La poco conocida historia del hotel El Panamá

Actualizado
  • 08/07/2018 02:00
Creado
  • 08/07/2018 02:00
No solo fue el gran hotel en la década del 50 y la segunda obra de ingeniería más importante después del Canal de Panamá, sino la pieza clave de la trama que terminó por derrumbar el segundo gobierno del presidente Arnulfo Arias Madrid

‘Todo lo que usted cree sobre la República de Panamá es falso. Si ha escuchado que el país es una jungla humeante donde los monos se mecen entre los bejucos… un lugar lleno de enfermedades y pestes tropicales... se equivoca', decía la nota de una agencia noticiosa estadounidense insertada en cientos de periódicos a lo largo de toda Norteamérica en marzo de 1951.

‘Estoy escribiendo desde el recién inaugurado hotel El Panamá. Y déjenme decirles que hasta los turistas estadounidenses más difíciles de complacer —y nuestros turistas son así— tendrán dificultades encontrando una falta', proseguía el periodista Dave Roberts, apenas un mes después de la apertura del hotel que ponía a Panamá en el mapa del turismo internacional.

‘La habitación en la que estoy es amplia, tiene aire acondicionado y una preciosa vista a la bahía de Panamá. Es, por lejos, superior a la mejor que me hayan ofrecido en muchos de los más elegantes resorts de Estados Unidos. Los restaurantes (del hotel) no pueden ser mejores, ni por la belleza de los escenarios ni por el servicio'.

‘Aunque solo unos cuantos nacionales pueden siquiera caminar por el lobby , este nuevo hotel se ha convertido en el orgullo de los panameños. Su presencia aumenta el prestigio del istmo en Centroamérica y Suramérica y seguramente atraerá nuevos ingresos a su escuálida economía', decía otra nota de agencia de prensa norteamericana, que comparaba al ‘ultra moderno' resort con los más lujosos de Miami Beach y del continente.

ARQUITECTURA REVOLUCIONARIA

Durante las primeras cuatro décadas de historia republicana, los panameños protestaron ante las autoridades de la Zona del Canal por la competencia desleal que representaba el hotel Tívoli, propiedad de los estadounidenses, para los alojamientos locales.

Pero los zonians siempre alegaron que el Tívoli se cerraría tan pronto como Panamá pudiera ofrecer a los visitantes norteamericanos un hospedaje del mismo nivel.

Así fue. El legendario hotel construido para alojar a Teodoro Roosevelt en 1906 y donde pasaron la noche William Taft y otros importantes huéspedes, dejó de operar comercialmente en 1951 tras la apertura de El Panamá, que lo superaba en ubicación, lujo, belleza y comodidad.

La imponente obra erigida sobre un terreno de seis acres en una colina en la vía España, rodeada de bosques y jardines, fue un diseño del afamado arquitecto estadounidense Edward Durell Stone, ganador de la medalla de oro al mejor proyecto del año 1949 de la Liga de Arquitectos de Nueva York.

El largo y estrecho edificio de 12 pisos tenía 300 habitaciones, cada una con un balcón que permitía a los huéspedes disfrutar de la más hermosa vista, ya fuera a la bahía de Panamá o a las verdes colinas que rodeaban la parte norte de la ciudad.

La idea de Stone era sacar partido a la exuberancia del paisaje tropical, por lo que se las ingenió para crear un enorme lobby abierto, sin puertas ni ventanas, que daba acceso a los restaurantes, bares, piscina y establecimientos comerciales de la primera planta.

La piscina era tal vez el área más impresionante, con su delicioso ambiente de jardines exóticos y su sistema de ventilación cruzada natural que utilizaba a las habitaciones como túneles de viento.

Cuando fue inaugurado, en enero de 1951, el hotel se convirtió de inmediato en el centro de la vida social del país y su éxito comercial parecía asegurado. Pero no había ningún tipo de presión: ‘Aunque no resulte rentable se mantendrá abierto a expensas de los contribuyentes, si fuera necesario', comentó una fuente bien informada a otro periodista extranjero que llegó al istmo a cubrir la fiesta de apertura.

COMPRA DEL TERRENO

La historia del hotel empieza cuando un grupo de empresarios encabezados por Guillermo Arango se acercó al presidente Enrique A. Jiménez a solicitarle que intercediera por ellos ante unos desarrolladores que acababan de adquirir 160 hectáreas de terreno en una zona conocida como El Cangrejo, ubicada en las afueras de la ciudad.

El precio de las tierras había sido tan ridículamente bajo —entre 10 y 15 centavos el metro— que el presidente Jiménez pidió a los nuevos dueños que vendieran seis acres al grupo de inversionistas deseoso de construir ‘el mejor hotel de la ciudad'. De paso, sugirió que donaran varios acres más para ubicar la sede de la Universidad de Panamá.

Por 50 centavos el metro, los desarrolladores aceptaron vender una esquina ideal para el proyecto hotelero y además hicieron la cesión requerida por el presidente.

Ya resuelto el problema del terreno, los empresarios, organizados en la compañía Hoteles Interamericanos, tramitaron un préstamo de un millón de dólares a la Compañía Fiduciaria (Panama Trust Company), único banco de capital privado panameño y del cual eran también sus principales accionistas (creado en 1947).

La empresa contaba con todo el respaldo del gobierno de Jiménez, quien gestionó que la Caja de Seguro Social asumiera $1.5 millones en bonos de primera hipoteca emitidos por Hoteles Interamericanos y le sirvió como fiador para que el Export Import Bank, de Washington, les diera un préstamo adicional por $2.5 millones para financiar la construcción. El gobierno también otorgó un subsidio equivalente al 4% sobre $5 millones para garantizar las utilidades.

SE INICIA LA CONSTRUCCIÓN

Desde que empezaron los primeros movimientos de tierra, en septiembre de 1946, los constructores se encontraron con innumerables imprevistos. Lo escarpado del terreno, los insectos rastreros, la durísima roca fueron apenas algunos... Al final, se necesitaron cinco años para completar el proyecto.

Ya para entonces, Hoteles Interamericanos tenía un importante sobregiro con la Compañía Fiduciaria y no tenía cómo pagarlo.

La empresa solicitó permisos para hacer una nueva emisión de cédulas hipotecarias por $1.5  millones, una solicitud que parecía lógica y razonable, dados los intereses en juego. De hecho, el proyecto siguió adelante hasta llegar a la Asamblea Nacional, que aprobó la ley a la que se llamó ‘Ley El Panamá'. Pero la situación política ya no era la misma de 1946.

El periodo presidencial de Jiménez (Partido Liberal Nacional), amigo incondicional del proyecto, había finalizado en 1948 y su sucesor, Domingo Díaz (también del Partido Liberal Nacional), había fallecido en 1949.

El vicepresidente de Díaz, el doctor Daniel Chanis (del mismo partido), había sido derrocado ese mismo año por el comandante de la Guardia Nacional, José Remón. En reemplazo de Chanis, Remón decidió colocar al doctor Arnulfo Arias Madrid (del Partido Revolucionario Auténtico), quien habría sido el sucesor de Jiménez si el Jurado Nacional de Elecciones no hubiera eliminado gran parte de los votos emitidos a su favor en las elecciones de 1948.

A Arias correspondía refrendar el proyecto de ley aprobado por la Asamblea a favor de Hoteles Interamericanos.

UN BANCO EN APUROS

Para los inversionistas era vital que Arias refrendara el proyecto de ley. Ello no solo permitiría solucionar el problema de sobregiro del hotel, sino también asegurar la delicada salud financiera de la Compañía Fiduciaria, de la que también eran propietarios.

Los primeros días de diciembre del año anterior (1950), el banco había sufrido una crisis de liquidez después de que circularan rumores que acusaban a la propia directiva de retirar fondos, lo que causó que decenas de clientes se presentaran a exigir que se les devolvieran sus ahorros. El pánico se apaciguó al medio día, cuando el presidente Arnulfo Arias y su gabinete acudieron al local a persuadir a los clientes de que confiaran en la estabilidad de la entidad.

Ese mismo mes, el Gobierno autorizó que la Caja de Seguro Social y otras instituciones del Estado retiraran $1.2 millones del Banco Nacional para consignarlos temporalmente a la Compañía Fiduciaria.

A cambio, el presidente pidió que la junta directiva de la entidad incorporase a un representante de su gobierno. Después de todo, tenía su dinero depositado allí, y era garante de su principal deudor, el hotel El Panamá, por lo que corría con todos los riesgos. El representante elegido fue su cuñado, Enrique A. Linares.

Unas semanas después de asumir la posición, en una carta firmada el 4 de enero de 1951, Linares reportó al presidente que el banco sufría de ‘malos manejos': ‘El punto de debilidad son sus gastos. La Junta Directiva vive ilusionada de grandes ganancias y no se preocupa por reducirlos'.

‘La dirección del banco parece moverse en un espíritu de familia, ya que los directores forman parte de las compañías que son los mayores deudores del banco y en algunos casos los mismos directores han servido de fiadores para préstamos obtenidos allí'.

‘En cuanto al hotel El Panamá [recuérdese que estaba en proceso de inauguración], las cuentas se pagan con una facilidad extraordinaria y es de temerse que si no se busca una fórmula para detener estos gastos el sobregiro puede llegar fácilmente a los $800 mil'....

DESENLACE INESPERADO

Cuando nadie se lo esperaba, el día 6 de marzo, se conoció que el presidente había vetado ‘La Ley El Panamá', aduciendo que el documento estaba redactado ‘de forma imprecisa': ‘No dice cómo habrá de ser invertido el fondo adicional que proporcionará la emisión'.

El Gobierno hizo saber que continuaba apoyando al hotel El Panamá, al cual consideraba ‘benéfico para la economía local', pero con ello no convenció a nadie.

Apenas un día después de conocerse el veto a través del diario Panamá América , por segunda vez en menos de cinco meses los clientes se lanzaron en masa al banco a retirar sus ahorros, llevando los niveles de efectivo por debajo del mínimo legal. En una rápida decisión para salvar los depósitos, el juez del Primer Circuito Octavio Villalaz decretó el cierre de la institución ese mismo día.

‘Caos en el país', gritaba al día siguiente, 8 de marzo, la primera plana del diario opositor El País , que reproducía en su interior las más brutales críticas contra Arias, emitidas por los grandes enemigos que este había ganado a través de carrera política.

( La próxima semana: ‘El cierre de la Compañía Fiduciaria y el fin del gobierno de Arias Madrid ').

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