Un presidente con pocos amigos

Actualizado
  • 02/07/2009 02:00
Creado
  • 02/07/2009 02:00
El ascenso al poder de Ricardo Martinelli aparece en la región como un fruto extraño, la proa de la derecha empresarial que los gobierno...

El ascenso al poder de Ricardo Martinelli aparece en la región como un fruto extraño, la proa de la derecha empresarial que los gobiernos de la región miran de reojo. Para nadie es un secreto que la fórmula presidencial Martinelli - Varela se definió en la Embajada de Estados Unidos.

Ahora que Uribe podría dejar el poder en Colombia, Washington buscaría convertir a Martinelli en la contrafigura centroamericana de Chávez. Necesita un interlocutor beligerante que se atreva a decir cosas como las que Martinelli dijo semanas atrás en INCAE, la escuela de negocios más prestigiosa de Centroamérica, donde fue invitado de honor. “Hay que acabar con los gobiernos populistas que no resuelven nada”.

Lo cierto es que algunos tomaron nota de la actitud del panameño. Fue llamativa la ausencia en su asunción de los líderes latinoamericanos: Evo Morales, Lula, Cristina Kirchner, Michelle Bachelet, Rafael Correa, Raúl Castro y Hugo Chávez brillaron por su ausencia.

Sin embargo, aún sin venir, el venezolano hizo de las suyas. Mandó a su canciller al evento y le dio una orden especial: le dijo que antes de llegar a Panamá pasara por Costa Rica y se llevara con él al derrocado presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien entró al país con visa de turista y como parte de la comitiva venezolana.

El arribo fue un gancho al hígado del nuevo presidente que luego de la crisis hondureña, y a contramano de la comunidad internacional que salió en bloque a condenar la interrupción democrática, evitó nombrar la palabra golpe para decir que “lo de Honduras es un problema interno de ese país”. “La verdad es que nos robaron un poco el show ” reconoció un cercano allegado al nuevo presidente panameño.

El efecto fue rotundo: el nuevo gobierno panameño se vio obligado a sumarse a los reclamos de la OEA por el retorno de Zelaya. Esto no evitó que el presidente se parara en la vereda de enfrente de los mandatarios ausentes: “haré un gobierno que va a desafiar el péndulo ideológico latinoamericano”, dijo en su discurso.

Martinelli es la primera cara de una nueva ola que se siembra en estos días en el continente.

Su carácter irascible y su modelo de conducción corporativo trazan el perfil de un presidente impredecible. Abanderado del tropicapitalismo radical, llegó su hora. La rumba acaba de empezar.

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