo aniversario de su partida inexorable.

Acción Comunal elaboró una nueva escala de valores y la identificó como un concepto intransigente sobre la probidad y el decoro nacional. Estableció como regla de oro de la política el respeto a la voluntad del pueblo. Acción Comunal fustigó la resignación nacional como madrastra de la política del “Panamá cede”. Sembró ideales nacionalistas, democráticos y regeneradores. A partir de su germinación en la vida nacional, el pueblo se armó de optimismo y selló para siempre, a pesar de los altibajos, las metas espirituales de su ideario patriótico.

De igual modo, mucho debe agradecer el pueblo panameño a las misiones del Frente Patriótico de la Juventud, albacea generacional de Acción Comunal y primer fruto intelectual de la Universidad de Panamá en el campo de la política. Su lucha moralista pretendió sanear las prácticas corruptas que desnaturalizaban el sufragio y que tanto daño ocasionaron el prestigio y a la paz de la República. Su lema “contra dinero y licor, vergüenza” jugó un papel trascendente en las elecciones generales de 1948 y el lema quedó flotando en el universo político como un llamado de rectificación.

También aglutinó al Frente Patriótico los anhelos democráticos derivados de la Segunda Guerra Mundial y luchó para que las cuatro libertades tuvieran domicilio perpetuo en el istmo. A su impulso cívico se debió, en gran medida, la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que aprobó la carta magna de 1946, el mejor documento político que ha tenido la República. A su coetaneidad con las ilusiones del mundo de la postguerra se debió la unión de las juventudes en su primer congreso nacional dirigido por el gran amauta universitario, el profesor Ricardo J. Bermúdez, recientemente fallecido. Ese congreso también marcó líneas para todas las jornadas reivindicadoras del porvenir, sobre todo las relativas a la vigencia del orden constitucional de 1946.

El país tiene mucho que agradecer también al Movimiento de Abogados Independientes, organismo que combatió, junto con otras entidades, por vía de la polémica y del pensamiento civilista, todas las censuras de la dictadura militar y logró, con sus alegatos en defensa de la democracia, desbrozar los caminos que al final condujeron a un estado de derecho. Su constancia y su valor hicieron del Movimiento de Abogados Independientes el principal bastión –en un momento de la historia nacional– en la lucha contra el imperio de los cuarteles. En ese mismo camino transitó posteriormente, con un gran poder aglutinante, la Cruzada Civilista.

El pensamiento tolerante de los forjadores de la República, las luchas de Acción Comunal, del Frente Patriótico de la Juventud y del Movimiento de Abogados Independientes son parte de los muchos momentos estelares protagonizados por los panameños en defensa del buen nombre de su patria.

Si la historia también consagra las frustraciones de estos cuatro movimientos, esa misma historia tiene sus páginas en blanco para que las nuevas generaciones escriban en ellas sus cantos en defensa de la nación, exactamente como lo hicieron las promociones de 1947, de 1958 y de 1964, cuando eran los arquitectos del quehacer nacional.

Publicado originalmente el 25 de octubre de 2000.
Momentos estelares de la patria
FICHA
Un vencedor en el campo de los ideales de libertad:
Nombre completo: Carlos Iván Zúñiga Guardia
Nacimiento: 1 de enero de 1926 Penonomé, Coclé
Fallecimiento: 14 de noviembre de 2008, ciudad de Panamá
Ocupación: Abogado, periodista, docente y político
Creencias religiosas: Católico
Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga
Resumen de su carrera: En 1947 inició su vida política como un líder estudiantil que rechazó el acuerdo de bases Filós-Hines. Ocupó los cargos de ministro, diputado, presidente del Partido Acción Popular en 1981 y dirigente de la Cruzada Civilista Nacional. Fue reconocido por sus múltiples defensas penales y por su excelente oratoria. De 1991 a 1994 fue rector de la Universidad de Panamá. Ha recibido la Orden Manuel Amador Guerrero, la Justo Arosemena y la Orden del Sol de Perú.
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