'No escuchar, no mirar', el mal de los gobiernos
Desde Chile hasta México, la convulsión social está en un punto álgido. Los distintos gobiernos enfrentan una realidad inexorable y deben decidir si siguen como hasta ahora con el subsecuente peligro de que suceda un estallido social

Los gobiernos de Latinoamérica atraviesan, desde hace años, problemas muy serios para satisfacer las necesidades de sus sociedades. Pero lejos de solventarlas, optan por no ver y no escuchar, males que son comunes en todos los países. ¡Y el cabreo es enorme!
Sergio España, director de la consultora Subjetiva y magíster en Ciencias Políticas, explica que en Chile la explosión social se debe a que ni la clase política ni la empresarial han escuchado las demandas de los ciudadanos en todos estos años porque, a su juicio, no han tenido la necesidad de hacerlo.
España piensa, sin embargo, que la solución va más por el lado de las organizaciones sociales que de los partidos políticos. Pero ¿cómo se refleja eso en Panamá?
Mario Boyd, empresario y excandidato a la vicepresidencia de la República, piensa igual que España y considera que organizaciones sociales (cooperativas, sindicatos, fundaciones, patronatos, etc.) sanas y fortalecidas pueden ser de gran ayuda para la sociedad.
“Hay que crear una ley que fortalezca y le dé posibilidades a los patronatos de desarrollarse para bien de la sociedad. Hay que ponerse de acuerdo. Empezar por definir hacia dónde queremos ir en estos temas”, expresa Boyd a La Estrella de Panamá.
Isaac Figueroa es un abogado panameño muy preocupado por la situación nacional. Dice que de ningún modo podemos descartar un principio fundamental de la democracia y este deriva de la participación de los ciudadanos a través de los partidos políticos.
Es muy cierto, agrega, que algunos dirigentes y líderes políticos sólo vienen preocupándose por su bienestar personal; no obstante, darle preponderancia política a grupos de presión, ahora denominados organizaciones sociales, es absurdo, porque no pueden usurpar un poder que fue ganado democráticamente en las urnas.
La solución está, sin lugar a dudas —expresa Figueroa—, en la educación, pero no solo la formal (esa ya la proporciona el Estado), sino en la del hogar. Es allí donde se forman ciudadanos con principios básicos de honestidad, respeto y discernimiento.
“Panamá es una potencia, pero los panameños, en su mayoría, lo ignoran. Trabajemos contra el sentimiento de culpa y de inferioridad”, propone el abogado.
El exministro de Gobierno Raúl Montenegro Diviazo plantea que “tecnología y corrupción” son los dos fenómenos que aceleran los reclamos de los pueblos.
Con la corrupción, explica Montenegro Diviazo, está el clientelismo que descalifica a los partidos políticos. Allí viene “la vagancia de los aprovechadores de los subsidios y la voracidad de los empresarios y políticos de enriquecerse con sobrecostos de obras contratadas por los gobiernos a través de las coimas”.
Sobre la tecnología, Montenegro Diviazo añade que mantiene a la población enterada de los abusos y todos los acontecimientos.
Es a través de esa información sobre los abusos, que en Panamá vemos el despertar de una ola de protestas como en otros lugares, por organizaciones sociales, grupos estudiantiles y de intelectuales de mochila… Son ellos los que encabezan el pensamiento de protesta.
Pero los gobernantes y empresarios no quieren perder sus canonjías ilegales y es en esa vía que el ex ministro lanza su ruego: “¡Ojalá escuchen el tsunami antes de su llegada!”.
Para el exministro, en Panamá se impone una nueva Carta Magna y el camino es a través de una constituyente paralela.
“Escuchen la voz del pueblo antes de las lamentaciones”, recomienda Montenegro Diviazo.
Ramiro Vásquez Chambonet es un veterano ideólogo perredista. Sobre el planteamiento de Sergio España, dice que es coincidente con su pensamiento y además señala que los partidos políticos son considerados solamente como vehículos electorales.
“Pero las organizaciones sociales son grupos corporativos con poco acceso clientelar. Ninguno tiene autonomía con respeto a las élites económicas” y finalmente terminan sucumbiendo ante la presión del aparato económico.
Y esto es en tiempos de paz, señala Vásquez Cambonet, porque en tiempos de crisis surgen nuevos movimientos y nuevos líderes, que no son ni partidos ni movimientos tradicionales.
¿Y eso puede ocurrir hoy en Panamá?, se le preguntó a Vásquez Cambonet.
“Depende de cómo los partidos y las élites corporativas del movimiento social se comporten con relación a las coyunturas. Si no van a encabezar el movimiento, el movimiento las rebasa. Yo veo los aparatos muy agotados, con una tendencia liquidacionista y las élites políticas no tienen disciplina, no hay proyectos y la disciplina que imponen es de castigo, de terror, en lugar de objetivos y metas comunes”.
Desde Chile hasta México, la convulsión social está en un punto de chispas. Los distintos gobiernos enfrentan una realidad inexorable y deben decidir si siguen como hasta ahora con subsecuente peligro de que suceda un estallido social o empiezan a hacer los cambios y a escuchar más a sus pueblos. ¡Amanecerá y veremos!
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